La muerte veraniega de Dios

Que sigamos teniendo buen verano, que nos sigan timando pero con arte y galanura, que aprovechemos el fresco que aún pulula por el clima de Sevilla

Catedrático de Estructura de la Información, Universidad de Sevilla. Entre 1974 y 1991 ejerció el periodismo en medios y gabinetes de comunicación. De todas las tendencias. Desde 1991 hasta ahora es profesor de periodismo. Ha tenido su faceta de literato. Más de veinte libros publicados sobre Comunicación, Historia, Periodismo y Antropología. Once libros de poemas, tres de narrativa, algunos premios, estancias académicas en el extranjero (América y Europa). Ama la música y el gazpacho. Y cree que el periodismo es imprescindible. 

Turistas en Sevilla, en imagen de archivo.

Pues es verdad que Dios debe haberse muerto, sobre todo en verano. Las ciudades más turísticas del mundo no hacen más que cobrar por ir de bureo y aun así el turismo está subiendo, la gente paga, pensará que donde caben dos caben tres, que, ya puestos a gastar, el óbolo turístico no supone gran cosa y o subimos mucho los impuestos o acudimos a psiquiatras, psicólogos y curas a ver si nos dicen dónde está Dios para darle un sentido a nuestras vidas porque no puede ser normal este trajín de un lado a otro y esos bosques coloridos de sombrillas a pie de playas donde empiezan a no caber ni las mascotas. Esto último sí sería más serio aún, hay quien daría su vida por sus mascotas matando a un ser de su especie antes de aplicarle un correctivo al animal. Ya hablaré de esto otro domingo.     

Hay otro problema más. ¿Son psiquiatras y psicólogos personas libres de la 'adicción' turística? Quiero decir si son capaces de controlarla porque el que más y el que menos se da una vuelta por ahí, pero eso es una cosa y hacer fotos a diestro y siniestro -menores y niños incluidos- para que las vean familiares, amigos y conocidos al instante, otra muy distinta, el gentío ha renunciado a su vida privada y a la protección del menor, te va diciendo dónde se halla, lo que come y lo que le gusta en cada momento, es una retransmisión de la vida de cada cual casi en directo. 

El mundo digital te permite adquirir poder y notoriedad ante el resto y al resto ante ti, es una dinámica de mensajes implícitos, una aplicación corregida y muy aumentada del 'ahora estoy en Pinto, ahora en Valdemoro'. Tal vez puede que, a los ojos de la psicología, estemos entre Pinto y Valdemoro, esto es, no muy centrados y que la vida privada y nómada sobre todo del verano sea una forma de ostentación y de buscar en los demás unos minutitos de gloria como ese sector del publico que agita intensamente los brazos cuando se encuentra en un estadio deportivo y se da cuenta de que la tele lo está exponiendo alegre y feliz a la vista de todo el planeta. En este caso son segundos de gloria. 

¿Se acuerdan los más viejos que me lean de aquel programa de la televisión franquista, Reina por un día? Una chavalita del medio rural era conducida a la capital y expuesta al país a través de TVE y se la colmaba de regalos y luego otra vez al pueblo. Hay algunos equivalentes hoy, salvando las distancias. Por ejemplo, cuando nos traemos a un morito del Sahara, le damos Coca Cola, le enseñamos la playa, etc. y luego otra vez al desierto. ¡Qué acto progresista! Me emociono con estos detalles revolucionarios.

El 'recogimiento espiritual' turístico de antes ya no se lleva, es de pobres. Irse al pueblo de tus antepasados, pasarlo pipa allí, en las verbenas, en las tascas, en los riachuelos, en los atardeceres, o  enterarte de lo que es un pavo y hasta verlo en directo moverse, pavonearse, hacer gluglú el macho cuando se enamora, observar cómo se ordeña una vaca, charlar con las gentes sabias del campo o de la montaña…, eso ya es propio de los pobres que no tienen adónde ir por falta de pecunio, ahora es obligado irse muy lejos, lejos o muy lejos, mandar fotos y videos y llegar morenos a la oficina.  

En América Latina, a los habitantes integrados en la mentalidad occidental les gusta ser blanquitos y cuando les he dicho a algunos que aquí nos gusta estar negritos en esta época se han extrañado. “Nadie está contento con lo que tiene”, decía mi madre, oriunda de Las Navas de la Concepción, Sierra Norte de Sevilla, estupendo lugar para las vacaciones, sobre todo otoñales e invernales, encantadora Rivera del Huesna, sosegadora Cartuja de Cazalla. Y, sin embargo, por más que haya prosperado, se está vaciando.   

¿Y qué tiene que ver todo esto con la muerte de Dios? Está claro, metido todo en su contexto, Nietzsche tenía más razón que un santo de esos que se han muerto también. Bueno, tenemos la fiesta de la virgen a la que sacamos de paseo en todas partes y luego a su templo que hay prisa por ir de viandas y de nuevo a la algarabía. El otro día estaba escuchando RNE y los informativos parecían un NO-DO de la Moncloa e incluso la festividad de los 25 años de Paz con los que también Franco nos deleitó en el cuarto de siglo de su victoria sobre los rojos ateos. 

¡Madre mía! Aquello era, en lugar de 'Su Excelencia el Jefe del Estado, Generalísimo Franco, ha inaugurado un nuevo pantano', 'Gracias a la Paz y Estabilidad Económica que nos ha traído el Progresismo, la ciudadanía se ha lanzado a las vacaciones estivales en el puente más esperado del año con la gasolina más barata'. Luego las consabidas alarmas por el calor y que Mbappé había marcado su primer gol con el Real Madrid. 

No han sido los rojos quienes han matado a Dios por mucha imagen santa que rompieran y por muchas iglesias que quemaran, ha sido el capitalismo liberal, la codicia, la inmadurez, la sociedad de consumo culminada por la sociedad digital. Nietzsche anticipó que tras la muerte de Dios numerosos dioses lo reemplazarían. Así ha sido. El Ocio en su más amplia concepción es el nuevo Dios y estas vacaciones aparentemente exageradas que observo prueban el vacío interno del personal.  

La verdad está dentro de uno, sostiene la filosofía oriental, entre otros pensadores. Todos los días me mandan frases lindas que nadie es capaz de llevarlas a la práctica. El mundo se ha llenado de citas de filósofos, literatos y místicos, las citas son otro de los dioses que han nacido tras la muerte de Dios. No es que la gente lea más, es que el dios Internet te las facilita, muchos han descubierto la pólvora con las frases lindas. Más vale tarde que nunca.  

Antes he hablado de psiquiatras. Freud mató a Dios casi al mismo tiempo que Nietzsche y encima tachó de neurosis la creencia en Dios. El otro día estaba releyendo su última obra antes de morir en 1939, se llama Moisés y la religión monoteísta, estaba buscando lo de matar al padre, una teoría que la resume muy bien en esa obra aunque la desarrolle en Tótem y Tabú, que yo sepa. 

Me llamó la atención que la época de Freud y la actual son algo parecidas. Lean lo que decía el genio vienés al que tantos critican porque queda muy guay criticar a un genio sin comprenderlo siquiera y tal vez sin leerlo: 

 "Vivimos en una época harto extraña. Comprobamos, asombrados, que el progreso ha concluido un pacto con la barbarie. Como quiera que sea, los sucesos han venido a dar en una situación tal que las democracias conservadoras son hoy las que protegen el progreso de la cultura, y por extraño que parezca, la institución de la Iglesia católica es precisamente la que opone una poderosa defensa contra la propagación de ese peligro cultural. ¡Nada menos que ella, hasta enemiga acérrima del libre pensamiento y de todo progreso hacia el reconocimiento de la verdad! Vivimos en un país católico, protegido por esa Iglesia, sin saber a ciencia cierta cuánto durará esta protección. Pero mientras subsista es natural que vacilemos en emprender algo que pudiera despertar su hostilidad. No se trata de cobardía, sino de mera precaución, pues el nuevo enemigo, a cuyos intereses nos guardaremos de servir, es más peligroso que el viejo, con el cual ya habíamos aprendido a convivir". 

El nuevo enemigo era el psicoanálisis, hoy es la sociedad a la que llamamos posthumana. Añade Freud: "Jamás he vuelto a dudar que los fenómenos religiosos sólo pueden ser concebidos de acuerdo con la pauta que nos ofrecen los ya conocidos síntomas neuróticos individuales; que son reproducciones de trascendentes, pero hace tiempo olvidados sucesos prehistóricos de la familia humana; que su carácter obsesivo obedece precisamente a ese origen; que, por consiguiente, actúan sobre los seres humanos gracias a la verdad histórica que contienen".

Freud no sólo mató a Dios equiparándolo a una enfermedad neurótica de origen ancestral, sino que también se cargó a Moisés de quien afirmaba que no era judío sino egipcio. Esto bastó para que los ultras judíos lo apartaran de su cultura. Freud se basó en las hipótesis de Sellin sobre la muerte de Moisés, que, más o menos, afirmaban que Moisés se volvió tan fanático con su único Dios que no había quién lo aguantara en su crueldad y decidieron acabar con el portador de las Tablas de la Ley. 

Nuestra época ha rematado a Dios, se ha quedado con sus ritos y su iglesia -que subsiste a duras penas- y a Dios lo ha matado y, como dijo Freud, es la derecha más conservadora la que persigue recuperarlo y equilibrar a una sociedad supuestamente desequilibrada que va por ahí como pollos sin cabeza, arremolinándose en los aeropuertos con paciencia infinita, criando cánceres de piel bajo el sol y ahoyando el asfalto de las carreteras.

Donald Trump tiene en el denominado nacionalismo cristiano uno de los pilares básicos de su campaña frente a la abortista Kamala Harris. Algo similar persiguen los políticos ultraconservadores europeos, Santiago Abascal es más papista que el Papa, no le cae nada bien Francisco a Santiago y cierra España. 

El mundo salvaje-liberal está dejando a la sociedad en manos del maligno y del Anticristo y ahí están los resultados: un Dios muerto que en el estío solo sobrevive en los monasterios que cada vez están más deteriorados. No sé si quedará alguno que en las vacaciones admita a ejecutivos agresivos a los que su agresividad excesiva los llevó al diván y les aconsejaron calma en las inversiones y reposo monacal transitorio porque el ejecutivo pasa y la Banca y la Bolsa permanecen. 

Tal vez esa derecha que busca las raíces cristianas de Europa y de Estados Unidos haga posible un ambiente veraniego en el que la gente se vaya a meditar entre claustros y cipreses y cante maitines y vísperas al ritmo de Taylor Swift en conciertos donde no se dé ni una puñalada porque las puñaladas hayan desaparecido, que ésa es otra historia como decían en la película Irma la Dulce.  

Que sigamos teniendo buen verano, que nos sigan timando pero con arte y galanura, que aprovechemos el fresco que aún pulula por el clima de Sevilla, he leído que a finales de siglo tendremos mes y medio a más de 40 grados diarios. Y como Dios lleva bastante tiempo en el otro mundo, a ver quién arregla el desaguisado porque de Dios lo que queda es su memoria.