Defender Madrid también es ser andalucista.
Defender Madrid también es ser andalucista.

Nunca me han gustado los carnés, ni las listas de requisitos necesarios que se deben ir completando para poder decir “soy algo”. Siempre he sido más de conjugar la pureza con diferentes grados de disidencia que me recuerden que el pensamiento crítico y la duda siguen instaladas en lo más hondo de mí.

Ser andalucista no implica ignorar lo que ocurre de Despeñaperros hacia arriba. En ocasiones, desde una distancia más que legítima, hemos tratado de desligarnos de la política madrileña. No culpo, la hipermediación de lo que ocurre en Madrid se hace pesada. Parece que lo que pasa en Madrid es más importante que lo que ocurre en el resto de Comunidades Autónomas. Los informativos, los periódicos, las redes sociales... magnifican los problemas hasta tal punto que, cuando nieva en Madrid, parece que nieva en toda España. Esto hay que denunciarlo y hay que reivindicar la entrada en la agenda de problemas ignorados por el gran foco de luz que desprende la capital. Pues mientras en Madrid llueve, el pueblo andaluz sigue con los altos índices de paro y pobreza, y parece que a nadie le importa.

Sin embargo, creo que muchas veces pecamos de “demasiada distancia”. El terremoto ocurrido desde hace una semana en la política española no merece que los andalucistas miremos hacia otro lado. Y sí, digo española y no madrileña, porque las consecuencias del seísmo pueden expandirse por todo el país. No podemos ignorar la realidad, por mucho que nos gustase, pero hemos visto como el aleteo de un murciano, puede desencadenar un huracán en el gobierno central. Y Andalucía no debe estar al margen de todo esto.

Andalucía se juega mucho en Madrid, y no sólo por los miles de andaluces que viven en Madrid y sufren las políticas imprudentes de Ayuso, sino porque la fórmula de gobierno de la Comunidad de Madrid es similar a la que tenemos ahora mismo en San Telmo, y cómo se desarrolle la campaña electoral, así como los posibles pactos, pueden darnos una leve aproximación sobre cuáles pueden ser los caminos posibles que podemos tomar los andaluces y andaluzas en los próximos comicios.

Las realidades son totalmente diferentes, así como la composición del Parlamento, pero, en líneas generales, los partidos centralistas tradicionales seguirán una estrategia común, cerrarán filas y eso se traducirá en los gobiernos de toda la nación. Es cierto que, a priori, vemos una buena sintonía entre PP y Cs en el Gobierno andaluz, pero, con la debacle electoral que va arrastrando Ciudadanos elección tras elección, todo apunta a que el peso que tenga en el Parlamento Andaluz se verá reducido a mínimos históricos, aupando, como hemos visto en otras ocasiones, a Vox. Andalucía inauguró esa Hidra de Lerna que dejó esporas en otras Comunidades. Si vemos cómo se corta una de las cabezas de los gobiernos hijos de la Hidra andaluza, para apoyarse aún más en quienes ladran y muerden al pueblo más fuerte que nadie, debemos de estar preparados para afrontar un corpulento Vox y un posible gobierno -aún- más escorado a la derecha.

Andalucía no es una comunidad aislada de la realidad y no debemos buscar que así sea

Andalucía no es una comunidad aislada de la realidad y no debemos buscar que así sea. Siempre hemos sido un pueblo empático y solidario, que arrima el hombro y ayuda a sus vecinos cuando están pasando por duros trances. No debemos intentar fingir un egoísmo que no nos corresponde, porque, al menos para mí, no es ni la Andalucía en la que creo, ni el andalucismo que proceso. Madrid se juega mucho y sí, también España y, por lo tanto, Andalucía. Si somos conscientes del papel que tiene Madrid en todo este juego, ¿por qué no tratar de cooperar para que haya un gobierno regionalista, feminista, progresista y verde en la Comunidad? No podemos hacer ver que existe una “madrileñofobia” que es irreal, pues lo que realmente existe es un hastío a unas políticas madrileñas insolidarias del Partido Popular que han desprestigiado las necesidades del resto de Comunidades.

Pelear para que nuestros vecinos madrileños tengan un futuro digno, no es incompatible con ser andalucista, si no todo lo contrario: es llevar los valores de la blanca y verde allí donde se necesiten. Estamos cansados del centralismo, sí, y tenemos problemas que son invisibles al ojo mediático, que se ignoran en el gobierno nacional y que, muchas veces, hasta los propios andaluces y andaluzas olvidamos al estar metidos dentro de esa burbuja mediática centralista. Pero eso es algo que peleamos, y pelearemos, al margen de que podamos respaldar a quienes ahora tienen que librar la batalla de echar a la ultraderecha del gobierno. Debemos dar ejemplo de empatía y solidaridad porque hoy hay que echarlos en Madrid y mañana, tocará en Andalucía. Es necesario tender una mano, generar redes de apoyo, aprender movimientos que nos refuercen como proyecto emancipador y, sobre todo, no querer construir una Andalucía aislada, pues en vez de conseguir que sea fuerte y libre, se convertirá en ese vecino cascarrabias que nunca te deja sal.

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