Me duele ver cómo el pueblo andaluz ha parecido olvidar lo tedioso de aquel proceso de autonomía por la “vía rápida” del artículo CE 151, y cómo la derecha se opuso frontalmente a nuestra autonomía en calidad de nacionalidad histórica; todo un ataque al pueblo y al desarrollo andaluz. Si Blas Infante nos viera…
“Andaluz, no vayas a votar, este no es tu referéndum”. Eso es lo que pedía el partido gobernante, la Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez, junto a toda la derecha, que se movía entre la abstención y el no. Pero no solo hemos de recordar ese eslogan, tenemos la obligación histórica de seguir reivindicando Andalucía contra los señoritos, que hoy se disfrazan de andalucistas, pero que ni estuvieron, ni se les esperaba.
Hay que empezar por el principio. El 11 de agosto de 1936, era fusilado por los falangistas el padre de la patria andaluza, Blas Infante. Con él, empezó la lucha andalucista por la dignidad y la autonomía; el himno, la bandera… todo obra suya. Tras su asesinato, el fascismo creyó muerto y sepultado toda reivindicación por nuestra tierra bajo el yugo centralista de la dictadura de Franco, pero con la llegada de la transición democrática, se evidenciaría su error.
La CE contemplaba la “vía rápida” hacia la autonomía para las nacionalidades históricas, entendiendo estas cómo las que gozaban de estatuto de autonomía antes de la dictadura (País Vasco, Cataluña y Galicia). Remarcar además, que Andalucía pudo estar entre estas comunidades, ya que el estallido de la guerra civil impidió la aprobación ya prevista de su estatuto. El resto de comunidades se veían relegadas al artículo 143, una “vía lenta” con menos competencias. Pero la Carta Magna contemplaba también, en su artículo 151, la posibilidad de conseguir la autonomía plena pese a no ser una nacionalidad histórica, si la mayoría absoluta del censo de todas las provincias lo aprueba en referéndum previa petición mayoritaria de ayuntamientos y diputaciones.
La vía del 151 era compleja, desde luego, exigía una compenetración y voluntad mayoritaria nunca vista en España. Si un solo ayuntamiento aprobaba en pleno su voluntad de que Andalucía vaya por la vía rápida, empezaría una cuenta atrás de tan solo 6 meses para que tres cuartas partes de los ayuntamientos de cada provincia se unan a la petición. Si no se conseguía, se podría volver a intentar pasados cinco años.
Esto es impensable con los ayuntamientos franquistas, que todavía permanecían. Por lo que se tuvo que esperar a las elecciones municipales de 1979 para que los ayuntamientos democráticos pudieran intentarlo. El 24 de abril de ese mismo año, los consistorios de Los Corrales (Sevilla) y Puerto Real (Cádiz), ambos en manos de la izquierda obrera revolucionaria, consumaron su voluntad de que Andalucía fuese por la vía rápida, dando inicio al plazo de medio año antes comentado. En menos de 6 meses, el 97% de los municipios se han sumado a la propuesta.
El Presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, y el Presidente de la Junta de Andalucía, el socialista Rafael Escuredo, acordaron que la fecha en la que se celebraría el referéndum sería el 28 de febrero de 1980. Empieza entonces un ataque claro, indiscriminado y feroz por parte del Gobierno de la UCD contra el proceso de autonomía. Y no lo digo yo, en palabra de Manuel Clavero, ministro de cultura y deportes con la UCD: “El Gobierno no quería que Andalucía tuviera autonomía y usó todo el poder para oponerse”.
Tanto es así, que a dos meses del referéndum, el Congreso de los Diputados aprueba a propuesta de la UCD, la Ley Orgánica de Modalidades de Referéndum, que añade dificultad al ya de por sí difícil artículo 151 de la CE: Para conseguir la autonomía plena por la vía rápida, los andaluces necesitarán el voto favorable de la mayoría absoluta en cada provincia, no a nivel autonómico como antes estaba planteado. Esto conlleva que, si en una de las ocho provincias no hay más del 50% de votos favorables, Andalucía tendrá que resignarse a la vía lenta del artículo 143. El Grupo Parlamentario del Partido Andalucista (PA) dijo, a través de su líder Alejandro Rojas-Marcos que: “Tuvimos claro que el 28F no iba a salir desde el primer momento en que se aprueba la Ley de Referéndum con unas condiciones que ni Euskadi ni Cataluña habían cumplido, pero naturalmente luego nos echamos a la calle a pedir el voto.”
No solo habían cambiado las reglas de juego a mitad del partido, sino que además recortaron el plazo para campaña electoral (de 3 semanas a 2), entregaron a la Junta un presupuesto más que insuficiente para la celebración del referéndum, y se hizo el vacío televisivo en cadenas nacionales a lideres políticos que defendían el sí, mientras que se entrevistaban a sus homólogos catalanes y vascos que pedían el voto para un nuevo estatuto de autonomía.
Todo lo anterior, sumado a que los censos alcanzaban en algunos casos el 20% de error: incluían fallecidos, menores, personas que no residían en Andalucía… todo para inflar un censo del que se necesitaba el sí de más del 50% en cada provincia para conseguir la vía rápida. Falta por mencionar una traba más, la complejidad con la que el Gobierno planteó la pregunta: “¿Da usted su acuerdo a la ratificación de la iniciativa, prevista en el artículo 151 de la Constitución, a efectos de su tramitación por el procedimiento previsto en dicho artículo?”. Todos los obstáculos que pudieron poner, los pusieron.
Finalmente, contra viento y marea, el 28 de Febrero el 58% de los andaluces censados (que hubiesen sido muchos más con el censo en orden) dice SI a la autonomía, casi dos millones y medio. Solo 152.000 dicen "no". La abstención se sitúa en un 36,2%. ¿Se consiguió? En un principio, no. En Almería el porcentaje del "sí" sobre el censo era del 42%, por lo que según la ley aprobada por la UCD solo dos meses antes, Andalucía no había conseguido la vía del 151.
A continuación, se produce lo innombrable, la tumba del PA (Partido Andalucista) después de que Rojas-Marcos pactase con Suárez que Andalucía fuese por otra vía alternativa, la del Art 144, que era muy parecida al 143, solo por tener Grupo Parlamentario propio en el congreso. Vendieron a Andalucía traicionando sus intereses, el PA no sobrevivió a esa traición, y sus resultados en las sucesivas elecciones son insignificantes.
Pero el empuje de la izquierda (PSOE y PCE) consiguió un auténtico terremoto político que no dio a Suárez más alternativa que conceder a Andalucía la autonomía plena por la vía rápida del Art 151 el 23 de Octubre de 1980. Esta lucha, tan incansable como multitudinaria, es la que ha hecho a Andalucía una comunidad con mayoría social de izquierdas. Es lógico, porque fue la izquierda la que defendió hasta el final y desde el principio los intereses de esta tierra, maltratada y pisoteada por los terratenientes en la época de Blas Infante, y por el Gobierno de Adolfo Suárez en la época de Rafael Escuredo.
Como he dicho en la introducción, no me quiero ni imaginar si Blas Infante estuviese vivo. Si viese a Moreno Bonilla poner su himno y su bandera para cerrar el Congreso del Partido Popular…que atrevida es la hipocresía cuando la rige la ignorancia.
Quiero terminar de dos formas, agradeciendo una vez más a los principales protagonistas de la lucha por Andalucía de todos los colores políticos implicados: Rafael Escuredo, Manuel Clavero, Plácido Fernández Vargas… y sobretodo Blas Infante.
Que nunca caiga en el foso del olvido quien estuvo en el sí, y quien estuvo en el no. ¡Viva Andalucía libre!
Quiero remarcar para acabar este artículo que mi intención no es desprestigiar de forma alguna la figura del Presidente Adolfo Suárez. Tal y como dicta el refranero español “lo cortés no quita lo valiente”, entendiendo que sus actuaciones y posturas ante el proceso de autonomía que se gestaba en Andalucía, no borran sus increíbles logros al frente del gobierno de España; y mucho menos empaña su importancia en la transición hacia la democracia. Cada cual tiene sus aciertos y sus errores.