'Das wiedergutmachen' en Thüringen

El disparate colosal ofrecido, en Erfurt, por la CDU-Thüringen y el FDP-Los Liberales nos retrotrae a los recuerdos de un pasado fatal en Alemania.

Thomas Kemmerich, en la parte superior de la fotografía.
Thomas Kemmerich, en la parte superior de la fotografía.

Cuando alguien ha causado un daño, lo importante en la mentalidad alemana no es tanto el pedir perdón cuanto el wiedergutmachen, que significa reparar y compensar el daño causado, para eliminarlo o minimizarlo. Es una de las grandes diferencias respecto a la mentalidad hispana, encriptada en un pedir perdón de boquita, una petición de perdón que suele ser tenida por suficiente para resultar perdonadøs.

El disparate colosal ofrecido, en Erfurt, por la CDU-Thüringen y el FDP-Los Liberales nos retrotrae a los recuerdos de un pasado fatal en Alemania. El error ha sido colosal, el pedir perdón ha sido la dimisión del nuevo presidente de Thüringen. El wiedergutmachen es que el Parlamento nombre al diputado Ramelow nuevo presidente del Gobierno. Luego diré por qué.

Antecedentes

El 27 de octubre de 2019 hubo elecciones legislativas en el Estado Libre de Thüringen, de las que resultó un Parlamento estatal, Landtag, de mayorías muy complicadas, en especial para el nombramiento de un presidente del Gobierno. El entonces presidente, Sr. Ramelow, de Die Linke, necesitaba una coalición para gobernar. Los resultados de las elecciones fueron los que siguen:

  • Die Linke: 31% | +2,8% | 29 escaños.
  • AfD: 23,4% | +12,8% | 22 escaños.
  • CDU: 21,7% | -11,8% | 21 escaños.
  • SPD: 8,2% | -4,2% | 8 escaños.
  • Die Grünen: 5,2% | +0,5% | 5 escaños.
  • FDP: 5% | +2,5% | 5 escaños.

Hasta el momento anterior a las elecciones había un gobierno de coalición Die Linke-SPD-Die Grünen en Erfurt. La debacle de la CDU fue severísima y durante la noche electoral la frustración en sus filas se hizo notar. Al día siguiente de las elecciones comenzaron los comentarios y autocríticas en la CDU, pero en Thüringen iban en el sentido de ver en el éxito de la AfD su propio fracaso, y la reflexión fue que se habían vuelto demasiado socialdemócratas. La CDU de Thüringen había gobernado desde 1991 hasta 2014. La segunda pérdida del poder a favor de Die Linke, a pesar del aumento de la CDU en 2014, y de la fuerza parlamentaria a favor de la ultraderechista AfD, en 2019, terminó de resabiar el ambiente en la CDU-Thüringen, que desde el día siguiente de las elecciones de 2019 puso en tela de juicio la prohibición de la CDU federal contra cualquier colaboración o pacto con la ultraderechista AfD.

Nadie puede creer que simplemente el azar, y no la ocasión, haya hecho posible la elección de Thomas Kemmerich, cuyo grupo parlamentario se compone de cinco diputados, entre noventa. En primer lugar todo indica hacia una acción claramente organizada para impedir que el Sr. Ramelow y su coalición anterior volvieran a ejercer la gobernanza. Por cuestiones ideológicas y por pura frustración, en el caso de la CDU-Thüringen. En el caso del FDP-Los Liberales, seguramente porque este es un partido absolutamente marginal dentro de la vida parlamentaria alemana, que busca relevancia pública sea como sea.

A la vista está la llamada del señor Lindner,  jefe federal de Los Liberales, al SPD y a Los Verdes a contribuir a la formación de un gobierno para su nuevo candidato, ya dimitido, sin describir exactamente a qué se refería al decir contribuir. Al mismo tiempo, el líder de la AfD, Jörg Meuthen, que había hablado ayer mismo de afinidad con CDU-Thüringen y el FDP-Los Liberales, anunciaba hoy que pondrían alguna condición en la formación del gobierno del nuevo presidente elegido por ellos también. En España es de sobra conocido cuál es el modelo que se intentaba seguir en Thüringen. A esta misma hora, en que esto escribo, el Sr. Lindner, de Los Liberales, casi como si fuera una amenaza, presenta una moción de confianza sobre él mismo en el consejo federal de su partido.

Dimisión y difícil disolución del Parlamento estatal de Thüringen

La dimisión del Presidente del Gobierno federado no implica sino que seguirá siendo Ministerpräsident pero en funciones, una ocasión política para tratar de usar su cargo y lograr mayor relevancia pública para unas nuevas hipotéticas elecciones.

En España estamos acostumbrados a que el Gobierno disuelva el Parlamento y ya está. En Alemania esto no es así. Los Parlamentos no son disponibles por los Gobiernos. En el caso del Estado Libre de Thüringen su Constitución, en el artículo 50, establece que la solicitud de disolución del Landtag deberá ser firmada por 1/3 de løs diputadøs, en primer lugar, y votada favorablemente por 2/3 de sus diputadøs.

El Parlamento tiene 90 escaños. 1/3 serían 30. ¿Quiénes firmarían la solicitud de esa disolución? ¿Quiénes serían løs 60 diputadøs que disolverían el Landtag?

Como se puede deducir fácilmente no es una cuestión numérica, la de la solución al problema que han provocado consciente e irresponsablemente la CDU-Thüringen y Los Liberales. Si observamos la evolución del voto en Alemania, en general, y en Thüringen, en particular, el aumento del voto hacia la AfD es más que evidente. Unas nuevas elecciones potenciarían aun más a la fuerza ultraderechista, especialmente por el descrédito que acaban de crear hacia la clase política la CDU-Thüringen y Los Liberales, un descrédito hacia el que el cuerpo electoral no hará distingos, respecto a la anterior coalición de gobierno. Obsérvese con mucha atención que los votos perdidos de la CDU-Thüringen son el aumento de votos de la AfD, además de una cantidad perfectamente marginal venida del SPD. Lo mismo el partido del presidente del Gobierno que Los Verdes aumentaron sus votos en septiembre pasado.

No se debe perder de vista el espíritu de las Leyes, su alma, la razón de su existencia. En Alemania esa alma, en este caso, defiende la validez a ultranza de los resultados de las elecciones, razón por la cual otorga el Poder sobre el Parlamento al propio Parlamento y con mayoría cualificada. Es una democracia que confía en sí misma, y desconfía de las intromisiones entre el voto libre, directo y secreto otorgado y la función de su representación.

La solución. 'Das wiedergutmachen'

En mi opinión solo cabe una solución impecablemente democrática, y no es la de unas nuevas elecciones, como pretende el FDP-Los Liberales, eufóricos porque habían vuelto a entrar en el Parlamento, por fin, gracias a su 5%, el mínimo absoluto, y ver nombrado a un diputado suyo presidente, por cierto ominosamente. La solución es acometer una reflexión de democracia elemental básica: que el reciente presidente del Gobierno, ya dimitido, sea depuesto por el Parlamento, en un acto de terapia democrática para el propio Parlamento. En consonancia con el artículo 73 de la Constitución del Estado Libre de Thüringen, 1/5 de los diputados o un grupo parlamentario pueden solicitar la censura del presidente del Gobierno, que por mayoría y en voto secreto puede ser depuesto.

Deponga, el Landtag, a Kemmerich y elija a un nuevo presidente, que debería ser, en buena Ley y por salud democrática, el Sr. Ramelow, entre otras cosas porque el Sr. Ramelow fue depuesto como presidente en funciones por la elección del ahora dimitido presidente y elegido por “un pacto con fascistas” (sic.). 

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