España avanza en la desescalada de la crisis sanitaria de la Covid-19, una etapa que al igual que las precedentes, está marcada por la incertidumbre. A medida que comienzan a aplicarse las medidas de desconfinamiento a lo largo del territorio, surgen nuevos interrogantes sobre cómo será la vida post-Covid. ¿Las empresas continuarán priorizando el teletrabajo? ¿Qué pasará con la educación, se establecerá una modalidad mixta entre clases presenciales y aprendizaje virtual? Muchas de estas preguntas aún no tienen respuesta. Sin embargo, lo que no está en cuestionamiento es que la llamada “nueva normalidad” presentará retos y que la clave para superarlos será la digitalización. Esta transformación ha sido un factor decisivo para la continuidad de la vida cotidiana y para el sostenimiento de la actividad económica, y seguirá determinando la competitividad incluso tras la pandemia.
En los últimos meses ha quedado demostrado que la digitalización y la conectividad son factores claves en momentos de crisis. Las soluciones digitales y el sector de las telecomunicaciones han tenido un rol fundamental a la hora de garantizar la continuidad de actividades económicas y sociales y sobre todo, el soporte a los servicios sanitarios de emergencia. “Las redes de telecomunicaciones han demostrado su robustez y fiabilidad ante picos de tráfico sin precedentes, en un contexto en el que une tanto la conectividad y como la digitalización han sido críticas”, concluye la Asociación Española para la Digitalización, DigitalES en su guía reciente sobre la situación post-pandemia.
Pero si hoy es posible hablar de una respuesta exitosa por parte de los operadores de telecomunicaciones, es gracias a la solidez de las infraestructuras y redes que han demostrado su resiliencia a pesar del incremento del tráfico de datos que, según Vodafone, han sido del 90% en abril en comparación con mes del año anterior. Cabe recordar que, según datos de la consultora Deloitte, España es líder en despliegue y cobertura de red en Europa y las redes 4G alcanzan el 97% de la población. España es también uno de los principales países de la Unión Europea con mayor número de ciudades con servicios de 5G. Lo que deja al país en una buena posición a la hora de analizar el fortalecimiento de sus redes, al destacarse también por ser el tercer país europeo por número de conexiones de fibra óptica.
Aunque si, de cara al futuro, España quiere seguir liderando en digitalización, deberá acelerar la transformación y reactivar las inversiones en sectores claves. Como así también acelerar el despliegue de las redes 5G que permitirán incrementar la conectividad y revolucionar sectores como el de la sanidad, entretenimiento, transporte, entre otros. Un pedido que llega desde la Comisión Europea, a través de su vicepresidenta ejecutiva Margrethe Vestager, quien instó a los Estados miembros a limitar cualquier retraso en sus asignaciones de espectro 5G.
Después de todo, no hay que olvidar que este balance positivo de la situación en España no es la norma en el resto de Europa. Así como las redes e infraestructuras de telecomunicación españolas se han destacado en esta época de crisis, esta situación también ha dejado al descubierto una pronunciada brecha digital entre los países europeos. El año pasado, el Índice de Economía y Sociedad Digitales (DESI) de la Comisión Europea, ya había revelado que si bien la mayoría de los países de la Unión Europea habían mejorado su rendimiento digital, a otros todavía les falta recorrer un largo camino para alcanzar a los líderes como Finlandia, Suecia o los Países Bajos. La conclusión del informe es que la UE en su conjunto, necesita mejorar su desempeño para competir en el escenario global. Francia, por ejemplo, es un país que va a dos velocidades en lo que respecta la digitalización. En 2019, la Asociación de Consumidores UFC-Que Choisir estimó que 6,8 personas en el país están privadas de un acceso mínimo a internet de calidad. El estudio también da cuenta de una importante brecha entre las ciudades francesas. En zonas rurales, la proporción de habitantes con acceso a internet cae al 69%, frente a otras regiones donde el porcentaje alcanza el 95%.
Esta brecha entre países europeos se ha hecho aún más visible durante el confinamiento obligatorio, cuando las redes y la conectividad se han puesto a prueba. Y no todos los países miembros han pasado el examen. Mientras España destaca en el apartado de conectividad en el DESI, gracias a la amplia disponibilidad de redes de banda ancha fijas y móviles ultrarrápidas, otros países, como por ejemplo Italia, aún están bastante lejos de alcanzar estos estándares.
Italia está por debajo de la media de la UE en lo que respecta la conectividad y el desarrollo de la tecnología digital, según datos del DESI. Además, las cifras del Instituto Nacional de Estadística italiano (ISTAT) demuestran que el 23,9% de las familias italianas aún no tiene acceso a internet. Mientras que los datos del Índice de la Comisión Europea revelan que la población italiana todavía carece de conocimientos digitales básicos, lo que también se refleja en el bajo uso de servicios en línea.
Algo similar ocurre en Portugal, donde según la Asociación de la Economía Digital (ACEPI), el 50% de la población tiene habilidades digitales muy básicas. Lo que dificulta la migración hacia el mundo digital, condicionada además por la carencia de redes sólidas. Recientemente, ante el incremento del tráfico en redes durante el confinamiento, Portugal ha debido adoptar medidas excepcionales para el sector de las comunicaciones electrónicas. Entre ellas, se destaca la identificación de servicios críticos de comunicaciones electrónicas y la distinción de categorías de clientes prioritarios. El objetivo es regular la gestión de la red, para así poder evitar su congestión y garantizar la continuidad de servicios críticos.
Ahora que lentamente, el tráfico se estabiliza, es momento de pensar cómo seguirán los esfuerzos de digitalización en el período post-Covid. En ese sentido, muchos insisten en la necesidad de continuar invirtiendo en la digitalización de empresas y gobiernos, para así poder mejorar la competitividad europea. Como ha quedado demostrado en los últimos meses, la digitalización es una herramienta clave y aquellos países con infraestructuras sólidas, han estado mejor preparados para superar algunas de las dificultades planteadas por esta situación excepcional. En el período post-Covid, la clave estará en la actualización de la infraestructura digital y en la consolidación y ampliación de las redes existentes, para garantizar el acceso digital a todos los ciudadanos.
María González