Después de escuchar y ver a Leiva en su concierto salimos todos con la adrenalina bajo el brazo.
Seguíamos sus canciones, Terriblemente cruel Como si fueras a morir mañana.
Leiva es sencillamente sencillo y por eso gusta, porque ofrece verdad en sus letras ojalá no me sueltes el brazo, ojalá no te muerdas el labio como cuando quieres llorar… porque a veces no basta un por que sí y me acusas de escupir siempre al cielo de quererte y no buscarte.
Y así van sus poemas llenando el aire de vibraciones que te hacen saltar, cantar con él y subirte arriba en el escenario junto a sus guitarras. Sí. Guitarras porque durante el concierto cambiaba de eléctrica a acústica varias veces según qué canciones Te juro que no sé cómo alejarte de mí.
El que fue miembro del grupo Pereza dice sé que no puedo atarme a la vida de nadie, pero se ata a la música y nos devuelve su magia cuando escribe esos mensajes de hombre solo de equipaje. Enamorado y desenamorándose para poder escribir temas que te hacen morderte el labio.
Fue en Sevilla, en un marco de los que se dicen incomparables. Pero resulta que hay que escribir lo que es increíble y lo será eternamente; La Plaza de España de la capital hispalense, que se vistió de verde y rojo antes del inicio del concierto. El público coreó a sus colores, el himno del Betis y el Sevilla.
Luego marcando los minutos y los segundos en un reloj digital sobre una pantalla gigante gritamos a la vez 3, 2 1…0 y su sombrero se reflejó haciendo sombra. Las setenta mil almas lo recibimos entre aplausos y gritos. Había una comunión entre el escenario y los de abajo.
Entonces sus portentosos músicos, donde destacaron las dos trompetas, fueron acomodándose en su sitio desde donde hicieron magia junto al compositor madrileño que se confesó enamorado de Sevilla, donde vivió años de comienzo buscando su suerte. Por eso, conocedor de las carencias y dificultades agradeció el esfuerzo que se hace al comprar la entrada.
Leiva ha ganado en profundidad cosiendo heridas emocionales. Seduciendo con sus letras y esa voz rota que susurra. Es un viento fresco, un romántico generoso de letras, en su vida personal no lo sé, pero tiene algo hermoso que gusta en su elegancia contando sus qué y porqués.
Generoso en sus temas, desnuda sus sentimientos y te los lanza para que lleguen a ti como un premio de consolación.
Leiva deja huella todo el rato, al que veo como un vaquero de sombrero echado con la libertad de licenciarse en una elegancia peculiar.
Y de esta manera nos roza como Cuando te muerdes el labio.
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