El buen amor de pareja, un reto para el siglo XXI

Es fundamental reivindicar lo que es el amor y cómo ejercerlo de forma saludable

Psicóloga clínica y de la salud, psicoterapeuta familiar y de pareja. Personal Docente e Investigador en la Universidad Internacional de la Rioja 

Una joven sujeta un cartel con el nombre de la mujer asesinada en El Puerto por su pareja.

Es fundamental reivindicar lo que es el amor y cómo ejercerlo de forma saludable. Convendría que los medios de comunicación se recrearan en esto a diario, para influir en un modelo que hay que potenciar, porque es necesario tener en cuenta el efecto que tiene para la mente humana que se den noticias con titulares, como el producido en la última muerte machista, hace unos días en El Puerto de Santa María. Muerte y amor son dos términos que no deberían estar en la misma frase, ya que existen demasiados enlaces de ficción y una tradición cultural que así nos lo han mostrado, como si solo fuera la última salida, cuando no se es correspondido en relaciones en las que la pasión se apodera exclusivamente de la escena.

En general, hay un método para todo, pero las personas siguen sintiendo y/o pensando que el amor se hace de cualquier forma y lo peor, se justifica que puede ser ejecutado tal cual. Seguro que han oído la frase “No… si me quiere, pero a su manera”. No deberíamos confundir que cada uno tiene unos rasgos de personalidad que le hacen ser únicos y que esto, seguramente, confiere esa originalidad a la hora de establecer las relaciones con los demás, con el hecho de amar al otro/a. Hay que querer correctamente y no solo en las relaciones de pareja, sino en cualquier interacción donde exista amor de intimidad (entre progenitores/as y sus hijos/as, entre hermanos/as, amistades, etc.) 

Porque amar tiene un principio, el respeto y un canal, la comunicación. Se puede faltar el respeto de diversas maneras: menospreciando, siendo irónicos, vigilando cada uno de los fallos, no aceptando la personalidad que se tiene, obligando a hacer cosas que van contra la ética, insultando, manipulando, limitando libertad, pegando, etc. Y ante la falta de respeto no debe haber complacencia.

¿Por qué es tan difícil liberarse de ese amor insano? Porque quien admite una falta de respeto más o menos sibilina y/o explícita, tiene una carencia determinada y porque ni uno ni otro ha adquirido herramientas de manejo emocional, que le proporcionen saber relacionarse saludablemente. Una relación sin respeto está abocada al fracaso y, en muchas ocasiones al drama. Si una persona no se respeta a sí misma, no se dará cuenta de lo que supone que el otro no le tenga en consideración. Este tipo de situaciones son muy complejas, no cabe duda, porque tenemos siglos por detrás de tradiciones dañinas. Para que se entienda bien, modificar una norma social básica, como, por ejemplo, que no sea necesario vestir de gala cuando se va  a la ópera, como en siglos anteriores,  es bastante fácil de conseguir, y aun así, se necesitará tiempo para que se generalice. Pero, cuando estamos hablando de evolución emocional, esto es lento y arduo porque se ha generado un entramado de enlaces a lo largo de las décadas, que no siempre son conscientes, que se transmiten de progenitores a hijos y que se ha reforzado por diferentes canales. 

¿Significa esto que todo es cultural? No, no lo es. Hay factores internos que también se ponen en juego en las emociones en general y en el amor en particular. Insisto, es un tema complejo, pero hay que ponerse a trabajar todo el mundo unido y coordinados para que se ejercite el buen amor. Esto significa, que hay que incluir desde que la mamá está embarazada, en las preparaciones al parto temas relacionados con el amor  y con un apego seguro, para que la pareja siempre se tenga respeto y mantenga una comunicación saludable (crear este ambiente familiar facilitará que a los hijos/as se les transmita los principios del buen amor). A su vez, es necesario que los planes de estudios incluyan educación emocional, que complemente a la familia y que implique también a esta. Hay que prevenir de manera primaria y sensibilizar desde los medios de comunicación, así como aprender a exponer las noticias sin que sean sensacionalistas, para no riesgo de ser imitadas. Por supuesto, se tienen que hacer políticas bien coordinadas desde los diferentes Ministerios. 

¡Ya basta de tantos intentos desligados! Se necesitan expertos y técnicos que puedan asesorar, para que sea más factible la reducción de las estadísticas de muertes en las relaciones de pareja. Necesitamos que nuestros adolescentes y jóvenes acudan a seminarios de amor, claro que sí, para que manejen mejor las emociones en una etapa convulsa y muy susceptible de influencias que, en muchos casos, puede que tengan motivos diversos para llevarlos por determinada dirección.

Los asuntos emocionales son delicados de tratar y, dentro de las múltiples facetas del ser humano, existe la agresividad, de la misma manera que el comportamiento altruista. Solo es necesario mirar hacia atrás para saber que es imposible tener una sociedad en la que  no exista violencia (que sería el extremo de la agresión), por eso siempre hay que estar velando por proyectos que faciliten la reducción de la misma y por supuesto, estos planes tienen que adecuarse a la evolución de las sociedades. En el siglo XXI estamos inmersos en la tecnología. Soy defensora de la misma porque tiene múltiples ventajas, pero siempre habrá quien la utilice de forma negativa y, como vemos constantemente, para lucrarse. No seamos ingenuos: las múltiples redes y juegos que existen no tienen el fin de que nos divirtamos, sino de hacerse millonarios con nuestro uso. Se ejerce violencia en general a través de ellas y se usa para masacrar al amor, abusar de las parejas de múltiples formas. 

Así que, ¿qué ocurriría si se invadiera de diversas maneras en los medios más influyentes el ejercicio del buen amor? Es un reto para nuestra sociedad, sin duda, pero merece la pena intentarlo.

Archivado en: