Palacio de la Moncloa.
Palacio de la Moncloa.

Siempre que ha habido relevos en la Moncloa la prensa rosa ha especulado con los cambios en el mobiliario que se pueden producir ante las nuevas inquilinas. Estas modificaciones se han atribuidos siempre machistamente a la mujer del Presidente, (algún día, en el futuro,  puede que incluso sean achacados al marido o la pareja de la Presidenta) como si el mandatario ni opinase sobre decoración de su hogar ni tuviese ningún gusto estético, o como si la función de comprometer gastos de la presidencia del gobierno se pudiese delegar a alguien que solamente guarda una relación simbólica con la Administración y no es autoridad  pública. Aunque esto no solo ocurre en España, pues ya fueron muy comentados los cambios de estilo en los respectivos palacios presidenciales, auspiciados o bajo la supervisión, en Francia por Carla Bruni o Brigitte Macron o en Estados Unidos por Michelle Obama o Melanie Trump.

En España todos los muebles del Palacio de la Moncloa son inventariables y se asignan a Patrimonio Nacional, por lo que no se lo pueden llevar a su casa  los que se mudan aunque sean usados o estén en mal estado. Si se consideran que estos enseres están inútiles para el fin destinado, se tiene que iniciar expediente de inutilidad, declararlo así por técnicos  y enajenarlos en su estado y por un valor residual mediante licitación pública.

Respecto a los cambios recientes de la decoración en la Moncloa, conviene destacar que Ana Botella propició en 1.996 una verdadera metamorfosis del interiorismo del inmueble, impregnando un estilo recargado, pues decía que añoraba  mucho su casa y necesitaba esas variaciones para vivir allí a gusto. Del mismo modo, la mujer de Zapatero, Sonsoles Espinosa, también auspició un cambio personal del ornato interior para darle su toque, en este caso, minimalista, hasta el punto de que se asignaron 500.000 euros del presupuesto del año 2.006  para ello. En cambio, la mujer de Rajoy, Elvira Fernández, se comportó sobria y austeramente y no quiso hacer grandes dispendios.

En Periodista Digital se anunciaba el 5 de junio que Begoña Gómez, la mujer del actual Presidente, Pedro Sánchez, quería un lavado de imagen  de su nuevo hogar (8 habitaciones, 9 baños y 3 vestidores) en el Palacio Presidencial, porque, según el medio, "no quiere que nada le recuerde a sus anteriores inquilinos". Su intención, conforme ese periódico digital, sería un cambio profundo. Aunque para tal fin, de momento, no tiene consignación presupuestaria.

De ninguna manera, se debe consentir que se desembolse el dinero de todos a manos llenas cada vez que entra un nuevo dirigente en la Moncloa, como hicieron la mayoría de los gobernantes anteriores.

Convendría observar con transparencia, por su interés, todos estos movimientos, porque la austeridad debe impregnar todas las acciones de la Administración Pública y porque los Presupuestos del Estado están para algo, fundamentalmente para cumplirlos, no para que cualquiera haga modificaciones a su antojo. El Congreso y el Senado son los órganos de representación del pueblo español, y una de las grandes leyes que debe aprobar anualmente es esta, que tiene su apartado específico en la Constitución (artículo 134).

Los Presupuestos determinan las directrices económicas del país y detallan los gastos del Estado, partida por partida. Saltárselos sin justificación motivada, sería, algo así, como no respetar la voluntad del pueblo. Ni el marido de ningún cargo público, ni la mujer o pareja, en su caso, están obligados por ley a vivir en ningún sitio; si a ellos no les gusta la decoración  pueden residir en sus propias casas y así, de ese modo, se harían cargo también de sus gastos particulares de gas, calefacción, luz, agua, teléfono, etc.

De ninguna manera, se debe consentir que se desembolse el dinero de todos a manos llenas cada vez que entra un nuevo dirigente en la Moncloa, como hicieron la mayoría de los gobernantes anteriores. El cargo y sus honores deben llevar también ciertas servidumbres y cada vez menos privilegios. Un nuevo estilo de comportamiento es posible y deseable, no solamente gestos para la galería, aunque tampoco hace falta llegar al extremo del ex mandatario uruguayo Mújica, esa magnífica y humilde persona. ¿Cuánto nos costará a todos la previsible nueva decoración? ¿Habrá transparencia en esto o habrá apagón informativo?

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