Chile y el futuro del malestar

Este proceso entero chileno es la historia de un naufragio, donde se han desaprovechado algunas posibilidades de mejorar, escuchando y concertando

El presidente Gabriel Boric en un encuentro con la mujer indígena.
El presidente Gabriel Boric en un encuentro con la mujer indígena. FERNANDO RAMÍREZ/PRESIDENCIA DE CHILE

La incertidumbre, el temor a un futuro que muchos temían ver en manos de "grupúsculos extremistas", la creciente sensación de inseguridad ciudadana, amplificada por campañas de miedo, la incorporación —por el voto obligatorio— de millones de votantes que antes nunca habían votado, algunos espectáculos “frikis” de miembros de la anterior Convención Constituyente, el exceso de brindis al sol que supuso la anterior propuesta de nueva Constitución —que fue rechazada en 2022 por un 61% de los votos—, han abocado en mayo de 2023 a una Elección del Consejo Constitucional 2023, que se compondrá de 50 miembros, donde la ultraderecha chilena, representada por el Partido Republicano de Chile, con José Antonio Kast, ha obtenido 3.468.258 votos, el 35,41%, alcanzando así 23 puestos en el Consejo Constitucional, y la derecha conservadora, representada por el partido Chile Seguro, ha obtenido 2.063.907 votos, el 21,07%, alcanzando 11 representantes. El partido del presidente Gabriel Boric, Unidad para Chile, en cambio, ha obtenido 2.800.975 votos, el 28,59%, y ha alcanzando solo 16 representantes en el Consejo Constitucional

Con una derecha más liberal y con una izquierda moderada desaparecidas, algo muy preocupante porque se pierden factores que facilitarían el diálogo, el Consejo Constitucional de 50 miembros otorga además a la ultraderecha capacidad de veto, al haber ésta obtenido más de 21 representantes,  pues ha obtenido 23 miembros que sumados a la derecha conservadora, conformarán una mayoría –absoluta- de  34 representantes, frente a los 16 del partido de Gabriel Boric.

Queda, pues, en manos de esta derecha chilena proponer, probablemente en diciembre de 2023, la futura nueva Constitución de Chile que sustituya —si se aprueba— a la proclamada en tiempos de Pinochet, en 1980. Con la enorme paradoja de que quienes tienen que proponer ahora una nueva  Constitución nunca han creído que hubiese que cambiar la Constitución de Pinochet. Previsiblemente, quedarán en el camino la formulación de un montón de derechos sociales, sexuales, laborales, y relativos a los pueblos originarios, la organización descentralizada del Estado, la presencia de las lenguas originarias, etc. que de modo muy amplio planteó la anterior propuesta rechazada.

Chile viene de un enorme cóctel de malestares: alto coste de la vida, bajas pensiones, alto precio de los fármacos, descrédito de la clase política, marginación de los pueblos originarios, etc., que dio lugar al "estallido social" entre octubre de 2019 y marzo de 2020, con luchas confluyentes de estudiantes, obreros, en manifestaciones masivas, con fuerte impulso de grupos indígenas, gran liderazgo  feminista, y una izquierda radical —aunque formada por grupúsculos múltiples—, que  forzó el camino a una nueva "Agenda Social", donde pronto —ya en noviembre de 2019— apareció la necesidad de una nueva Constitución para Chile. En octubre de 2020 se celebró el Plebiscito nacional de 2020, verdadero inicio del proceso constituyente para la redacción de una nueva Constitución. En mayo de 2021 hubo elecciones para elegir los 155 ponentes de la Convención Constituyente, y finalmente, la Convención Constituyente arrancó en julio de 2021

Mientras tanto, en noviembre de 2021, se produjo la primera vuelta a las Elecciones Presidenciales Chilenas, que ganó el candidato de la ultraderecha José Antonio Kast, si bien en la segunda vuelta de diciembre de 2021 Gabriel Boric logró una mayoría de votos, que lo llevó a la presidencia, aunque la ultraderecha mantuvo en este segunda vuelta dos millones de votos.

 Finalmente, en julio de 2022, la Convención Constituyente se declaró disuelta, habiendo generado un texto-propuesta de Constitución, que finalmente se sometió en septiembre de 2022 al Plebiscito constitucional de Chile, siendo rechazada la propuesta por el 61.89 % de los votos.

Si en el año 2019 el “estallido social” mostraba un gran conjunto de malestares, en septiembre de 2022 el rechazo a la propuesta constitucional indica que los malestares continuaban,  y que pese a los supuestos amplios derechos que prometía el texto, muchos no sintieron que fuera a solucionar sus problemas concretos. En las pasadas elecciones a un nuevo Consejo Constitucional se vuelve a mostrar -por cuarta vez- que el malestar continúa. 

Este proceso entero chileno es la historia de un naufragio, donde se han desaprovechado algunas posibilidades de mejorar, escuchando y concertando. Lástima, pues todo indica que el futuro texto constitucional seguirá muy de cerca la estela de la constitución pinochetista, y en muy diversos sectores de la sociedad chilena, las esperanzas -quizá excesivas- que algunos habían  puesto en el poder taumatúrgico de una Constitución, cederá muy pronto el paso a una grave desilusión y quizás desafección por las formas parlamentarias. Chile está -en España esto nos suena de algo- en una política pendular desde hace años, y me temo que la siguiente vuelta del péndulo irá hacia una futura radicalización de posturas, por una parte en la derecha conservadora y la ultraderecha, y por otra parte una radicalización futura en la izquierda, que harán más débil aún el cascarón del viejo Estado...

Ojalá me equivoque, pero parece el cuento chileno de nunca acabar, desde 1967.

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Comentarios (2)

Francisco Hace 1 año
Buen artículo y oportuno, aviso para navegantes
Francisco Hace 1 año
Muy oportuno y buen artículo, es como aviso para navegantes. Gracias
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