El Canijo y el xerecismo

Los años previos a la ruptura, con el ascenso a Primera como culmen, tuvieron algo de espiritual. Hoy el xerecismo vive en una década compleja y confusa, pero cuanto antes se normalice, mejor, porque no es un asunto de argumentos de una parte u otra, sino de sentimientos

Subdirector de lavozdelsur.es. Graduado en Derecho por la Universidad de Cádiz, licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria en cabeceras de Grupo Joly, con varios años de experiencia también en empresas de marketing.

El Canijo en la presentación de la camiseta del Xerez CD, en una imagen de Cristo García para el club.

Hace más de una década comenzó una nueva etapa del fútbol en Xerez. Había dado tiempo al menos a ver Primera División en la ciudad. Fue solo una temporada tras varios intentos, el premio para jugadores como Vicente Moreno o Jesús Mendoza, que comenzaron en Segunda B, y que en el final de su carrera pudieron cumplir lo que se les había escapado en como poco dos ocasiones por los pelos: el primer año de Schuster y el bajón con Lucas Alcaraz en la segunda vuelta cuando en Navidad estaba arrasando. 

A pesar de los buenos resultados, en aquellos años se habían hecho muchas cosas mal. Muchas dudas en la gestión, como un endémico problema de no estar nunca claro quién era el dueño real de las acciones. Periodos de impagos que se fueron normalizando, desatender las obligaciones fiscales con Hacienda y Seguridad Social, los 'ya te pagaré' a proveedores, fuera cual fuera la cuenta, si mucho o poco. Aquello fue uniendo a la afición contra sus dirigentes. Se ascendió porque se invirtió, pero también porque el Boquerón Esteban logró un equilibrio basado en sacar un enorme rendimiento a jugadores que aún no habían dado el paso (Pedro Ríos, por ejemplo), en recuperar para la causa a otros con talento que no habían desplegado aún todo el fútbol que guardaban (póngase Momo)... y en explotar los aspectos que hacían de algunos jugadores estrellas a pesar de que en otros momentos del juego sí resultaran más mundanos (Mario Bermejo en lo suyo era el mejor).

De aquello se pasó a un descenso complejo y una sensación de que no había forma de tapar tanto boquete, que la cubierta del barco no aguantaba más remendos y se iba a pique. Una segunda vuelta del último año en el fútbol profesional evidenció que el aire había cambiado. Si el ascenso fue la comunión entre afición, plantilla y cuerpo técnico, con algo que hoy se diría 'aura', que era espiritual y social, ahora, parecía, la desunión era total, completa. Ni se subió, seguramente, por un apabullante talento superior al de temporadas anteriores en Segunda, ni se descendió a Segunda B (que sería Tercera por impagos) por ser más malos que nadie.

Ante eso, una parte de la afición compartió el diagnóstico y refundó no el club, sino el sentimiento. Junto a profesionales del último Xerez CD, por el Xerez Deportivo FC pasaron Vicente Moreno o Dani Pendín, además de otros jugadores de la cantera que habían hecho carrera como Romerito o Villegas. De campos de tierra a ir profesionalizando el club. Mientras, el Xerez CD competía a veces con canteranos y comenzó la travesía incierta, la sensación de que no había solución más allá de esperar, arrastrando problemas societarios, con una deuda inasumible.

Hasta que el Xerez CD empezó a pujar más fuerte por jugadores. Simbólico resulta que el canterano y jerezano Álex Colorado pasara del FC al Club Deportivo después de jugar incluso en Segunda en Chapín. Empezaron unas campañas de socios mejor gestionadas apelando, por un lado, a la ilusión, y por otro, a definirse como "el de toda la vida". 

Diez años vista, la historia del xerecismo, del mismo color de camiseta y diferente escudo, resulta irreconciliable y desagradable. Decantarse genera dolores, malas relaciones, que te echen en cara cosas que no has presenciado más que de lejos. Hoy el Xerez es prácticamente algo doloroso. Unos llaman a otros "las ratas" con normalidad. Ir por la calle, al gimnasio, con una camiseta, no es que te vaya a provocar una pelea, pero una mirada no te la quita nadie. 

En esa tremenda confusión ha vivido buena parte de la ciudad en estos años. Ambos clubes han ascendido a Segunda Federación. La mayor parte de la ciudad podrá mostrar simpatías más por una camiseta que por otra, pero en general, y públicamente, es presenciar una batalla donde uno se siente llamado a llevar una espada o a pasar del asunto. Y muchos han pasado del asunto.

Este lunes, en la presentación de la camiseta de la nueva temporada, El Canijo de Jerez ha colaborado con el Xerez Club Deportivo. El cantante es uno de los más en forma del panorama de festivales de España y muy querido en la ciudad. Ahora, ha pasado a decantarse abiertamente. "El Xerez que ahora sigo y siempre seguiré se llama Xerez Club Deportivo". 

Lo más llamativo es el cómo lo ha tenido que explicar. "Si hace algunos años apoyaba al nuevo Xerez era por la frustración de las malas gestiones y porque tengo grandes amigos ahí. Error por mi parte, tenía que haber hecho caso a mi corazón. Son muchos sentimientos y muchos buenos recuerdos. Me crie en el Pelirón y mi pare me llevaba siempre a los partidos, eso no tiene precio. Estoy seguro de que no soy el único que piensa lo mismo. Igualmente os animo a todos a remar en una misma dirección. Todavía estáis a tiempo".

Una explicación que insiste ya en tomar partido, en volver al Xerez CD. Ha habido más casos, incluso en el ámbito de la dirección de los clubes, de apoyar a uno en lugar de a otro Xerez. "Igualmente creo en la libertad de expresión y el respeto. Cada uno que siga y sienta los colores que quiera. El fútbol es un sentimiento muy grande… pero es solo fútbol. Forza Xerez CD".

Solo fútbol. Por eso no importa cuál de las dos aficiones del xerecismo tenga la razón. Es un asunto que se superpone a todo eso. El caso del Canijo no es más que una evidencia de cuán complejo es el asunto. No es buen camino el odio, desde luego. Pero sí reconocer que a día de hoy es irreconciliable, que no hay futuro de un solo club predominante en la ciudad. Que este es el nuevo estado de las cosas. Y que haría bien todo el mundo en la ciudad en asumirlo. Sin más rencores, solo aceptándose mutuamente. Como ocurre en Sevilla, aunque este caso nada tenga que ver por la trayectoria que se ha vivido en la última década, por cómo se originó todo. Pero aceptando eso, que nada será como antes. Y, seguramente, difícilmente mejor de lo que se vivió.