¿Por qué Andalucía no es Madrid? Las razones por las que Moreno no convocaría elecciones

Las nuevas miras hacia la reconstrucción gracias a los fondos europeos, las estrecheces del calendario o la posibilidad de que un nuevo candidato de última hora a la izquierda capte el desencanto por no haberse 'ensuciado' antes unos meses, entre los condicionantes

Subdirector de lavozdelsur.es. Graduado en Derecho por la Universidad de Cádiz, licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria en cabeceras de Grupo Joly, con varios años de experiencia también en empresas de marketing.

Moreno Bonilla, presidente de la Junta.

El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, lleva meses recibiendo comentarios sobre un posible adelanto electoral en Andalucía. No presión, pero sí sugerencias. Y hasta hace no mucho se resistía en el no para decir ahora que solo convocará un adelanto si se ve obligado. E insiste incluso entre los suyos: el único legalmente capacitado para el adelanto electoral es él, nadie más. Pero hay razones para pensar que Andalucía no es Madrid, donde su presidenta adelantó elecciones ante una supuesta posibilidad de moción de censura a la murciana.

La realidad es que Juan Manuel Moreno Bonilla está aprobando presupuestos para Andalucía con cierta facilidad. El tercer socio de la investidura, Vox, desde fuera del Gobierno, lanza repetidamente propuestas con amenazas de hacer temblar la Junta, pero tanto PP como Cs han sido proclives a muchas de sus propuestas: desde apoyar la tauromaquia o recortar en Canal Sur hasta el pin parental, donde se tejió un acuerdo donde el Consejero de Educación, Javier Imbroda, impuso que no se le llamara así. La realidad andaluza, a día de hoy, es de estabilidad en propuestas de calado. Y se reafirma con un nuevo acuerdo con Vox para una bajada de impuestos.

Asimismo, la situación de la izquierda está ciertamente revuelta. La ruptura de Adelante y las futuras primarias socialistas, con Juan Espadas como probable rival de Susana Díaz por ser el futuro candidato, puede ser algo favorable en el corto plazo para el PP. Pero, realmente, ¿conviene a Moreno Bonilla adelantar elecciones, que el PSOE coloque a un nuevo candidato y que éste, sin haber bregado en la política andaluza, acuda sin daño a las urnas? Es decir, ¿tendría tiempo el PP de rebatir a Espadas? No es que necesariamente haya que pensar que al PP beneficie una cosa u otra, que haya elecciones o no, sino que Moreno Bonilla tendría que acudir a las urnas con cierta incertidumbre. ¿Y si Espadas lograse ponerse vitola de renovador y movilizara a los descontentos?

Dicho esto, el PP es un partido que dice estar fuerte en Andalucía, y así lo dicen sus encuestas. Pero lo cierto es que han sido casi cuatro décadas de socialismo y los populares, pandemia mediante, apenas ha tenido tiempo de cambiar el escenario. En román paladino, de tener una red de personas que se sientan cómodas con el PP como lo pudieran haber estado con el PSOE. Más claramente, el PP aún no ha tejido una red clientelar y la pandemia no se lo ha permitido. Moreno Bonilla tendría más tiempo, pasado lo peor de la pandemia, de dedicarse a dar cariño a poderes fácticos y a grupos sociales para hacerles entender que sin el PP pueden perder algún privilegio. Sin caer en cinismos, es, desgraciadamente, la realidad de cierta política que hemos sufrido en nuestro país en las últimas décadas.

No menos importante es que Ciudadanos podría aspirar a seguir en la pomada. El daño podría ser no tan fuerte como el que se prevé en Madrid. Andalucía es Andalucía, y si bien es cierto que la formación no tiene ayuntamientos grandes (más allá de si se mantendrá o no Luis Salvador en Granada en minoría), podría seguir rascando a un electorado que el PP mira con codicia pero que aún no tiene. ¿Conviene a Moreno, entonces, ir a elecciones mientras Cs sigue en marcha? Y todo cuando Ciudadanos no tiene visos de pactar con el PSOE. Ni Susana Díaz ha dado muestras, sino al contrario, de querer hacer una jugada tipo Murcia. Porque esas cosas, con un Cs de tantos cambios, podría no salir bien, por más que el grupo liberal en Andalucía parezca menos fragmentado, aguantando incluso la salida de Fran Hervías, ex secretario de Organización ahora en el PP.

Por otro lado, volviendo a la política real, a medida que el Gobierno andaluz quede menos marcado por la pandemia, volverán también las labores políticas, y consiste en cobrarse la gran cantidad de publicidad institucional que la Junta da a los grandes grupos mediáticos. Llamadas al orden, entrevistas condicionadas, portadas en ediciones de domingo. A medida que las cifras de la pandemia pasen a páginas interiores de los periódicos, Moreno Bonilla aún tiene tiempo para rentabilizar ciertos favores. Y de haber elecciones ahora, esa unanimidad en la prensa que busca el PP podría no estar completamente atada.

Por último, y quizás lo más importante: los tiempos de la pandemia. Cuando Isabel Díaz Ayuso mandó a elecciones, aún se hablaba en España de que las vacunas no llegaban nada más que a unos pocos. Hoy el porcentaje de vacunación es mucho más alto. Y más lo será en septiembre. Para entonces, ya se habrá empezado a notar la presencia de los fondos de reconstrucción, cuyos fines últimos decidirán en muchos casos las autonomías, que tienen sus propios proyectos. ¿Es rentable políticamente para Moreno Bonilla acudir a elecciones con el enfado que provoca estar en ERTE o empresas que cierran? ¿No sería más rentable ir a las urnas cuando las aguas vuelvan a su cauce? Esos fondos europeos pueden redundar positivamente en la industria o en la modernización y digitalización de activos económicos importantes. Estará principalmente en manos de las empresas. Se repartan bien o mal en un sentido de largo plazo, nadie duda que al menos tendrán un efecto de Plan Marshall y en el corto ayudarán a paliar el desempleo. Y de eso puede beneficiarse el actual Gobierno andaluz.

A todo esto, hay que tener en cuenta que Andalucía legalmente no puede votar en los meses de julio y agosto. Y con las cuentas del calendario queda claro que apenas quedan unos días para un adelanto antes de otoño: o convoca elecciones ya o habrá que esperar. Por más que pasen los años, y pase lo que pase en Madrid, adelantar elecciones en un contexto que se prevea favorable no siempre sale bien. Susana Díaz lo hizo, y Moreno Bonilla llegó a presidente gracias a la irrupción de Vox. Son más dudas que certezas acudir ahora. Por eso el PP, porque aún cuenta con Cs, porque las condiciones pueden ser más favorables en el futuro, aunque tenga prisa en cerrar un nuevo periodo de cuatro años más, quiere esperar. Quién sabe si Moreno Bonilla, algún día, se arrepiente de no adelantarlas. Pero por el momento parece que no lo hará. Y estas son sus razones.

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