La formación ultraderechista Vox no quiere 28-F. Por eso, mientras en el cercano Teatro de la Maestranza se celebra el acto oficial por el Día de Andalucía, estará Vox en la plaza de San Francisco jaleando consignas contra ese día, algo, por supuesto, perfectamente legítimo y democrático, faltaría más. Pero la alicantina Macarena Olona, diputada en el Congreso por Granada tras una operación de paracaidismo electoral, estará en Sevilla hablando del 28-F y no en referencia a la autonomía, al modelo de Estado, sino a la historia.
"¿Por qué el día 28 de febrero no representa ninguna efeméride digna de orgullo ni de ilusión para los ciudadanos andaluces? Nos vemos en Sevilla el domingo a las 12.30 horas. Que ya tenía yo ganas de ver a mi Macarena. Anda que no me ha aguantado lágrimas", explicaba en un mensaje la portavoz de Vox.
Lo que parece desconocer Olona es que de aquel 28 de febrero, más allá de su resultado posterior, que no le gusta porque Vox quiere eliminar las autonomías, es que tras aquellas votaciones hubo todo un movimiento popular en el que, por fin, el pueblo tomaba la palabra tras años de oscuridad, donde las ideas políticas no solo se iban a poder manifestar públicamente, sino, incluso, alcanzar el poder cuando tuvieran mayorías.
Aquel movimiento tuvo una de sus traducciones en el Estatuto de Autonomía, un documento apoyado en referéndum un 28 de febrero que, formal y materialmente, no es más que un desarrollo -desde una visión amplia- de la Constitución en un territorio concreto, porque habla de democracia y de derechos, que organiza un ente autonómico, que es una Ley Orgánica del Estado... Un Estatuto que aprobaron los andaluces a pesar de los temores y repercusiones de hacerlo, para consolidar la democracia no solo en Andalucía sino también en todo el país, tomando la vía del 151 y diciendo aquí estamos.
Confunde la historia Vox. Porque puede pedir que no haya comunidades autónomas, obvio, es su derecho de pensar en otra forma de organización, aunque no deje de sorprenderme. Pero decir que no es una "efeméride digna de orgullo" es una mentira como una campana. De tanto hablar de la Transición durante décadas, parece que se olvidan muchos de que no fueron simples documentos firmados ni por reyes ni presidentes, sino que en muchos casos hablar de Transición es hablar de pueblo, de dejar atrás una dictadura para ir a una democracia, y que eso habría sido difícil o imposible sin salir a la calle. Decir que eso no es digno es mentir o desconocer la historia. Y eso es un orgullo, venga quien venga a querer dar lecciones. Hagan los aspavientos que hagan y digan lo que digan por salir en la prensa. Es un insulto a todos los que lucharon por dejar atrás el franquismo desde Andalucía.