Desde que se produce la alerta roja de Aemet a las 7:36 horas del 29 de octubre, hasta antes de que se desatan las terribles inundaciones a las 18:30 del mismo día, la prioridad absoluta para el presidente valenciano, Carlos Mazón, debió ser proteger vidas y minimizar daños. Despreció el riesgo. Doscientas veinte personas fallecidas, noventa desaparecidas e inmensos daños son consecuencia directa de su incapacidad y su defensa de intereses espurios.
El día después, ajena a lo ocurrido, la prensa madrileña ignoraba en sus portadas la tragedia. El Madrid de la corte, el centralista, no el ciudadano, al ignorar la tragedia valenciana ignora la España que dice ser. Pedro Sánchez, ante la emergencia anunciada por Aemet la mañana del 29, y evidenciada por los datos de la Confederación Hidrográfica del Júcar la tarde del 29, despreció las consecuencias mortíferas de la desidia gestora del Carlos Mazón.
Los unos por ignorantes ideológicos, el PP, y los otros, el PSOE, por tacticistas de la política bipartidista, juegan a desplazar con cuentos la culpa a la otra parte, sin afrontar lo que la población y el sentido común demandan, cooperación institucional y actuación inmediata para minimizar los efectos de la DANA y acelerar la recomposición de la vida. El rey, oliendo su oportunidad, quiso jugar su papel en la foto como piedra angular del rifirrafe bipartidista, en Paiporta salió igualmente embarrado.
Hay un vínculo entre ideología y modelo de gestión de los intereses comunes. Lo demuestran siempre las derechas en casos de catástrofes, sean sanitarias, naturales, ambientales, tecnológicas, bélicas o por acciones terroristas. A las derechas les gobierna el cerebro individualista, a las izquierdas el cooperativo. Cooperar mejor que competir.
El colaboracionismo de la socialdemocracia con el cerebro anticientífico de las derechas la sitúa fuera del campo político que defiende el bien común. Pedro Sánchez no ha actuado para afrontar la DANA y sus efectos como si presidiese un gobierno de izquierdas. Desde que se comprobó la incapacidad de Mazón, la mañana del 29 de octubre, debió asumir el control de la situación. Si te dices de izquierdas pero actúas como la derecha, no tienes función de utilidad para el bien común.
Menos mal que la pandemia la gestionó un gobierno con Unidas Podemos dentro, porque allá donde gobernaba la derecha o la ultraderecha el daño fue muy superior. Mientras en EE.UU, Trump preguntaba si se podía tomar lejía para matar al bicho, la región de Madrid, gobernada por Isabel Díaz Ayuso se convertía en la zona cero de las muertes en España, tanto en las residencias como en el conjunto de la sociedad. Un 34% más de muertes que en el resto del estado.
Desde los hilillos del Prestige, hasta la DANA de Valencia, la derecha muestra su inutilidad ideológica. Carlos Mazón recogía premios, se reunía con patronal y sindicatos vips, negaba a las 13:00 el riesgo en comparecencia pública, comía durante más de tres horas con una periodista y llegaba dos horas tarde al Cecopi para “gestionar” la emergencia porque desprecia la protección del común. Aguada su legislatura, el daño y el dolor son su legado. Dimitir es lo que debería hacer cuanto antes. Jugar con la DANA al bipartidismo, como está haciendo Pedro Sánchez, es sumarse a la culpabilidad del legado de Carlos Mazón.