Mucho jaleo con eso de que el poder coyuntural de la Moncloa quiere matar la libertad de prensa. En todo caso la remata. La libertad en la prensa hace siglos que no existe, si es que existió algún día. La prensa la inventaron esos que llaman los ricos, empezó a nacer en la Baja Edad Media y se comenzó a consagrar en el XIX y XX.
Donde hay patrón no manda marinero. En lo que se llamó el protoperiodismo, las noticias iban dirigidas a los segmentos más mercantiles de la sociedad, la mayor parte de la gente no sabía ni leer ni escribir. Cuando estalló la llamada prensa de masas en el XIX fue en gran medida gracias a las noticias de sucesos, el ciudadano, en general, nunca se ha querido complicar la vida y así sigue, se evade con el morbo de observar las desgracias ajenas, supongo que mi docta parroquia de lectores se habrá dado cuenta.
Dicen que Estados Unidos ha sido siempre el país de la libertad de prensa pero para criticar abrumadoramente al poder político que es lo que seguimos haciendo ahora. Recuerden el dicho: “en EEUU se puede criticar a un presidente, pero nunca que ha aparecido una mosca en una botella de Coca-Cola”. Señoras y señores: los Pedro Sánchez, etc., pasarán, la banca y los fondos de inversión, quedarán. Es más, puede que en el futuro veamos al señor Sánchez trabajando para ellos o similares.
A finales de los años 80 del siglo XX Ronald Reagan liberalizó aún más la concentración mediática en su país, una obra que prosiguieron los Bush y que no eliminó el Partido Demócrata. Miren por donde es el inefable Donald Trump el que está contra la concentración mediática y el gran poder mediático contra él con excepciones como la cadena Fox, propiedad de la familia Murdoch, llevada a Netflix en la serie Succession. Los Murdoch controlan The Times, The Sun y The Wall Street Journal, entre otros muchos. Al final de un documental estadounidense muy crítico con la falta de libertad en la prensa estadounidense, Sombras de libertad, aparece el patriarca de los Murdoch, Rupert Murdoch, afirmando con toda claridad que había dado a su imperio mediático la consigna de que arrimaran el ascua a la sardina del Partido Republicano.
En el campo del periodismo de investigación, podría largarles una lista de periodistas censurados y llevados a los tribunales en USA por no desvelar sus fuentes, pero como me he propuesto ser más breve -algo que nunca logro- me la voy a guardar. El caso Watergate fue una treta del Poder para librarse de Nixon, Kennedy no tuvo esa suerte.
En América Latina, media docena de grandes grupos controlan un elevado tanto por ciento de los mensajes que la gente recibe y además no es raro que apoyaran golpes de Estado y están aliados con la banca USA (Goldman Sachs…) y la televisión USA (CBS, etc.). A su vez, tienen o han tenido alianzas con grupos mediáticos (Prisa, Vocento) y bancos españoles (Caixabank).
En España la concentración mediática se ha estimulado también, la TV privada empezó en 1989 y sus socios mayoritarios no podían poseer más del 25% de las acciones. Hoy se pueden quedar con el 100%. Y ya sabemos que, en cuanto a columnistas y tertulias mediáticas, no se eligen únicamente por sus conocimientos e independencia sino, ante todo, y como regla general, por ser de una cuerda o de otra y por presiones de lobbies. No son debates, son charlas con poca esencia en las que se refuerzan los egos unos a otros.
Hay una escandalosa falta de contraste en las informaciones en casi todos los medios, ponen verdes a una persona o institución y no les dan la oportunidad de defenderse, ¿qué libertad es ésa? En El Correo de Andalucía, de Sevilla, prescindieron de los colaboradores de opinión -entre los que me encontraba- cuando el diario fue comprado por otra empresa no andaluza, por cierto. Y las formas con las que nos “despidieron” han tenido de todo menos cortesía profesional: censuras, silencios, palabrería y poco más. Yo ya estoy mentalizado para eso porque me ha ocurrido otras veces desde que en 1974 empecé a ejercer y desde luego me acuerdo del dicho de Hemingway: el periodismo es un buen oficio si se deja a tiempo.
Lástima, el periodismo es algo imprescindible que en España te aburre cada día con “no acontecimientos” -que diría Mar de Fontcuberta, catedrática que fuera de la Universidad Pompeu Fabra-, con “no noticias” sino con preguntas sobre el futuro, con las mismas “canciones” y especulaciones. Dos grupos de profesionales cada uno en sus trincheras -adoctrinando- y de ahí no salen. A nivel macro, Prisa-RTVE contra una posible unión entre Vocento (ABC) y Unidad Editorial (El Mundo) que se ha rumoreado varias veces sin que al final colara. Unidad Editorial ni siquiera es española, la controla el capital italiano ahora a través de un empresario con negocios inmobiliarios y deportivos llamado Urbano Cairo. Antes era la Fiat la accionista mayoritaria junto a la banca italiana.
Si estamos al lado de unos u otros poderes y los códigos deontológicos apenas existen no somos libres ni cuarto poder ni contrapoder. Las instituciones profesionales guardan silencio, nada raro, están politizadas, qué descaro, cada vez hay más periodistas metidos a políticos, aunque ya se veía que lo eran antes de utilizar esas puertas giratorias.
Si estamos pensando en el dinero público que nos dé el poder para sobrevivir no somos libres. La libertad ha brillado muy a menudo por su ausencia, es que lo afirman cada año los periodistas en el Informe sobre la Profesión que elabora la Asociación de la Prensa de Madrid (APM). Por supuesto, los más fieles y los más integrados afirmarán que esto es mentira, lo comprendo.
Ha llegado el mundo digital y el poder ha puesto Internet en manos de miles de millones de personas. Hay censura en Internet, en el fondo es una empresa privada. Pero poner en manos de todos un arma como ésa es fatal, en la Red no hay control total sobre la participación de los receptores como lo ha habido siempre en radio, TV y periódicos.
Es torpe el poder porque lo digital es la manera mejor de dominar. Ha atomizado a la gente y al mismo periodismo, ha estimulado al máximo el postureo y el centrifuguismo, ha dividido y el dividido está vencido, aburrido, inconsciente y confundido por exceso de ocio y de mensajes. A pesar de todo hasta esta algarabía le molesta al poder cuando la dominación se ejerce promocionando una libertad que nunca ha sido real, más bien, sobre todo, aparente.
Ya habían acotado la libertad, hasta los periodistas son controlados por el poder cuando van a cubrir guerras y encima han de aguantar consignas sobre de parte de quien hay que situarse, "no dejes que la realidad te estropee un buen reportaje", se dice en el oficio. La publicidad limita la libertad de expresión y a los receptores hay que decirles lo que desean oír o se marchan y no hay dinero para comer. Mataron la libertad, ahora la están rematando. Porque libertad y rigor, como madre y padre, sólo hay dos.