Hola, presidente:
Los medios han estado ocupados analizando tu reflexión sobre si vale la pena seguir como presidente, especialmente considerando el acoso que han enfrentado tu esposa y tu familia por parte de quienes te quieren fuera del juego político. Estos ataques probablemente habrían sido físicos, si no fuera por las leyes que protegen el derecho a la vida.
Entiendo que exponerte de esta forma puede ser difícil y que las críticas, tanto de la gente común como de figuras prominentes, pueden ser un fastidio. Hay personas que cuestionan tus intenciones, pero también quienes valoran el coraje que demostraste al compartir tus dudas y sentimientos. Por otro lado, hay quienes te critican duramente, diciendo que todo esto no es más que una estrategia política para ganar apoyo.
Incluso líderes políticos como Alberto Núñez han dicho que esto es solo una rabieta juvenil. Carles Puigdemont me recordó el famoso pasaje atribuido al rey Boabdil tras la pérdida de Granada: "No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre". Este tipo de comentarios perpetúan una idea equivocada y tóxica de lo que significa ser fuerte y ser líder.
En la sociedad, el poder siempre se ha asociado con la imagen masculina, con corbatas y gestos serios. El poder, como la masculinidad tradicional, no muestra dudas ni vulnerabilidad. Por eso, muchas veces, preferimos a los tiranos antes que a los líderes que muestran su lado humano. Incluso las mujeres que llegan a posiciones de poder se ven obligadas a adoptar actitudes masculinas para ser tomadas en serio.
Por eso quiero felicitarte por desafiar esas expectativas tradicionales. Mostrar vulnerabilidad y compartir tus miedos y debilidades es un acto de valentía que merece reconocimiento. Has demostrado que un político puede ser humano y seguir siendo efectivo. La política necesita más personas dispuestas a priorizar el lado personal y el cuidado, en lugar de la fuerza e insensibilidad. Con tu gesto, nos envías un mensaje poderoso a todos nosotros: es hora de cambiar esa idea ortodoxa de masculinidad que tanto daño ha causado y adoptar un modelo más humano y equitativo.
Espero que tus acciones inspiren a otros líderes y ciudadanos a reconocer que llorar y tener miedo también es cosa de hombres. Este es el tipo de valentía que necesitamos para construir una sociedad más justa y empática.
Gracias por ser un ejemplo de coraje y humanidad en el ámbito político. Espero que sigas en esta dirección y trabajes por un futuro donde el poder y la masculinidad sean más inclusivos, con espacio para la vulnerabilidad, la compasión y la empatía.