Rezar el rosario

Varias personas rezan el rosario en Ferraz.

Una de las acepciones de la expresión “rizar el rizo” nos dice que se puede interpretar como “complicar algo más de lo necesario”. Y de eso parece que va la cosa, de complicar al Partido Socialista el resultado electoral europeo más de lo necesario si es que fuese necesario complicarlo más allá de los límites de lo políticamente correcto.

Y una de las modalidades de rizar el rizo en este sentido del que hablamos es lo de rezar el rosario, o mejor dicho con todo el respeto para los creyentes, el rezarlo en la jornada de reflexión y el propio día de las elecciones no en una iglesia o capilla, ermita o convento, no, hacerlo en la calle Ferraz que se ha convertido en una especie de sambódromo donde se exhiben toda clase, condición y tipo de ultraconservadores, y también conservadores a secas como la propia Esperanza Aguirre.

Y el motivo de tan milagroso evento no es otro que en esa calle tiene su sede social el Partido Socialista, nada, una mera coincidencia espacial entre la fe ultramontana y la ubicación socialista. Parece que la Junta Electoral provincial, ante la que los socialistas recurrieron tal celebración ecuménica del facherío español, no estimó acorde rezar el rosario en la vía pública en la jornada electoral y el propio día de las votaciones, una decisión sensata y acorde al espíritu que ha venido presidiendo fechas tan sensibles y señaladas.

Pero los organizadores, ese totum revolutum de grupúsculos de extrema derecha y derecha extrema que añoran la España de color sepia del ultracatolicismo, recurrieron al Tribunal Superior de Justicia de Madrid que en una resolución inédita pero en línea con la estrategia de rizar el rizo hizo decaer el acuerdo de la Junta Electoral Provincial y dio rienda suelta al afán evangelizador de tan cualificados energúmenos y energúmenas.

Resulta casual también que la ponente en el Tribunal Superior de la resolución judicial, su señoría Guillermina Yanguas, haya ocupado cargos de alta dirección política en los gobiernos de Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre, en concreto Directora General en el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y Directora de Calidad Ambiental en la Comunidad de Madrid. No creo que esos nombramientos se debieran a la afinidad ideológica entre el Partido Popular y su señoría, más bien pienso que en los días en que se produjeron esos nombramientos su señoría pasaba por allí.

Ni tampoco resulta fácil creer que la actuación de su señoría Peinado en el procedimiento contra Begoña Sánchez responda a afinidades de esa naturaleza por mucho que su hija sea concejala del Partido Popular en Pozuelo. Ni mucho menos debemos pensar en que sea esto último lo que esté escandalizando a tantos juristas en relación con los pasos que su señoría viene dando, ni tampoco el hecho de anunciar en esta semana última de campaña europea la citación el mes que viene de la señora Gómez como investigada aún antes de tomar declaración a los testigos. Probablemente, esté ocurriendo que su señoría es un innovador en materia de instrucción judicial y este caso le ha llevado a motivarse en tal sentido.

Sea lo que fuere lo que resulta cada vez más evidente es la necesidad que tiene la democracia española de renovar el Consejo General del Poder Judicial, pese a quien pese, porque con actuaciones como estas llevamos camino de que una buena parte de la sociedad española pierda de manera definitiva la fe en la justicia y eso es letal para cualquier sociedad democrática.

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