Calígula

Las ultraderechas, como se ve en el caso italiano o el argentino, destruyen la economía productiva en favor de la especulativa, destruyen las clases medias y aplastan a las clases populares o trabajadores

Calígula y la ultraderecha. Marine Le Pen, cuya formación ha ganado las elecciones legislativas en Francia, en una imagen de archivo.

Ayer hubo elecciones en Francia. No olvidemos que fue la primera vuelta y falta la segunda. Que ganara la ultraderecha no significa que las izquierdas hayan dejado de existir. En la permanente hipérbole en la que vivimos, solo nos fijamos en la ganadora, sin darnos cuenta de que el resto existe también. Esto significa que en la segunda vuelta las izquierdas podrían mejorar su papel, quizá. En todo caso, las izquierdas no están derrotadas ni han desaparecido.

En el ambiente general que la prensa describe, mejor o peor, alguna prensa con más intenciones que informaciones, parecería que las ultraderechas del mundo se han hecho dueñas del universo, y la verdad es algo diferente. Empezando por España, Chile, Bolivia, Colombia, México, Brasil. Tampoco en Europa. Hay dos países gobernados por la ultraderecha, Italia y Hungría, de los veinticinco que forman la Unión Europea. Tres países más, Croacia, Eslovaquia, Países Bajos y Finlandia tienen gobierno de coalición con la ultraderecha. Las elecciones al Parlamento Europeo han hecho visible una presencia social de la ultraderecha que ha causado pánico: segunda fuerza en Alemania, primera en Francia. Pero en Polonia y en Hungría perdió fuelle la ultraderecha. No todo es ultraderecha, como presenta la brocha gorda, aunque es evidente que la situación en Italia, Francia y Alemania produce una enorme sensación de vértigo.

Pero, ¿qué significa en realidad la ultraderecha? ¿Viene la ultraderecha para mejorar la calidad de vida de løs ciudadanøs? Los ejemplos clarifican que no. Lay ultraderecha viene con la explicación de que las malas condiciones de vida y pobreza en los países son culpa de la inmigración, pero luego suben los impuestos a las clases medias y se los bajan a los más ricos. Los pobres son cada vez más ciudadanos y cada vez más pobres. La pobreza aumentó en Italia en 5,75 millones de personas y el nivel competitivo de su economía ya fue superado por Brasil, un país en el que con la ultraderecha de Bolsonaro aumentó por millones en número de personas pobres y con la izquierda de Lula se recupera, de nuevo, la mejora de la economía y del bienestar social. Italia alcanza con la ultraderecha el porcentaje de pobreza más alto de los últimos diez años.

El ejemplo de Argentina con su ultraderecha es aun más escandaloso en aumento de pobreza e inseguridad social, incluida la falsificación de las estadísticas para seguir dando tranquilidad a los votantes de La Libertad Avanza.

En el caso argentino se comprueba, sobre todo, el sadismo y la crueldad con que esa La Libertad Avanza y Milei gobiernan el país. Con un 60% de personas pobres, el gobierno acumula alimentos en almacenes a punto de caducar y, a pesar de una orden judicial federal, insisten en no repartirlos entre la población. Los críticos del gobierno de La Libertad Avanza insisten desde hace meses, a pesar de que dolo gobierna desde hace siete, en la crueldad y el sadismo. Economistas de su misma línea ideológica han abandonado su adhesión al Gobierno de Milei e incluso el FMI desaconseja o desautoriza varias de las medidas económicas, por antisociales, del Gobierno de La Libertad Avanza.

Las ultraderechas, como se ve en el caso italiano o el argentino, destruyen la economía productiva en favor de la especulativa, destruyen las clases medias y aplastan a las clases populares o trabajadores. Crean masas de población pobre y hambrienta y favorecen a las enormes fortunas. Recortan las libertades individuales y públicas, como el derecho a la protesta o el aborto y la libertad sexual y de género. Infunden miedo en las clases medias y populares y hacen pensar a la población que los inmigrantes son responsables de su pobreza, pero resulta que son sus políticas, las de la ultraderecha, las que crean el miedo contra los inmigrantes y crean pobreza entre los nacionales. Además de que hay enorme mayor número de corrupción en las derechas y ultraderechas que en las izquierdas.

Infundir miedo es la principal estrategia de las ultraderechas y las derechas. El miedo crea inseguridad en las personas. Al mismo tiempo los que crean los miedos ofrecen soluciones y hay muchas personas que terminan por creer los miedos y las soluciones. Te ponen tantas veces en la radio la canción del verano que, en poco tiempo, todo el mundo la tararea e incluso la canta.

Hay enormes parecidos entre elementos de la biografía personal y política de Calígula y la de personajes de la política actual, como Javier Milei. La guerra contra el Senado romano, que inició Calígula parece calcada a la actitud de Milei respecto al Congreso de la Nación, por ejemplo. Las ultraderechas intentan intoxicar a la sociedad con exabruptos como uno reciente de un diputado amigo de Milei, cuando afirmaba que el partido nazi era socialista y que en los resultados de los nazis hay que ver las mañas de los socialistas. Una afirmación antihistórica e intelectualmente repugnante. Son las ultraderechas, precisamente, los herederos políticos de la ideología nazi, con algunas variaciones y graduaciones. Utilizan la palabra libertad y amenazan o desactivan cualquier posibilidad de protesta o disidencia. Recortan la libertad en nombre de la libertad. Limitan el aborto y suplican por la pena de muerte. Hace dos días se presentó un proyecto de ley en Buenos Aires para rebajar la responsabilidad penal, como para un adulto, a niños de trece años. Hay cinco personas detenidas en cárceles de máxima seguridad, acusadas de terrorismo, sin pruebas, por participar en las protestas contra la Ley Bases de Milei.

Las ultraderechas son a quienes debemos temer.