Manuel Gavira, portavoz parlamentario de Vox, en una imagen reciente.
Manuel Gavira, portavoz parlamentario de Vox, en una imagen reciente.

Visto lo visto esta semana en el Pleno del Parlamento de Andalucía cada día tengo menos dudas sobre un posible adelanto electoral en nuestra tierra para lo que Moreno Bonilla ha encontrado la coartada perfecta en la actitud mostrada por Vox en los últimos días. Por un lado, la oposición del partido de ultraderecha a la reforma de la ley de Salud Pública, con el pretexto archiconocido, por reiterado y cansino, del recorte de derechos y libertades fundamentales, ha sido el primer elemento de esa estrategia que intenta mostrar una ficticia inestabilidad del Gobierno andaluz que justificaría el oscuro objeto de deseo del Presidente Moreno Bonilla; que difícilmente podría tomar esta iniciativa sin desmentir la escena del sofá con Marín tras la convocatoria de elecciones en Madrid cuando se juraron amor eterno más allá de la muerte como en el soneto de Quevedo.

El nuevo portavoz parlamentario de la extrema derecha, el gaditano Manuel Gavira,  ha empezado a justificar la razón oculta de su ultrasónico ascenso, el cumplimiento de la falsa estrategia de acoso al Gobierno de coalición PP-CS, que difícilmente podía encarnar su predecesor, estigmatizado por la reiterada escenografía del partido de la ultraderecha de amagar y no dar, lo que había lE había despojado de toda credibilidad con los continuos órdagos de Vox que siempre terminaba pasando por el aro de las pretensiones parlamentarias de los partidos gobernantes. Un tiempo nuevo con un objetivo también nuevo, facilitar a Moreno Bonilla la convocatoria electoral como mal menor, necesitaba de alguien con la impostura, contundente por cínica, del señor Gavira que el mismo día que saboteaba la reforma de la Salud Pública anunciaba más sorpresas a lo largo del Pleno que acababa de comenzar.

Gavira ha tirado de argumentario ultraderechista, supuesto recorte de derechos fundamentales, acogimiento de trece menores no acompañados y necesidad de cumplimiento de lo firmado, con el pin parental a la cabeza aunque por ahora nos hemos librado de la obligación de oír el Himno en los colegios andaluces, para escenografiar el pretendido acoso al Gobierno andaluz. El segundo elemento ha sido la oposición al Decreto de ayuda económica a las Entidades Locales Menores andaluzas (ELAS), de las que por ejemplo el término municipal de Jerez es una buena muestra, aunque la oposición de izquierdas pudiera hacerla viable.

Pero la supuesta bomba nuclear que pondría de manifiesto la nueva estrategia de VOX estaba aún en los hangares de la formación de extrema derecha. El último día de Pleno se debatía la admisión a trámite de uno de los proyectos estrellas de la legislatura del Gobierno de coalición, la Ley de Impulso a la Sostenibilidad del Territorio de Andalucía, LISTA para los amigos de su proponentes, que se había convertido en el becerro de oro de la derecha gobernante para la recuperación económica de nuestra tierra, una metáfora cínica de la demolición de esa sostenibilidad a la que se apela en el propio nombre de la Ley. Por obra y arte de VOX la LISTA terminó siendo la TORPE y no dejo de preguntarme por las razones ocultas de esa negativa independientemente de su contribución a la estrategia de justificación del adelanto electoral.

Y me da que esto no ha hecho más que empezar por lo que la decisión de adelanto de las primarias presidenciales por parte del Partido Socialista es más que acertada porque el oscuro objeto de deseo de Moreno Bonilla por día que pasa es más clareo.

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