Se me rompe el alma y no puedo contener mis lágrimas por mi tierra, por mi gente, esa gente que está, que va y viene, que es de cualquier color y tiene muchos acentos. No es por unos resultados, no estoy tan ciega y las cosas se ven venir, aunque quizás, en el fondo, siempre se tiene esperanza. No es por lo que pasó ayer, sino por lo que ello contrae.
Mi lectura de lo que ha pasado es clara, es un descontento tan grande y una desidia aún mayor tras 40 años de engaños y apaleamiento de un pueblo abierto y noble; una compra de votos hacia cierto sector casposo y retrógrado que quiere mantener unos privilegios encendidos por el franquismo (esclavos inmigrantes en nuestros campos; un machismo validado por el Estado y mujeres menos libres; maltrato animal legitimado por leyes; fiestas sagradas subvencionadas y un largo etcétera) y manipulación de gran parte de la incultura que reside en esta tierra fruto de años de lavado de cerebros con televisión, radio y periódicos súbditos del capital y de Madrid.
Mi lectura es clara, casi la mitad del electorado no ha votado, que sumado a quienes no han votado a cierta escoria, suma más de un 70% de andaluzas y andaluces que NO queremos a la derecha. Mi lectura es clara, la gente no ve alternativas. La gente, ese 70% o ese 50 que no ha votado, no ve opciones. Porque no existen o porque no las conocen, porque los recursos, los minutos de televisión o radio, hay que pagarlos y son para otros. Y porque gran parte de ese porcentaje nunca fue escuchado.
Lo que me rompe el alma es leer titulares en los que se dice que "La ultraderecha europea entra por Andalucía", o "Andalucía es fascista" y mil cosas más que prefiero no leer ni oír. No, la ultraderecha no ha entrado por aquí, no es más que un reflejo de lo que se está creando en este Estado llamado España, no es más que un reflejo de lo que quieren que ocurra los que "nos mandan", porque es la única manera de mantener el estatus, es la única manera de mantener este sistema, es la única manera de comprar los privilegios. Es la única manera, hundiendo a otros y otras, señalándoles con el dedo y poniéndolo en la palestra.
No, mi Andalucía no es fascista, hay fascistas en ella como en todos lados. Hay caciques en ella, como en todos lados. Hay catetos en ella, como en todos lados. Duele que te señalen por ser parte de algo que no conocen, duele que en vez de avanzar, vuelvan de nuevo las miradas a esta tierra con ojos de odio, de vergüenza, de culpabilidad, de sorna y cachondeo; duele que quienes no conocen nuestra tierra, ni ponen interés en ello, nos machacan y machacarán a cada nuevo titular envenenado, a cada nuevo dato ponzoñoso, a cada nueva imagen elegida.
No duele el ayer, porque nos ha traído un hoy y un mañana con miles de personas en las calles; porque nos va a traer un 6D en Granada rebosante de esperanza, o al menos de rabia compartida; porque nuestra juventud se moviliza, y tendrán que pasar de las flores y las batucadas al confrontamiento del antifascismo y el cara a cara. Duele que miréis y no nos veáis. Pero estamos y somos.
Míranos, búscanos, escúchanos y danos un empujoncito, no nos pongas la zancadilla, que ya bastantes veces nos la pusieron tanto desde fuera como desde dentro, desde nuestra propia tierra, nuestros propios hermanos y hermanas ciegas, mudas, sordas.
¡Por Andalucía libre, los pueblos y la humanidad!
Carta al director de Lupa Sinestris.