La cultura cura

Ahora el gobierno de España ha dado un paso más, para someter el aprendizaje a una cuestión numérica y ha despreciado expresamente a las humanidades y en especial a la Filosofía y la Historia, a las que ha relegado a tercer término

Un aula cerrada en la provincia de Cádiz.
Un aula cerrada en la provincia de Cádiz. MANU GARCÍA

Algo debían tener aquellos emires y califas, igual que los reyes de Taifa, para atraer gente ávida de saber, estudiantes y enfermos de toda Europa para curar sus dolencias. Alguna relación tenían ambos factores. Hoy, no, por desgracia. Hoy lo que los políticos rechazan es bueno para la salud, aseguran prestigiados técnicos sanitarios y la propia Organización Mundial de la Salud. Leer no sirve solamente para aprobar cursos. Leer está bien para la elevación cultural y espiritual del ser humano.

Los organismos internacionales reciben respeto en función del interés intrínseco y particular de los miembros de cada gobierno. Así, un buen día Estados Unidos se enfada y se separa de la Unesco. Así, también, la OMS es tratada y utilizada de referencia de forma respetuosa, cuando las medidas recomendadas —caso del Covid— coinciden con el criterio del propio gobierno. Y no es que las directrices de cualquier organización mundial sean indiscutibles. Pero no es ni humano ni honrado que sólo se tengan en cuenta cuando coinciden con el criterio de la autoridad correspondiente. 

La Organización Mundial de la Salud no es un órgano indiscutido —ningún órgano debe serlo, pero sí respetado— por el contrario está sometido al vaivén de los intereses de los políticos miembros de cada gobierno y ese es el problema, porque no está sometido a una crítica razonada, sino a un interés de grupo. Las organizaciones supranacionales, parte o no de la Organización de Naciones Unidas tienen para los gobiernos aproximadamente el mismo valor que la propia ONU. Y sus dictados se aceptan y se cumplen igual de mal que las resoluciones de la Organización matriz. Todo depende del color con que los miren los responsables políticos y los económicos sobre todo.

Los planes de Bolonia apartaron las humanidades en un claro retroceso cultural y educativo, porque sin Filosofía, sin Historia, sin cultura, sin referentes culturales y humanos, el mundo es un revoltijo, una mezcolanza de enseñanzas técnicas sin la ligazón del hecho y el derecho humano, de la humanidad que debe unir y mover a la Humanidad. Ahora el gobierno de España ha dado un paso más, para someter el aprendizaje a una cuestión numérica y ha despreciado expresamente a las humanidades y en especial a la Filosofía y la Historia, a las que ha relegado a tercer término.

No les interesa gente preparada. Buscan solamente que cada persona sea un número al pie de una máquina. Es necesario el trabajo técnico a todos los niveles, es normal que las autoridades se preocupen de la enseñanza técnica, pero ni la formación profesional debió haber sido nunca la “hermana menor” de la enseñanza ni la formación técnica debe ser la única posible como se pretende ahora. Pero este es el camino del Nuevo Orden, perseguido por el Gobierno español a remolque del gran capitalismo mundial. La gente que sabe crea conflicto a quienes persiguen aprovecharse del resto del mundo; si la gente sólo conoce su profesión, si sólo alcanza a practicar una profesión, mejor aún una parte de ella, la gente es mucho más manipulable. En cuanto no se conozcan los derechos propios, la ventaja del poder sobre los gobernados se hace abismal.

 Ahora, cuando la cultura es arrinconada, autoridades sanitarias y OMS aseguran que la cultura es capaz de curar. Igual que la música –parte de la cultura– su innegable valor pedagógico tiene al mismo tiempo un claro valor sanitario. Hay enfermedades que disminuyen o minoran sus síntomas leyendo a los clásicos o a los modernos o escuchando música clásica. Actuarán sobre el sistema nervioso central, sin duda, el caso es que la música, la tan despreciada Filosofía, la cultura sirven para minorar y suprimir el sufrimiento, objeto y objetivo de la medicina. 

Esto, que ya debían intuir los antiguos reinos medievales andalusíes, ha venido a reafirmarlo la Organización Mundial de la Salud. Una coincidencia saludable y digna de ser tenida en cuenta por los responsables políticos, culpables del abandono de las humanidades.

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