Al nuevo equipo que el gobierno de la derecha (y el Parlamento) han nombrado al frente de los destinos de la RTVA no parece que le esté resultado fácil el arranque de una etapa plagada de incertidumbres para la corporación pública que, no olvidemos, financian los presupuestos de la Junta de Andalucía, esto es los impuestos de los andaluces.
En España nos gastamos anualmente unos 1.800 millones de euros en mantener todas las televisiones públicas, medios que se sostienen en modelos caducos, cortijeros, diseñados en los albores de la transición, cuando no existía internet ni se preveía la revolución que nos trajo después el desarrollo de la red. El manejo torticero y nauseabundo que la política realiza en estos medios públicos ha sido, sin duda, un virus letal incubado durante décadas y que necesariamente ha conducido a la UCI la credibilidad del periodismo en estos medios y ha disminuido la aceptación de las radios y televisiones de titularidad pública. No hace falta dar nombres, pero en la memoria de todos hay ejemplos de señoritos cortijeros y cacicadas a gogó, siempre al servicio de una causa política. Ya sea apoyar la independencia en Cataluña como hace TV3 o ayudar a perpetuarse al PSOE-A durante décadas gobernando Andalucía, gracias al uso y abuso de Canal Sur, entre otros resortes de la extensa red clientelar instaurada durante décadas por el socialismo sureño.
Canal Sur, la autonómica más cara tras la TV3
Centrados en Canal Sur, convendrá recordar que el presupuesto de 2018 ascendió a 162,7 millones de euros. Se trata de la segunda televisión de la FORTA más cara, tras TV3 que cuesta 225 millones, la vasca EITB con 122 millones y la TVGA con 106 millones.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta es el número de trabajadores y trabajadoras que componen la plantilla de la RTVA y que asciende a casi 1.500 empleados, (1.462 exactamente hace un año). Solo en pagar nóminas se van 87,1 millones de euros, de tal manera que a los gestores de la RTVA les quedan unos 75 millones para todo lo demás. Se les pide un milagro imposible.
Paralelamente, la escasez de recursos, conlleva la caída en picado de la audiencia y, en gran medida, la calidad de la oferta televisiva que “la nuestra” ofrece a sus espectadores andaluces.
Un ejemplo de esta misma semana podría ser el programa de debate de la periodista y escritora Mariló Montero, seguido en esta ocasión por 56.000 espectadores en el debate y 95.000 en el previo, un 2% y un 2,7% respectivamente; el programa estrella de la actual temporada siguió en la misma dinámica de audiencias de entregas anteriores, con unos muy pobres resultados, por debajo de la media de la cadena. Bien es verdad que esa noche de jueves barrió en toda España la final de GH-Vip con un 38,5% y 4,2 millones de espectadores.
Gestionar miseria, mientras se diseña un nuevo modelo
Los nuevos rectores de la RTVA, cargados a su llegada de ganas y buenas intenciones, se han topado ya hace meses con la cruda realidad, o lo que es lo mismo, seguir gestionando miserias, viejas instalaciones, equipos y, sin pérdida de tiempo, obligados a diseñar un nuevo modelo consensuado de radio y tv públicas que sea viable. El actual es insostenible, ineficaz y con escaso respaldo de los andaluces, todo ello ante una oferta audiovisual muy diversa y que nunca imaginamos en 1989, cuando Gaspar Zarrías y Salvi Domínguez pusieron en marcha Canal Sur, atando entonces los perros con longanizas talla 92.
De momento poco o nada ha cambiado en la RTVA con los nuevos aires políticos que gobiernan Andalucía, entre otras razones porque es técnica y jurídicamente imposible mover un dedo, contratar a nuevos profesionales, ni siquiera sustituyendo jubilaciones o bajas. Han tenido pues que jugar con las fichas que ya disponían Joaquín Durán y su equipo directivo, ese mismo equipo que dejó un agujero rojo de cinco millones en la RTVA, se supone que por responsabilidad exclusiva del propio Durán ya que a su mano derecha en el control de gestión, Carmen Estero – que llegó a estar rumoreada para estar al frente de toda la corporación- sigue siendo hoy figura destacada del nuevo ‘equipo del cambio’ como Directora de la Dirección Corporativa RTVA.
Información y opinión, un quiero y no puedo
Capítulo aparte merecen los contenidos que está ofreciendo la televisión pública. Conviene anotar que si en algo se ha notado ‘el cambio’ ha sido en las tertulias de opinión donde el PSOE mantiene a algunos de sus voceros incondicionales de siempre, mientras que PP y Cs han apoyado la entrada de opinadores de su cuerda o próximos, la mayoría estúpidamente vetados en Canal Sur desde su fundación por el PSOE-A y sus satélites en la tele o la radio. Ahora quizás sobren las trincheras, falten reflexiones y que se abandonen los chismes sobre el Sr. Torra que a nadie interesa en Andalucía. Una tertulia no es un parlamento, aunque algunos hagan el esfuerzo para que lo parezca.
Por cierto, los del ‘partido de los valores’, los que querían cerrar y cargarse Canal Sur, andan bramando en el Parlamento porque dicen que les definen desde la RTVA como la “extrema derecha”. A ver cuanto tardan PP y Cs en eliminar esa definición del libro de estilo del sentido común de cualquier informador u opinador de la corporación pública. A Bendodo, sus socios en la sombra de Vox, lo llevan por el camino de la amargura con este asuntillo que tanto les molesta.
Más apego al territorio en los Informativos
En los servicios informativos se percibe más apego al territorio, cosa que se agradece, así como una tímida apertura a tocar asuntos que antes eran tabú en la tv pública o se trataban de otra manera. Se notan pequeños esfuerzos, un quiero y no puedo por imponer criterios profesionales, un esfuerzo nada fácil si se tiene en cuenta que se trabaja con las mismas personas que el anterior equipo y, como queda dicho, sin capacidad de excesivas maniobras y ajustes de equipos. Aunque no deberían olvidar quienes deciden las escaletas que, además de los Eres, su sentencia, las ‘cajas fuertes’ o las vacunas fantasmas de la era PSOE hay otras causas judiciales en Andalucía por corrupción pero que afectan al PP y que están vivitas y coleando en los juzgados. Sería saludable ver informaciones en “la nuestra” sobre estos pufos de la derecha… la prueba del algodón.
De paso los telediarios también nos están mostrando lo guapos y lo buenos que son en realidad los dirigentes de la derecha andaluza, a los que antes se maltrataba con los peores encuadres, con malos enfoques de imágenes y extrayendo las frases más insulsas de sus discursos. Exactamente ahora se hace con la derecha lo que antes hacían en Canal Sur con los consejeros de Susana Díaz y previamente con los de Griñán, Chaves y Borbolla. Canal Sur ha quedado convertida en una videoteca (carísima) con la banda sonora del poder en Andalucía en estos últimos 30 años. Y todo apunta a que esa seguirá siendo la senda en esta nueva etapa.
Levantar la programación, como se hizo la semana pasada, para meter con calzador un debate en la mañana sobre “la afrenta de Sánchez y Montero” interviniendo las cuentas de Andalucía, nos devolvía a memorables campañas socialistas – ¿recuerdan las sucesivas modernizaciones?- secundadas desde la tele pública, envueltas siempre con la blanquiverde como atrezzo.
Se sigue comprando “cine de barrio”
Si echan un vistazo al Portal de Transparencia de la Junta de Andalucía, hallarán los gastos efectuados en la RTVA en estos últimos meses.
Entre los muchos y curiosos gastos que se encuentran —un presentador cobrando 12 mil euros por una gala o un colaborador a pelotazo de 7 mil euros mes— llama la atención la inversión en 2019 que la RTVA ha realizado por la compra de derechos de emisión de películas. El cine, el gran atractivo de una cadena de televisión con audiencia garantizada.
Si quitamos dos miniseries de 80.000 euros, compradas en marzo pasado y cuyo título no figura (solo se sabe que el adjudicatario es Betafilms GMBH), Canal Sur TV ha pagado algo más 40.000 euros en concepto de derechos de emisión de una decena escasa de películas o series en estos meses. La relación de títulos comprados es muy similar a la que nos tenía habituados el equipo Durán. Echen un vistazo a la lista y comprobarán con qué tipo de productos pretende entretener Canal Sur TV a los andaluces y, de paso, competir en audiencia con el resto de ofertas públicas y privadas. Por cierto, observarán que muchos de los valores y comportamientos que se proyectan en algunas de estas películas, nada tienen que ver con los vigentes, especialmente los relacionados con la mujer, consecuencia de una larga lucha de mujeres y hombres por la igualdad de ambos sexos.
Alfredo Landa, Marisol…
Soltera y madre en la vida, 3.500 euros pagados a Dibildos. Solos los dos, 4.235 Euros. Tres largometrajes españoles – sin especificar títulos– por 7.000 euros a Marte Films Internacional S.A.; La nueva cenicienta, 3.500 euros. Sangre y Arena, 5.000 euros. Barrabás, 4.500 euros. Serie: El Ninja boy, 10.000 euros. Marco Antonio y Cleopatra, 3.500 euros pagados a Video Mercury Films. Aquí la hallarán completa en Youtube.
¿Hasta cuándo puede aguantar así Canal Sur?
¿Puede aguantar Canal Sur mucho tiempo más en la actual situación de continua degradación como empresa y como medio? Esa es la gran pregunta que no solo se hacen a diario los más de un millar de empleados de Canal Sur, también se la tienen que estar haciendo los responsables políticos, todos, en el Parlamento de Andalucía y, se supone, que los sindicatos. No se sabe muy bien como interpretar el silencio político que reina entorno a la RTVA desde la llegada del nuevo equipo. Da la impresión de que los partidos han creído que con los nombramientos de nuevos responsables ya estaba resuelto el problema, una ensoñación posiblemente fruto de tres décadas de tele pública con el puño y la rosa como “mosca” permanente en la esquina de la pantalla.
Una radio y una televisión pública es algo necesario en la actual estructura política y territorial de España, al menos esa es la opinión mayoritaria de la ciudadanía. La pregunta es si este país se puede gastar 1.800 millones cada año –160 en Andalucía— en mantener unos medios de titularidad pública que solo sirven a quien los controla desde el poder.
Canal Sur es necesario que siga cumpliendo con su papel informativo y vertebrador de Andalucía; lo que deben pensar los responsables en tomar decisiones es en un nuevo modelo de servicio público menos costoso, más eficaz y sin ataduras políticas de los aparatos de los partidos. Solo desde esa perspectiva de puro servicio publico, sin sectarismos políticos ni de clanes de intereses, apostando por la profesionalidad de sus trabajadores, se puede garantizar la supervivencia de “la nuestra”. Perpetuar esta situación por mucho tiempo solo tiene una lectura final: dejar que se hunda para después ‘erearla’ y privatizarla.
Este artículo se publicó originalmente en Confidencial Andaluz.