Dos meses ya de Confesiones. Sesenta artículos y seguimos igual en todo lo que respecta a la pandemia. Igual no, con más de 27.000 muertos. Al decir igual me refiero a más dudas que certezas, con más preguntas que respuestas. La ciencia dice y se desdice, la política… la política cada vez más a lo suyo. Miren, leído en El País hoy miércoles 13: “Sanidad plantea que la mascarilla sea obligatoria en todos los espacios públicos”. Y ahora lean esto otro, leído solo con dos minutos de diferencia en La Vanguardia: “la mejor mascarilla es la distancia social de dos metros”, declaraciones de Fernando Simón tras su intervención cotidiana. Así, a bote pronto, también es posible que Simón haya pedido su traslado a otro ministerio y esté barajando muy seriamente irse al de Igualdad –bueno, ahí no sé… lo mismo si se hace una reasignación de género…- o a alguno de los nuevos a los que les han puesto nombre de plan quinquenal soviético… o tal vez Simón solo empieza a estar como la mayoría del personal, un poco zumbado tras estos dos meses.
Ayer se pasó mi amigo F. por casa –en realidad F. era G. cuando fue malote el sábado y decidimos que lo mejor era encubrirlo, pero recuerde, señor lector agente de la comandancia de la Guardia Civil, que fue una experiencia piloto sobre las ya autorizadas reuniones caseras, sea indulgente- y estuvimos intercambiando lo curioso que resultan muchas cosas que nos dicen, como que con el virus tengas que poner la ropa casi hirviendo en la lavadora durante horas y luego vas y te lavas un minuto con agua incluso fría y jabón… y ya. Sin virus. Ya. O por qué nos dicen que el virus puede estar operativo –me encanta la palabra, no me he podido resistir- horas o dos días, según la superficie, y luego tienen a la gente acojonada con la ropa que se pone o con la desinfección de sitios que llevan meses cerrados. Y los zapatos… hemos pasado de “déjalos en la puerta de casa”, casi en plan “Geisha recibe a la manera tradicional…” o como hacia la madre de mi amigo E., un amigo del barrio, que obligaba a las visitas, ya a finales de los 70 –toda una pionera- a dejar los zapatos en el recibidor y ponerse una especie de mocasines indios, daba igual, por supuesto, quien se hubiera puesto antes las ‘chirucas’… aunque ahora que lo pienso me da que era más por tener impoluto el parqué –ese lujo de la clase obrera de entonces- que por cualquier cuestión relacionada con la higiene o las enseñanzas orientales… Total, que nos dispersamos, que decía que hemos pasado de dejar el calzado en la puerta a simplemente da igual. Ya ven, de doscientas y pico palabras a dos: “da igual”. Directamente. Eso lo dijo el otro día un doctor por la tele. En fin.
Con los guantes de látex pasa tres cuartos de lo mismo, hemos pasado del sí, al ‘pa qué’. Al ‘pa qué’ con tendencia negativa, ya que nos advierten de que tanto sudor en las manos al final se pueden convertir en un perfecto nido de hongos…
De verdad que no sabes. Yo pienso que mascarilla y guantes tendrán su sentido, pero los médicos piensan que “total, si esta vasca se los pone y se los quita de cualquier manera…”, vamos, que en un mundo perfecto sería que sí, pero que al final, con lo que hay –lo que hay somos todos nosotros- pues es ‘pa nah’.
Dejémoslo por ahora porque no vamos a llegar a ningún sitio, así que demos paso a Cutura Infecta que hoy trae dos temas. En primer lugar está el documental Descubriendo a Anna Frank. Historias Paralelas. Lo que veo en TVE tenía cierto interés hasta que la simplificación –o la simplicidad, elijan- del reportaje nos lleva a la comparación del mito con Greta Thunberg, así que mejor pasamos al siguiente tema y felicitamos en su 70 cumpleaños a Stevie Wonder, un artista capaz de lo mejor –Superstition o Master Blaster- y de auténticos engendros como I just called to say i love you. Por no recordar a Stevie, un tipo que lógicamente no ha conducido –suponemos- en su vida, diciendo a la gente que no lo haga si bebe mientras él iba en el mismo vídeo sin cinturón de seguridad, las cosas de mediados de los 80…
En Desinfección y Chuletas, una sección que nace del agua y del hidrogel, toma cuerpo la posibilidad, ya avanzada en Confesiones anteriores, de que lo mismo me da por estudio otro grado de letras… y la certeza de que voy a seguir con la vieja tradición de seguir copiando. El documental sobre Anna Frank trae del futuro (o así) a la palma de mi mano derecha una chuleta sobre Joseph Roth y su obra agrupada Zuckermann encadenado, formada por cuatro novelas cortas, una de ellas La visita al maestro, un artefacto del escritor norteamericano sobre la posibilidad de que la joven amante de un gran escritor ya talludito fuera en realidad la adolescente judía, que habría sobrevivido a los campos de concentración. Totalmente recomendable…
La microsección última va con dos pequeñas piezas. La izquierda cree que tiene material con el tema del apartahotel en el que se hospeda la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que, por cierto, está disparada en las encuestas… pese a portadas como la del finde en El Mundo, una dolorosa en manos de cualquier imaginero. Santa Isabel en su Mayor Ayuso. Simplemente, desconocemos de dónde salen estos políticos. El otro asunto es la disposición de Sánchez a no pasar el mismo quinario cada dos semanas con el tema de la renovación del estado de alarma; todo indica que su próxima solicitud para un mes porque parece que el presidente ya se ha cabreado con la periodicidad que él mismo y no otro le dio a este tema…
Cuídense.
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