En esta mañana navideña, cargada de recuerdos familiares y triste nostalgia emocional, cuando por fin la lluvia cae, no he podido por menos que recordar aquellos versos de Serrat en su Balada de otoño: “Detrás de los cristales llueve y llueve, balada que a veces es como un murmullo, a veces como un lamento y a veces viento”. Y quizás por ello, por la tristeza emocional, esta columna semanal haya seguido estos derroteros.
Celebraba hace hoy una semana su 'Congreso provincial' el socialismo gaditano militante, un congreso cuyos prolegómenos habían derramado ríos de tinta teñidos de la propia sangre de la organización. Se percibía, casi nueve años después, un nuevo enfrentamiento interno para dirimir el liderato del Partido, la formula más reiterada de dirimir las sucesiones en nuestra provincia. Y fue la elección de delegados al Congreso Federal celebrado en Valencia, una cita interna que se presumía pacífica y unánime como así fue, la que destapó la caja de los truenos en el socialismo gaditano entre los herederos de las distintas corrientes que tradicionalmente habían gobernado el Partido y donde se habían producido más cambios de posición que en el Barça de Koeman.
Todo ello, los truenos del previo valenciano, la volatilidad de las lealtades y las nostalgias históricas, hacían presumible que la sangre llegaría al rio como así fue. Ya desde la elección de delegados al Federal se habían configurado dos grupos enfrentados, la Santa Alianza del romanismo y el irenismo y lo que di en llamar la UTE de los rebeldes. Y aunque los actores sobre el escenario pertenecían a la generación intermedia estaba claro que la batalla se jugaba principalmente desde la concha del apuntador, lugar en el que se situaban dos históricos presuntamente jubilados, Román y Pizarro.
A tenor del resultado queda claro que El Arte de la Guerra de Pizarro se ha impuesto al maniobrerismo de los libros de citas famosas de Román. Ha sido un duelo sobre el tablero digno de los mejores tiempos de los ajedrecistas Karpov y Kasparov, porque a cada movimiento de piezas el contrario reaccionaba de manera magistral aunque el jaque mate sólo podía ser patrimonio de uno y ese fue Pizarro. Y todo ello sin que supusiera un demerito para los actores principales, en este caso Ruiz Boix e Irene García.
Pero en política las matemáticas siempre son determinantes y Ruiz Boix había hecho las cuentas orgánicas como si de un inspector de Hacienda se tratara mientras García había hecho las del Gran Capitán. Si de ciclismo se tratara se podría decir que la primera etapa de montaña empezaba a coronar al equipo de Boix mientras García se hundía en una pájara monumental ante el tío del martillo que diría Perico Delgado. Boix empezaba a apuntar al maillot amarillo y también al verde de la regularidad, y eso que había llegado al equipo de la Ute como un gregario de lujo. Peros los premios a la constancia en etapas sucesivas le habían llevado al liderato indiscutible del equipo y del propio pelotón donde Irene Y el menor de los Román hacían la goma con demasiada frecuencia.
Ante la falta de ambición de liderazgo provincial de Mamen Sánchez y Fran González, piezas fundamentales del equipo y magníficos administradores de sus posiciones orgánicas e institucionales, la mirada al cielo que me tienes prometido de Javi Pizarro, el populismo folklórico de la voz de Cádiz en Madrid, la falta de ejército del zorro susanista en el gallinero, privado del apoyo de sus dos referentes históricos Jiménez Barrios y Cornejo que han encontrado justo acomodo en el Comité Director, quedaba claro que la constancia de Boix se había convertido en su mayor patrimonio y así fue con su llegada a la Secretaría General de los socialistas gaditanos.
Ahora, una vez que se ha constatado que Chefi Román, un hombre con un patrimonio municipalista bien ganado por su gestión al frente del ayuntamiento de Chiclana y que ha estado a punto de dilapidar en parte por seguir los cantos de sirena de la genética familiar, e Irene García, acomodada orgánicamente en el Regional e institucionalmente en el Palacio Provincial, son ya el pasado más reciente, Boix debe afrontar las tres grandes vueltas, el Tour de las elecciones generales, el Giro de las autonómicas y la Vuelta de las municipales, equipo tiene para ello, constancia también, sólo falta que a su capacidad de trabajo reconocida incorpore una técnica más depurada y comience a reconocer la importancia de la táctica y la estrategia. Que la fuerza los acompañe.
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