Durante toda la Transición, y en la década de los 80 y 90, la antigua Construcciones Aeronaúticas (CASA), ahora Airbus, siempre fue un ejemplo de lucha y reivindicación de los derechos y libertades.
Muchos y muchas de los que actualmente trabajamos en Airbus hemos heredado ese legado. Actualmente nos encontramos en una situación de conflicto, y los motivos del mismo no son ajenos o distintos de los que se están manteniendo en el conjunto del Estado, en Europa y a nivel mundial. Está en disputa la plusvalía que generamos los trabajadores y trabajadoras y cómo repercuten, los efectos de elementos diversos en la economía y en este caso en los costes laborales y en los salarios de los trabajadores y trabajadoras.
En un primer análisis observamos que, una vez agotado el periodo que dio lugar a la creación del grupo hace 20 años, la multinacional entra en un nuevo ciclo económico.
Haciendo un poco de memoria, España tomó la decisión de adherirse al acuerdo alcanzado por DaimlerChrysler, Lagardère y Sogepa, con el conjunto de actividades que comprendía la antigua CASA. El 2 de diciembre de 1999 se firmó en Madrid el acuerdo de integración de CASA-DASA Y Aerospatiale Matra en EADS (European Aeronautic Defence & Space Company).
El Gobierno español, a través de la SEPI, se hizo con el 5,58% de las acciones, convirtiéndose en uno de los socios fundadores, junto con Reino Unido, Alemania y Francia —en acuerdos posteriores los porcentajes accionariales de los países se vieron reducidos, España tiene actualmente un 4,2%—. Paralelamente, la SEPI rubricó un acuerdo con las confederaciones de CCOO y UGT que garantizaba la participación, control y seguimiento sindical en el proceso de integración. La inversión inicial acordada garantizaba tanto competencias como mantenimiento de capacidades, además de retorno industrial en las plantas españolas.
Dentro de este hito, la participación en los programas A380, A400M y Eurofighter 2000 permitieron a España alcanzar cifras de retorno industrial cercanas al 14%, muy por encima del compromiso inicial contemplado en el acuerdo. Nuestros costes salariales, sensiblemente inferiores a los de los demás países iniciales del grupo, así como la industria auxiliar española, ayudaron al crecimiento del sector aeroespacial en nuestro país. Para contextualizar este periodo de éxito, sirvan como ejemplo los datos de plantilla en España: en el momento de la integración era, aproximadamente, de 7.000 trabajadores y trabajadoras, y veinte años después, es cercano a los 13.000.
Todas estas cifras estaban avaladas por una serie de compromisos entre el Estado español y la compañía, tales como:
Inversiones de, al menos, 60.000 millones de las antiguas pesetas.
Participación de, al menos, un 10% en el A380.
Reconocimiento del liderazgo español en el programa A400M (con la línea de montaje final en nuestro país).
Transferencias de hasta 100 millones de euros al año en carga complementaria.
Responsabilidad en la venta de los aviones militares de transporte.
Participación en los aviones de combate de quinta generación y otras actividades diversas (aeroestructuras, misiles, entrenadores, helicópteros, etc.).
Y, lo más importante de todo, participación y control sindical de los acuerdos, y presencia de estos en los órganos de representación supranacional.
Ante estos datos, podemos afirmar con rotundidad el acierto de la decisión de integrarnos en EADS, después Airbus. Es por ello que en el año 2020 como consecuencia de la covid-19 , el Gobierno de España, entre uno de los muchos problemas que tuvo que hacer frente, lo hizo con el sector aeroespacial, el cual se vio afectado como nunca antes se había visto en las anteriores crisis. La paralización del tráfico aéreo junto con las medidas restrictivas respecto de la movilidad, llevaron consigo meses muy difíciles.
Cabe señalar que el Gobierno estuvo a la altura de las circunstancias, declarando al sector aeroespacial, sector estratégico y esencial, así como renovando los acuerdos iniciales con Airbus tanto en la compra de elementos, como en financiación y en cooperación geopolítica.
En la década de los 2000, el crecimiento económico e industrial de la compañía, gracias a los compromisos de los países fundadores, llevó en paralelo un aumento tanto en la calidad del empleo como en la cantidad, así como los elementos asociados a la negociación colectiva con unas crecimientos salariales acordes a la actividad realizada así como al valor añadido que producía. En este período la paz social así como el clima negociador y de concertación entre las empresa y los sindicatos fue clave para el fortalecimiento sin fisuras de la empresa, haciéndola líder del sector en diferentes momentos frente a la todopoderosa Boeing.
Ahora en la actual situación, por un lado, incertidumbres en diferentes aspectos; escasez de materias primas, crisis energética, guerra en Ucrania, y probablemente algún elemento más... Sin embargo los beneficios de las empresas y en este caso Airbus no dejan de aumentar, todo ello sin repercutirlo en los salarios de los trabajadores y trabajadoras, que cabe recordar, asumieron decisiones muy difíciles durante la covid y dieron una muestra de compromiso sin fisuras. Por ello Airbus debe ser sensible a esta situación y acceder a una revisión salarial justa, en las que los trabajadores y trabajadoras no pierdan poder adquisitivo.
Es necesario volver al clima de concertación social y de negociación, todos los elementos anteriormente señalados coinciden en que el mejor momento y de mayor crecimiento tanto de la empresa como de los trabajadores y trabajadoras vino acompañado del entendimiento entre las partes.
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