“No canto porque me escuchen
ni porque oigan mi voz,
canto porque no se junten
la pena con el dolor.
(Verdial)
Ayer fui, como cada semana, a ver a mi vidente, “Latruji” de Chipiona. En una habitación pequeña de luz triste, con unos cortinones rojos enormes, te recibía con sus pelos desgreñados detrás de una mesa camilla de faldones acartonados donde se ubicaba su bola de cristal en el centro. Siempre que iba esclarecía mis asuntillos, me orientaba sobre el porvenir y me contagiaba su paz interior. Poseía un don natural para predecir hechos venideros. Aunque ella decía que eran revelaciones sobrenaturales.
En su calidad de vidente no era una maga charlatana. No, no se equivoquen. Era científica, incluso poética, con abundante capacidad adivinatoria. Así fue que, cuando le dije, como si se tratara de una confesión íntima, que mi mujer estaba muy preocupada porque Luxury, nuestro perro, cuando le decía “hola” por las mañanas o le daba “las buenas noches” ya no brincaba ni saltaba sobre sus piernas, consultando su bola de cristal, dijo que era un asunto común, sociológico, que probablemente todo volvería a sus hábitos naturales. Que, no obstante, en un par de días me mandaría un informe por correo electrónico sobre lo último en la relación entre los hombres y l@s perr@s (en adelante evitaré esta estúpida duplicidad lingüística), que seguramente resolverían el caso particular de mi mujer.
Y así fue. Al día siguiente nos llegó un correo electrónico en el que “Latruji” nos contaba que, paseando con su perro Fox Terrier arropado con el abrigo del Betis, se había encontrado en el chiringuito “Las Tres piedras” de Chipiona a la ministra de Educación, Rubi Triste con la que tenía una larga amistad. Que le había contado cómo conoció a su marido en un parque público. Él paseaba con su perro labrador “Ron” y ella con su chihuahua “Gala”. Quedaron un día para ir juntos a la Clínica Veterinaria y así se enamoraron. Que todas las noches le contaba a “Gala” la historia de cómo la había conocido. Que tanto amaba a los perros que había propuesto al Gobierno una nueva Ley de Educación. Nos tomamos no sé cuántas copas a cargo del erario público y nos despedimos.
Por fin, varios días después llegó el INFORME titulado “Los perros y los hombres”, debidamente rubricado y sellado por la “IA gpt” (Inteligencia Artificial) y “Latruji”. Decía así:
“En nuestro país, España, según la Fundación Affinity hay 6 millones de perros, lo que supone que en uno de cada cuatro hogares hay un peludo. La presencia de tusos en las familias españolas, que ya era importante antes, creció notablemente con la pandemia.
En Jerez, el perro es la mascota preferida. Según los últimos datos cruzados del Registro Andaluz de Identificación Animal (RAIA) y los del Instituto Nacional de Estadística (INE), en esta ciudad hay registrados 56.800 perros (1.586 de ellos, perros potencialmente peligrosos/as – PPP) frente a 21.405 niños de hasta diez años de edad. Hasta aquí los datos cuantitativos.
No obstante, el Colegio Oficial de Veterinarios subraya que prolifera el número de personas mayores que, para combatir la soledad, abren las puertas de su casa a un compañero de cuatro patas. “Es terapéutico y aconsejable; les hace muy felices”, dice el órgano veterinario. No solo ayudan a combatir el aislamiento, sino también a superar dificultades de comunicación y a mejorar la autoestima. El Informe concluye que el 30% considera a su mascota mucho más importante que a cualquiera de sus amigos.
“Mascotamanía” indica que hasta un 94% de los niños asegura sentirse mejor si tiene un animal cerca. La gran mayoría de ellos afirma también que dedicaría parte de su tiempo a cuidar de uno, hasta el punto de renunciar a jugar con sus amigos para estar con su mascota. “Mascotamanía” ha realizado un sondeo en el que el 74% de los encuestados afirman que tener un perro en casa tiene un impacto positivo en su salud mental.
De modo parecido, se consolaba Diógenes cuando afirmó: “Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perra”. Y sí, hay personas que cuanto más aman a su perro, más aman a las personas con las que viven. Por eso, cuando un miembro de la familia vuelca todo su cariño en el perro, los demás miembros de la familia están contentos. Porque un perro puede expresar más con su cola en minutos que lo que su dueño es capaz de expresar con su lengua en horas.
Por otra parte, hemos tenido conocimiento de extranjis, de un cambio revolucionario que se va a producir en la educación en España. Se trata del Borrador nº 1 de una nueva ley de Educación consensuada entre todos los partidos que conforman el Parlamento.
BORRADOR Nº 1 DE LA LEY DE EDUCACIÓN DE INTEGRACIÓN DEL “GUAU”:
Justificación de la Ley
Dado el aumento cuantitativo y los cambios cualitativos de la relación entre los canes y los hombres, dado que estos animales han perdido su genética salvaje para adquirir una extraordinaria mansedumbre, el Ministerio de Educación en la persona de su Excelentísima Sra. Ministra Dª Rubi Triste y el Chucho Mayor Bulba, de la Liga para la Defensa de los Derechos Animales (LDDA), partido con representación parlamentaria, han tenido a bien proponer un acuerdo sobre la próxima Ley Educativa. Los cachorros van a pasar de tener una vida aperreada a tener derechos como cualquier ciudadano español. “¡Ya volviste! – dijo la perra. - ¿Qué hiciste hoy? –dijo la dueña. - ¡Te esperé! Eres todo lo que tengo– contesta la chucha. - ¡Ven con mamá! – dijo ella”. Se trata de que los perros, miembros de las familias, no se queden solos en casa, lo que supone una ampliación del concepto de conciliación de vida familiar y laboral. Se trata pues de darles una vida plena y digna.
Para ello habrá que romper con el estereotipo general que discriminaba a los canes: no solo los perros muerden a los hombres, también los hombres muerden a los perros. Por tanto, el hombre será adiestrado adecuadamente para ser el mejor amigo de los canes. No se trata de entrenar a los tusos para que sean semihumanos, sino más bien de que los hombres se abran a la posibilidad de ser más “perros”. Porque los tusos son buenos amigos, no hacen preguntas y nunca critican.
El fundamento teológico de esta Ley seguirá los caminos esbozados por Alphonse Toussenel y Mark Twain. El primero dijo: “Al principio Dios creó al hombre, y viéndolo tan débil, le dio el perro”. Y Twain: “El perro es un caballero. Espero llegar a su paraíso, y no al del hombre”.
Algunas líneas metodológicas de la nueva Ley
En el frontal de todas las aulas estará inscrito el lema del colegio: “Juntos, amor para dos, amor en buena compañía. Si tú eres así, qué suerte que ahora estés junto a mí” (Paloma San Basilio).
Los perros, dado su altura, se sentarán en la primera fila del aula, y se les adaptarán los pupitres y las sillas correspondientes. Lo harán por orden rigurosamente alfabético. Valga un ejemplo: “Bimba, Coco, Duna, Jack, Kira, Leo, Lola, Luna, Mia, Maya, Max, Nala, Rocky, Simba, Zeus”.
En el primer curso de escolarización se les enseñará a deletrear, escribir y comprender la palabra “amor”. Les resultará fácil si el/la maestr@ es competente, porque ellos, los perros, lo exteriorizan y manifiestan cada día.
A los perros solo les estará permitido ladrar en los recreos. O, excepcionalmente, cuando se celebre su cumpleaños.
Se les educará adecuadamente para que usen el papel higiénico.
Uno de los objetivos más importantes será desarrollar sus potencialidades. Para ello, se crearán situaciones de aprendizaje de oratoria para que modelen su discurso, de canto y armonía para embellecer sus ladridos y de educación física para que puedan participar en las Olimpíadas.
Hermenéutica y semántica del concepto “guau”
Se trata de investigar qué significa “guau”. Esta será la labor más importante en las clases de filosofía. A medio mundo le gustan los perros y a día de hoy se conoce muy poco qué quiere decir “Guau”. Vamos a ello.
De todo el mundo es sabido que “guau” es una onomatopeya del ladrido del perro. Sin embargo, algunos humanos copiones lo utilizan coloquialmente a modo de interjección. En este sentido, ¡guau! indica admiración ante algo muy grande, muy bueno o muy bonito. Es una expresión de sorpresa, asombro o entusiasmo. ¡Guau, qué cochazo! (Tengan en cuenta que el asombro, la perplejidad, es la base de la filosofía).
Un “guau”, un ladrido, es la voz más común producida por los perros y sus cachorros. Los perros ladran en secuencias largas y rítmicas; frecuentemente y en diversas situaciones, a veces durante horas. Lo hacen para comunicar un mensaje o expresar excitación. Análisis estadísticos han puesto de manifiesto cómo se puede identificar de manera individual a cada perro por su ladrido. Los perros suelen acompañar el ladrido de movimientos corporales, como parte de sus recursos de comunicación. Con un breve movimiento de cola, un perro puede expresar más emociones que algunas personas con horas de charla.
Las clases de filosofía se regirán por el principio sofista de Protágoras: “Los perros y los hombres son la medida de todas las cosas”. Y deben tener cierto nivel porque los canes son seguidores de Kant, son caninos kantianos.
A los perros se les educará según su deseo profesional, según su vocación. En este sentido, habrá que tener en cuenta que la mayoría aspiran a ser funcionarios.
La trufa y la firma de documentos administrativos
La nariz del perro es su huella dactilar. Nos referimos concretamente a la trufa: la parte negra, rugosa, húmeda y sin pelos. Si te acercas mucho, verás que está compuesta por un intrincado patrón de líneas y surcos. No hay dos narices de perros iguales. Esa es su huella dactilar para firmar exámenes y expedientes o documentos oficiales.
El único punto de discrepancia grave
Que obligará a reunirse de nuevo a la ministra con el chucho mayor, es la educación sexual y la Ley del “Sí es sí”. Bulba solicita, en nombre de sus afiliados, que la Ley pase a llamarse del “No es no”, que explicite qué acciones están prohibidas. El sexo, dice, no es solo físico, animal; hay emociones, sentimientos, afectividad, enamoramientos, que son vivencias íntimas de los animales en las que el Estado no debe entrometerse. La ministra lo escucha atentamente y acuerdan crear una comisión que lo estudie y proponga un posible acuerdo.
Ya, al final de la reunión, el Chucho Mayor pregunta de manera informal a la Sra. Ministra: “Mire, no entiendo por qué, entre los humanos, cuando un hombre se amanceba y chinga de manera desordenada y placentera lo llaman “don Juan”, y cuando una chica se amanceba y chinga de manera desordenada y placentera la llaman “perra”. ¡Por favor, no usen el nombre canino en vano!”.
En el primer año de escolarización de los canes, uno de ellos, un “airedale terrier”, por nombre Sócrates, obtuvo el Premio a la Excelencia Educativa, recibiendo como regalo unos snacks saludables y compatibles con su alimentación. La señora alcaldesa lo saludó estrechándole la mano.
En fin, estoy sudando. Voy a pasear con “Caos”. Necesito recuperar mi equilibrio mental. ¡Uf!