Carta a Pacheco, el traficante de libros y abogado de los pobres de Puerto III

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Estimado Pacheco, veo que no tienes arreglo y que te niegas a reinsertarte en la sociedad.

Estimado Pacheco,

Veo que no tienes arreglo y que te niegas a reinsertarte en la sociedad, que es para lo que estás en Puerto III cumpliendo condena de cinco años y medio por haber enchufado a dos de tu partido, según el juez. Está claro que no tienes arreglo y no quieres que la sociedad te vuelva a acoger en su seno, pues en vez de observar una buena conducta en el módulo de respeto, te dedicas a enredar todo el día estudiando Bellas Artes, asesorando en sus papeleos legales a los reclusos más desgraciados, tutelando a un joven preso estudiante de Derecho y, el colmo, aceptando regalos peligrosos, como ese crucifijo de madera de ocho centímetros con el que sabe “Dios” qué cosas estabas maquinando. Por no hablar de esos diccionarios, de francés y del uso del castellano, y ese libro sobre la Revolución Rusa con los que te han sorprendido in fraganti en tu celda para planificar quién sabe qué fechorías con tu pandilla de seguidores carcelarios, a los que les redactas los recursos para que hagan valer sus derechos. ¿Qué va a ser lo próximo, Pedro? ¿Escribir la novela de tu vida y titularla La Justicia es un cachondeo y por eso aquí me veo?

¡Qué cabezón eres, Pacheco! Lo mismo que cuando te empeñaste, siendo un alcalde de pueblo, en construir un Circuito, traer la Fórmula 1 y hacer de Jerez la catedral del motor. ¡Y la Feria…! Eso fue el remate. Se te plantó cabrear a todo el mundo tirando las casetas ilegales de cemento de los militares y de los señoritos que usurpaban el parque González Hontoria. Y no contento con eso, tuviste que levantar las vías del tren para que la ciudad siguiera avanzado… Del “desastre” de la peatonalización de la calle Larga, o de la recuperación del Villamarta, ni hablamos.

En fin, Pedro, creo que deberías reflexionar y abandonar ese activismo intelectual y esa solidaridad perversa y mezquina que practicas con tus compañeros, que tanto jode a la autoridad penitenciaria. Tanta lectura infecta y tanto altruismo no te llevan a ninguna parte… Debes pensar en ti, hombre. Juega al dominó, y al tute, y trapichea con las horas de tu vida lo mejor que puedas, soñando con la libertad sobre una almohada austera, como la de los demás, y no esa que te alivia las cervicales y has intentado colar de extranjis en el ajuar de tu celda.

Te mando saludos de un colega taxista. Ah, y de mi madre y de mis vecinas. Todas dicen que “hay que ver lo bonito y lo limpio que estaba Jerez con Pacheco” y no entienden por qué tú estás en la cárcel y Bárcenas y los demás en la calle.

Espero verte pronto. ¡Ánimo, alcalde!