Hoy domingo se cumplen 42 años de la aprobación en referéndum de la Constitución española. Aquel 6 de diciembre de 1978 los españoles acudieron masivamente a las urnas con la ilusión de comenzar una nueva etapa democrática. Más de cuatro décadas después, podemos estar seguros de que el esfuerzo que realizaron por alcanzar acuerdos no fue en vano. Nuestra actual Constitución, la que más años ha permanecido vigente de nuestra historia, hizo posible un marco de convivencia en el que se integraron personas de diferentes ideologías. Por primera vez en casi dos siglos, España tenía una Carta Magna que no estaba al servicio de ningún partido o tendencia y en la que cabían todos los ciudadanos.
Aun no siendo especialmente original, nuestra Constitución logró combinar lo mejor de la tradición del constitucionalismo continental europeo. Su gran valor es precisamente ese: fue y sigue siendo una Constitución útil, que ha servido para que los españoles gocen de muchos e importantes derechos y libertades. Por estos motivos la Constitución española de 1978 está siendo cada vez más valorada y estudiada en todo el mundo en el campo del Derecho Comparado.
Conviene no olvidar que, con sus luces y sus sombras, el periodo que nació a raíz de la aprobación de la Carta Magna es, sin duda, el que más estabilidad y desarrollo económico ha proporcionado a nuestro país. Por ello, los españoles no sólo podemos estar orgullosos de los frutos de nuestra Transición, sino que debemos reivindicar los avances democráticos de una Constitución que, por desgracia, es menospreciada con frecuencia desde posiciones radicales y desde las filas del nacionalismo. Resulta paradójico, puesto que nuestro modelo territorial ha permitido que las comunidades autónomas desarrollen un nivel de autogobierno que está entre los más altos de Europa, siempre alejados del populismo y el extremismo.
Incluso a las personas que nacimos con la Constitución vigente, este balance positivo no debe llevarnos ni al conformismo ni al triunfalismo. En plena pandemia y en un momento de cambios tecnológicos cruciales, la sociedad española tiene que afrontar importantes retos de futuro. Para ello, la mejor garantía de éxito es permanecer unidos en un marco legal de convivencia estable y democrática como el que nos proporciona la monarquía parlamentaria refrendada en la Constitución de 1978. Ojalá continuemos celebrando su aprobación durante muchos años.
Germán Beardo, alcalde de El Puerto de Santa María.