Una vez más, la muerte de nuestros vecinos, lejanos o próximos, vuelve a quedar en segundo plano por causa de la falta de capacidad para gobernar de algunos gobernantes y del gamberrismo ya conocido de la extrema derecha. El presidente de la Generalitat valenciana es el máximo responsable de la gobernanza en Valencia. Las alarmas sonaron puntualmente, pero el Gobierno valenciano tardó en gobernar. Carlos Mazón se dio prisa en desmantelar los servicios que había organizado el Gobierno valenciano anterior, el de Ximo Puig; después del desastre de mal gobierno del PP valenciano, su protagonista, Carlos Mazón, ¿intenta colgarle la responsabilidad a Aemet? Habrá tiempo de aclararlo todo con el mejor detalle. De momento son más de doscientas personas muertas en condiciones trágicas y merecen el duelo que les es debido, especialmente sus familiares y sus seres queridos.
La responsabilidad política de la catástrofe tiene un responsable y su nombre es Carlos Mazón, dado que es él el presidente del gobierno de Valencia y ese gobierno tiene las competencias para actuar como corresponde. Tratar, como lo intentan el PP y Feijóo, de lanzarle la culpa a Pedro Sánchez es simplemente un disparate y las gentes deberían estar más atentas a lo ocurrido. Que los vecinos de Paiporta estén angustiados y cargados de rabia es más que comprensible, pero distingamos quién reventó la visita de los reyes y el presidente del Gobierno de España. Está bueno y es sanísimo que los vecinos expresen su malestar verdadero, porque lo ocurrido es una catástrofe en vidas humanas que superaría la capacidad para la paciencia de cualquier ser humano. Otra cosa es que se instrumentalice ese terrible malestar para atacar a rivales políticos que no son los responsables de la mala gobernanza en Valencia: ni los reyes son responsables ni Pedro Sánchez es responsable. El presidente de la Generalitat de Valencia es el responsable. Esto debe llegar, sin embargo, lo único urgente es la solución de los problemas más inmediatos, que son impedir que la catástrofe aumente, que vuelvan a funcionar todas las estructuras para el bienestar de las personas, y que esto ocurra mientras se acompaña a las víctimas y a los seres queridos de las víctimas es la función de la gobernanza de Carlos Mazón. Si no es capaz debe dimitir. Si fracasara, Valencia debería ser intervenida con el artículo 155. Si los vecinos de la Comunidad Valenciana comprenden que Mazón actuó como un incompetente, deberían exigirle la responsabilidad política que le corresponde, y sería la dimisión. Si los vecinos de la Comunidad Valencia deciden ‘fingir demencia’, que disfruten lo votado. Naturalmente que será necesario analizar todos los errores y exigir responsabilidades a quien los hubiera cometido.
Mientras escribo esto se celebra una cacerolada en Valencia. Feijóo continúa con su tancredismo absurdo de hacer responsable a Sánchez y seguir horadando la democracia, porque simplemente es incapaz de ganar por sí mismo unas elecciones e intenta todo el tiempo el descrédito, aunque el descrédito más dramático le corresponda a su correligionario Mazón. Moreno la vio venir y canceló su viaje a Londres, debido a la alerta sobre Almería. Esta seriedad ante una contingencia de tal envergadura, alerta roja, hubiera sido la deseable para Valencia. Pero tenemos otros problemas frente a tales catástrofes y son estructurales. Mazón desmanteló lo que Puig levantó ante posibles emergencias como la ocurrida: según él aquello fue “una ocurrencia de Ximo Puig”. La prensa internacional se pregunta “¿por qué no se enviaron las alertan antes?”. Carlos Mazón tiene varias preguntas que responderles a los muertos, a los heridos, a todos sus seres queridos y a toda la sociedad.
Valencia sufrió antes gotas frías, luego DANAs. La negación del cambio climático pudiera haber sido uno de los causantes de la mala gobernanza; esa negación misma es ya una mala práctica de Gobierno.
Helmut Schmidt, en 1962, Senador de Interior de la Ciudad-Estado, tuvo que enfrentar el mayor desastre de Hamburgo después de la II Guerra Mundial. Produjo un shock con su decisión de sacar a los soldados del nuevo Ejército alemán para organizar con eficacia las tareas de rescate y combate contra la inundación. Carlos Garaikoetxea, presidente de Euskadi, se hizo cargo de un desastre que afectó a todo el País Vasco, movilizando todas las fuerzas uniformadas y civiles. ¿Qué hizo el presidente de la Comunidad Valenciana?
Eventos climáticos extremos como el del País Vasco, de 1983, el de Valencia en 1996, el de Hamburgo en 1962, no se pueden impedir tan fácilmente. Pero si se pueden impedir las terribles consecuencias catastróficas, como la actual de Valencia, con un sistema eficaz de alerta, una eficiente organización de los recursos para el rescate y la vuelta a la normalidad, y un urbanismo en clave de cambio climático que aborde, sobre todo, la prohibición de habitar las zonas inundables. El sistema de alerta del Gobierno valenciano no funcionó y eso tendría que tener consecuencias sociales y políticas. Cliquee aquí para ver el detalle completo de avisos que ofreció AEMET alertando de la DANA.