El pasado domingo fue el Día de la Madre y, como era de esperar, las redes sociales se inundaron de felicitaciones de todo tipo destinadas a esas mujeres que días tras días luchan con uñas y dientes para sacar hacia delante a los suyos, cueste lo que cueste. La figura de la madre es una de esas figuras que la literatura ha sabido recalcar en innumerables ocasiones y que tanta fascinación ha generado. Ser madre es una labor compleja que requiere de un gran sacrificio.
Madres hay de todos los tipos, como aquel anuncio de la Coca Cola: las vocacionales, las madres por sorpresa, las obsesivas, las modernas, las alternativas, las tradicionales, las sobreprotectoras, las miedosas… pero todas tienen algo en común, todas intentan (en la mayoría de las ocasiones, siempre hay excepciones) hacer su papel de madre de la mejor forma posible. A ellas, al menos en mi caso, les debemos en un porcentaje altísimo buena parte de lo que somos y sin ellas no encontraríamos –más veces de las que nos gustaría reconocer– el camino a seguir. Yo al menos, sin mi madre no podría vivir. Su lucha diaria, su genio contenido, sus consejos, sus mimos, sus broncas –siempre con razón–, su sonrisa, sus abrazos… en fin… que os voy a contar.
Ser madre es duro y, muy pocas veces, los hijos sabemos valorar realmente todo lo que ellas nos entregan sólo por amor. Hace unas semanas, releía en casa Las delicias de la maternidad (2004), una obra escrita por Buchi Emecheta y publicada en España por la editorial Zanzíbar, y pensaba exactamente en esta cuestión. Esta novela, una de mis favoritas, narra la historia de Nnu Ego, hija de un gran jefe africano, que es repudiada por su familia tras ser casada y no poder tener hijos. Su padre, después de devolver la dote a su primer marido, le busca otro: un hombre desagradable que trabaja en la ciudad de lavandero en una familia de blancos. El rechazo inicial de su segundo esposo cambia cuando ésta se queda finalmente embaraza, y es que no hay que olvidar que en muchas partes del mundo, por desgracia, se sigue pensando en que una mujer no está completa hasta que no es madre. En la obra de Emecheta, los hijos son una alegría inicial que poco a poco se transforma en una dramática lucha asumida en solitario por esta mujer valiente, una lucha que ni siquiera sus hijos valoran.
Las delicias de la maternidad, escrita con una dulzura especial, te hace reflexionar sobre esta y otras cuestiones como la sororidad, el peso de la tradición, la situación de la mujer… y por ello, es mi recomendación de la semana. Su autora, Buchi Emecheta nació en Lagos (Nigeria), en 1944. Fue educada en una Escuela Metodista tras recibir una beca al morir su padre luchando con los británicos en Birmania. Su destino cambió al casarse a los 16 años con el hombre con quien se había comprometido desde los 11 y con quien emigraría cuatro años después a Londres. La pareja tuvo cinco hijos antes de que el matrimonio se rompiera. Como madre perteneciente a una minoría en un país extranjero, Emecheta tuvo que enfrentarse a numerosos obstáculos. A pesar de esto, en 1974, la Universidad de Londres la graduaba en Sociología, estudios que compatibilizó con un trabajo en la biblioteca del Museo Británico para mantener a su familia.
Precisamente, las penalidades que padeció en Londres fueron el material elegido para sus dos primeras novelas, In the Ditch (1972) y Second-Class Citizen (1975). Tras ellas, siguió escribiendo libros sobre la lucha permanente de las mujeres africanas para desarrollar su potencial en una sociedad dominada por hombres. The Bride Price (1976), The Slave Girl (1977), Kehinde (1994) y The New Tribe (2000) son otros de sus títulos.
Tras trabajar en la Universidad de Londres y trasladarse unos años a Nigeria, regresó a la capital británica para estar cerca de sus hijos. Durante este período, Emecheta publicó la obra que hoy les recomiendo: The Joys of Motherhood (1979), su novela de mayor éxito, donde reconsidera la maternidad en la cultura africana. Como novelista y ensayista se encuentra entre las escritoras más prolíficas de África. Ha publicado novelas para adultos, una autobiografía, numerosos ensayos y libros para niños. En español tiene publicada dos obras: Kehinde y, la ya mencionada, Las delicias de la maternidad. No se la pierdan, por favor.
PD: Gracias mamá. Te quiero, aunque no te lo diga todas las veces que debería.
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