Manifestación antifascista en Las Setas, Sevilla. FOTO: POTATO QUEEN.
Manifestación antifascista en Las Setas, Sevilla. FOTO: POTATO QUEEN.

No es posible edulcorarlo. Los resultados electorales son una derrota tremenda de las fuerzas progresistas. Que además suponen un terremoto político cuyas ondas van a sacudir el panorama en el conjunto de España.

Ahí están los datos conocidos por todos: El desplome de la izquierda y el ascenso de la derecha más extrema considerada en bloque. La irrupción de VOX al Parlamento Andaluz supone todo un mazazo para las gentes progresistas y una amenaza tremenda para los derechos, que ya desde hace años están amenazados y pueden quedar heridos de muerte.

Nos homologamos otra vez a Europa en lo peor. Ya dejamos de ser la excepción de un país en el que la ultraderecha no tenía representación parlamentaria

Pero para mí que se trata de una extrema derecha peculiar, porque hunde sus raíces en el franquismo que defienden si complejos y en los sectores eclesiales más reaccionarios, de donde beben para su profundo discurso de odio homofóbico y contra los derechos de las mujeres. Les une a los europeos que crecen sobre la base del odio a los inmigrantes y de explotar los sentimientos racistas y xenófobos de mucha gente. Les acerca también su compromiso absolutamente neoliberal y su autoritarismo neofascista

No supimos apreciar el ruido de fondo que se iba acumulando. No lo supimos porque quizás nos movemos entres otros sectores sociales. Nuestras raíces se sitúan más bien entre la gente solidaria que asiste a los migrantes que llegan a nuestras costas. También con las miles y miles de mujeres que llenan las calles por la igualdad. Y con la gente activista que lucha por los derechos humanos, el medio ambiente o los de las personas que peor lo están pasando en nuestra sociedad.

Pero debíamos de haber estado más atentos porque algunos síntomas se podían haber apreciado si lo hubiéramos hecho. Ignoramos los mensajes de odio que invaden las redes sociales. No consideramos suficientemente el viraje hacia esa extrema derecha del PP de Casado. Ni el avance del nacionalismo español más extremo que se materializaba en aquél ¡a por ellos! de los energúmenos. Ni tampoco supimos sacar pistas del envalentonamiento de los franquistas que salían a tropel de armario.

VOX ha crecido sin engañar a nadie: se ha apoyado en sectores —a lo que se ve no poco numerosos— que son claramente gente machista y odiadora, racista y xenófoba. Es tremendo el resultado en El Ejido. No es sorprendente. Aunque sí irracional: si los inmigrantes desaparecieran de Almería se acabaría toda la riqueza que generan —en condiciones de severa explotación— para esos mismos que los odian y desprecian.

Es verdad que el PP con su asunción del discurso de extrema derecha ha fomentado el voto a VOX. Pero también la campaña desarrollada por el PSOE llovía sobre mojado y con estrechos cálculos electorales (erróneos como se ha visto) pretendió dividir el voto de derecha sin apreciar que alimentaba la hidra de VOX.

Lamento señalar que el PSOE gobernante tiene una gran responsabilidad en la situación que vivimos. No la única desde luego, pero si importante. Su “hay que parar a la derecha” se quedó siempre en el lema, sin optar por una política radicalmente democrática. Se ha postrado reverencialmente ante los intereses de los poderosos y queda paralizado temeroso hasta el pánico ante el apabullante aparato mediático de la derecha reaccionaria.

Dos ejemplos lo ilustran bien. Cataluña y la inmigración. En ambos casos no se ha atrevido. Es verdad que en el primer caso ha abierto algunos casos de diálogo con el Govern. Pero le ha faltado el coraje democrático para dar un golpe de timón a la anomalía democrática que supone mantener en prisión y procesados con figuras penales insostenibles a los dirigentes independentistas. Y si alguien se ha destacado por su españolismo nacionalista más rancio ha sido Susana Díaz. Pero para una copia acartonada, la gente prefiere los originales.

No se puede combatir el racismo y la xenofobia con las políticas xenófobas y racistas compradas a la ultraderecha que causan tantas muertes y tanto sufrimiento. No se puede maltratar a los inmigrantes y a los menores no acompañados y mantener las devoluciones en caliente y las concertinas, y recibir a los que llegan peor que si fueran sacos de patatas sin que la consecuencia sea el rechazo hacia ellos de la población. No, el gesto del Aquarius fue solo eso, un gesto interruptus. De nuevo al PSOE le ha faltado coraje radicalmente democrático. No han terminado de entender que la calidad democrática de una sociedad se mide por el trato que se da a las personas migrantes.

Estos temas -y otros similares que sin duda han sido fundamentales en el ascenso de la derecha- han estado ausentes de la campaña del PSOE. La famosa clave verde frente a la clave roja, ignorar la dimensión española de estas elecciones, ha sido un error mayúsculo en la modesta opinión de quien escribe.

No podemos dejar de lado tampoco el hecho de que el PSOE ha gobernado 36 años y se ha convertido en una especie elefante acartonado, con intereses propios muy alejados de los de la ciudadanía. Un Gobierno que ha dejado una situación social intolerable en nuestra tierra, que todo el mundo conocemos y vivimos.

Por otra parte, tal vez mediatizado por la cercanía, pienso que Adelante Andalucía ha hecho una campaña bastante digna. Muy digna. Pero ya señalé en su momento que la cuestión del nacionalismo español y el asunto catalán y sobre todo la cuestión de la inmigración, no tenían suficiente eco en la misma. Ha sido también, pienso, un error.

¿Explica ello la pérdida de 282.000 votos? Pues pienso que no del todo. Pero honestamente no termino de tener claras las claves de ese retroceso. Tal vez los cambios de “marca” tan frecuentes en los últimos años. Tal vez la pérdida de la virginidad y la frescura que caracterizaron los primeros momentos de Podemos, pues no han sido pocos los antipáticos conflictos propios de los partidos de la “vieja política”.

Pero sería un error, creo, achacar la responsabilidad a la propia confluencia. Que, en mi experiencia concreta ha funcionado razonablemente bien. Se han creado lazos por las bases en las localidades, hace solo un año impensables. Y se han dado pasos para una apuesta colectiva. La unidad de las fuerzas políticas transformadoras no es una opción, es a estas alturas una verdadera obligación.

Adelante Andalucía ha sido además ha sido la primera fuerza en bastantes de las localidades donde gobierna (Cádiz, Puerto Real, Conil, Trebujena, Puerto Serrano, Alcalá del Valle o Bornos), lo que, con todas las cautelas, supone una mejor base para la cita de las elecciones municipales de mayo

Estamos extremadamente preocupados ante el período que se avecina. Muchos de los ya maltratados derechos están en peligro de muerte. Vamos a ver crecer el racismo, la xenofobia y el maltrato a los migrantes. Se ponen en peligro los avances, por modestos que hayan sido, en la igualdad y la no discriminación. Y sobre todo podremos ver como crece el discurso del odio y el fascismo rampante, el franquismo sin complejos.

Creo que la respuesta no puede desarrollarse exclusivamente en clave partidaria, por más que también sea imprescindible. Es preciso que los movimientos sociales que vemos como se pueden desmontar todos los derechos humanos, seamos capaces de activarnos, de comprometernos y de acercarnos mayormente a la gente abandonando suicidas estrategias de seguir cada uno a lo suyo. Desde la política, pero, sobre todo, desde la sociedad, es imprescindible movilizarse y levantar un dique contra el fascismo y la derecha extrema, unas u otras.

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