Los inmigrantes y el policía local, en el salvamento al hombre en Bilbao.
Los inmigrantes y el policía local, en el salvamento al hombre en Bilbao.

Parece que lo ocurrido el pasado domingo en Bilbao no ha merecido el interés de la acorazada mediática en nuestro país. Al parecer un anciano de setenta y dos años se desvaneció y cayó a la Ría, momento en el que tres inmigrantes senegaleses se lanzaron al agua junto a un policía local fuera de servicio para rescatarlo y ponerlo a salvo.

No es el primer caso que ocurre en nuestro país, ya en 2019 otro héroe anónimo, también inmigrante sin papeles, salvo a una persona de morir en un incendio en Denia arriesgando su propia vida, mientras que en julio de 2020 dos manteros, también inmigrantes, salvaron a una chica de morir ahogada en una playa de Marbella.

El común denominador de estos tres actos ha sido el anonimato des esos héroes que llegaron a nuestro país arriesgando su propia vida sin saber que el futuro les deparaba arriesgarse de nuevo para salvar las de otras personas. También los tres hechos aquí narrados tienen en común la escasa repercusión mediática y en consecuencia social. Y es que parece que como cantaba Machín nos importa más que la Virgen sea blanca que el hecho de que existan angelitos negros a los que el pintor siempre olvida pintar.

Y que mejor fecha que este veinte de junio pasado, Día mundial del Refugiado, para reconocer la generosidad y la valentía de quienes vinieron desde otros países en busca de un futuro mejor y a los que con demasiada frecuencia  no ofrecemos el trato que su condición humana merece. La extrema derecha de este país y la derecha más extrema deberían reflexionar, a partir de comportamientos como los aquí contados, sobre su permanente estrategia xenófoba y denigratoria de quienes viven entre nosotros y llegaron huyendo de guerras, persecuciones y hambre.

Ese discurso populista y xenófobo penetra fácilmente en el inconsciente colectivo donde anida como el huevo de la serpiente. Quizás sea culpa  de esa resignación que los nuevos tiempos de la política han provocado en nuestra forma de entender la vida. Es ya el momento de reaccionar colectivamente ante las Monasterios y Olonas, frente a los Abascales y Espinosas de los Monteros, los profetas de un dios menor que cada día incitan al odio al diferente y el desprecio a la condición humana en razón de la raza, religión o sexo. 

La historia ya nos brindó por desgracia momentos en los que el triunfo del populismo xenófobo, con un fuerte componente racial, marcó trágicamente la historia de la humanidad. Por eso hoy más que nunca hay que pedir al pintor, como en el bolero de Machín, que se acuerde de pintar también un ángel negro.

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