La reforma del artículo 135 de la Constitución Española con la corresponsabilidad del PSOE; la reforma del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones (ISD) en Andalucía con Ciudadanos; los debates con el señor Miranda del PP; o decirle que hacía políticas de derechas, eran algunas de las cosas que hacían que la futura ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se revolviera en su escaño en el Parlamento de Andalucía. Los debates con María Jesús Montero fueron de todo menos aburridos: presupuestos, financiación autonómica, Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), fiscalidad... Una gran política, capaz de defender lo indefendible y de dar la vuelta a lo imposible.
Empezó defendiendo el Impuesto de Sucesiones y Donaciones de forma eficaz como elemento esencial, redistributivo de la riqueza, y acabó avalando su práctica eliminación en Andalucía en dos reformas. Al poner en la balanza el pacto presupuestario asegurado con Ciudadanos o el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, pesó más lo primero y tuvo que claudicar ante el dumping fiscal y la jugada trilera de la opción neoliberal y desfiscalizadora. Con este paso, se hacía en Andalucía lo que se criticaba de Madrid y se contribuía a poner en cuestión una herramienta fiscal de redistribución de la riqueza con amplio apoyo en la literatura hacendística y tributaria.
La mala configuración del impuesto se unía a la competencia desleal entre comunidades autónomas que llevaba a pagar cantidades muy diferentes dependiendo de donde se heredara. Siempre pedimos desde Podemos estar en el grupo que reformaba esta figura tributaria, y siempre fuimos excluidos. La cosa terminó con su práctica eliminación mediante un pacto con la única fuerza que ha votado para sostener al partido más corrupto de Europa, y con una María Jesús Montero afirmando: “Ahora sí podemos decir que lo hemos vuelto un impuesto de ricos, porque pagarán única y exclusivamente los millonarios”, refiriéndose al aumento a un millón de euros por heredero la exención.
Creo que los momentos más brillantes fueron los de los debates presupuestarios y el hito más satisfactorio, el del acuerdo de financiación autonómica, cocinado a fuego lento, en profundos debates, acercando posiciones, hacia el encuentro por una financiación justa por Andalucía. Se sabe poco de lo que se hace en las instituciones, pero una parte del trabajo es gris, de encuentros y desencuentros, de revisiones de los diarios de sesiones, de lecturas, de horas y horas transformadas en argumentos cortos y afilados o en titulares de prensa.
Me consta que ambas nos hemos alegrado mucho de que esa moción de censura haya salido adelante. Una vez le dije que si fuera un Pokemon sería un Charmaleon, puro fuego
Un acuerdo pergeñado en largos y densos debates, en reuniones, y que fue refrendado por 101 diputados en pleno, tras una sorprendente sesión del grupo de trabajo, cuando el PP votó que sí a un acuerdo donde no había puesto ni una palabra. Ese fue un día de ¡SÍ SE PUEDE!, Aunque esta labor se tapaba más tarde cuando el PSOE votó contra la tramitación de la ley del 5% para blindar el presupuesto destinado a educación pública. Una pena.
Ahora, Montero no tendrá que pedir a Montoro la convocatoria del Consejo de Política Fiscal y Financiera para reformar el sistema de financiación autonómica, lo convocará ella misma. Y la salida a los mercados de Andalucía ya no dependerá de este señor, sino de una señora que lo tiene claro: el Fondo de Liquidez Autonómica fue utilizado como instrumento de represión política a las administraciones autonómicas. Tal vez, ante esos gestos de desprecio hacia Andalucía, Montero deseó ostentar la cartera de Hacienda y, claro, hay que tener cuidado con lo que se desea.
Parte de nuestros debates transcurrieron en los últimos tiempos de la siguiente guisa: “¿Aprobarán ustedes nuestra moción de censura al Partido Popular, a Rajoy? ¿Estarán ustedes con unos presupuestos alternativos? Eso nos parece responsabilidad política para Andalucía: apretar el botón adecuado”. A lo que Montero respondía: “A propósito de la posibilidad, o no, de plantear mociones de censura, mi cuestión es o mi pregunta es, si esto estaba así visto por parte de Podemos, ¿por qué no apoyaron ustedes al candidato del Partido Socialista y dejaron que gobernara el señor Rajoy?”. Este bucle, que parecía no terminar en esta legislatura, ha tocado a su fin con una moción de censura. En marzo de este año, le manifesté a la entonces consejera: “Presentamos una moción de censura y ustedes se abstuvieron por segunda vez... Pero les digo una cosa: a la tercera va la vencida, señora Montero. A la tercera va la vencida, señorías del Partido Socialista. Hay que echar a Mariano Rajoy, porque Andalucía se lo merece por los presupuestos generales y por la financiación autonómica”. Y así fue, lo echamos.
Me consta que ambas nos hemos alegrado mucho de que esa moción de censura haya salido adelante. Una vez le dije que si fuera un Pokemon sería un Charmaleon, puro fuego. Tal vez evolucione a Charizard, ahora que es ministra. Bromas a parte, espero que entre ministro y ministra, Montoro y Montero, haya mucho más que una vocal de diferencia. Y que esos puntos de acuerdo y encuentro ideológico que alcanzamos en el Parlamento andaluz se vean trasladados en otras políticas fiscales, en otros presupuestos y en un sistema de financiación autonómica que mire bien por el Sur, nuestro Sur.
¡Mucha suerte, ministra!
Carmen Lizárrraga es parlamentaria de Podemos en el Parlamento de Andalucía.