Pasó la fecha del 4-M y los madrileños y madrileñas han dictado su sentencia electoral.
Nacer en la calle Ferraz 70 de Madrid, actual sede del PSOE, te hace sentir un poco de allí a pesar de haber pasado la mayor parte de mi vida en Navarra, excepto un pequeño periodo de cinco años en Catalunya.
Tres de los epicentros de la política de este país, Madrid, Navarra-Euskadi, Catalunya. Ser mestizo, padre y abuelos navarros, madre madrileña, abuelos gallega y castellano, te hace tener una visión más amplia, diversa y rica que la mayoría de gentes.
Por eso esta mañana duele Madrid, duele lo sucedido en estas elecciones y un halo de negrura impregna el panorama político que adivino.
Ha sido una campaña larga y dura, a menudo excesivamente dura para quien se siente hijo de la Transición. Demasiada crispación, excesiva violencia verbal y signos de que algo terrible está sucediendo en la sociedad madrileña y quizás también en la del resto del Estado.
¿Está enferma? ¿Están enfermas? Es probable, pero harían bien los políticos, especialmente los de las izquierdas, en “hacérselo mirar”.
Quizás en sus sesudos análisis les haya faltado darse cuenta de que desde hace años en la política planetaria, primero en EE.UU. y después en el resto, la aparición de una siniestra y peligrosa figura ha cambiado las reglas de juego.
¿Os imagináis en el futbol jugar un partido con reglas como la falta, el penalti, la expulsión, o el fuera de juego, contra un equipo que no las tiene, para el que todo vale?
Pues eso ha sucedido en esta campaña, y ha tenido repercusión en el resultado de las elecciones desarrolladas el 4-M. Ha ocurrido lo inevitable, que la derecha extrema ha pasado por encima de la izquierda.
Steve Bannon, que así se llama dicho personaje, comenzó su andadura en EE.UU. llevó con sus dudosos métodos a otro personaje mediocre, rico y pintoresco como Donald Trump hasta la mismísima Casa Blanca y se ha convertido en el gurú (ahora llamamos así a los ideólogos) de la derecha extrema, suma esta de la derecha dura y la extrema derecha.
En nuestro país se tiene constancia de que Santiago Abascal, Miguel Ángel Rodríguez y Teodoro García Egea tienen contacto habitual con él, incluso el primero se jacta de ser amigo suyo y esto se ha notado y mucho en la campaña electoral de Madrid.
Se piensa que en EE.UU. fue el artífice de la campaña de intento de desprestigio del voto por correo (¿os suena?) y probablemente de la fallida toma del Congreso por parte de los seguidores de un Presidente, que se resistía a abandonar el poder.
También de una técnica eficaz de desprecio por la verdad. Difundir datos falsos por las redes sociales o entrevistas sin preocuparse de su veracidad, solo del impacto emocional que ocasionen, del escándalo que provoquen porque de esa manera en las tertulias hablan de ellas.
Ayuso y Monasterio lo han practicado constantemente estas últimas semanas, aderezándolas del todo vale con tal de ganar votos.
Para ellas ha valido todo, sin límites éticos, o morales, especialmente en el caso de la primera como se ha visto por su instrumentalización indecente y bochornosa de su cargo de Presidenta, en el acto institucional del 2 de Mayo, o la surrealista corrida de toros que se inventó ese mismo día.
La alargada sombra de Bannon ha planeado sobre la campaña madrileña, experto como es en embarrar en terreno de juego y probablemente la izquierda, al menos una parte, por no analizar debidamente ese hecho ha caído en la trampa y se ha visto perjudicada.
Desde su aparición no se puede, no se debe, competir con esa nueva derecha extrema con sus normas y condiciones y enfangarse en el barro que provocan no trae buenos resultados como se ha podido comprobar en esta ocasión.
Las izquierdas han cometido el inmenso error de hacerlo y así las ha ido.
A partir de ahora y después de lamerse las heridas, deben abrir con urgencia un periodo de reflexión profunda, para buscar antídotos que anulen el veneno que las técnicas “bannonianas” están inoculando en la sociedad de nuestro país.
Porque algo muy profundo está germinando en ella que la está haciendo cambiar. En el futuro nada va a ser igual, habrá que tirar a la papelera ciertos dogmas, como que a una mayor participación mejor resultado de la izquierda que ha quedado obsoleto a partir de este 4-M.
También el del famoso “cinturón rojo”, o los barrios obreros que en esta ocasión se ha llevado Ayuso. Probablemente por su gestión de la pandemia que conecta con una parte de la izquierda que antepone puestos de trabajo y “cañitas” a salud y muerte.
En este nuevo momento ella no necesita a Vox, porque es en sí misma el centro, la derecha, la extrema derecha y su populismo le hace llegar hasta la izquierda.
Por eso no se puede, no se debe, cometer los mismos errores en el tiempo que viene, porque Bannon y sus seguidores, sus teorías y técnicas han llegado para quedarse y corremos el peligro de que la caída de Madrid anticipe la caída del Gobierno de España.
Es probable que a estas horas los expertos que aún habitan la sede del PP en la calle Génova, ya estén diseñando una campaña en ese sentido. Les ha salido muy bien en Madrid y querrán trasladarlas al resto. A partir de ahora nada de acuerdos con el PSOE, ni CGPJ, ni salida de estado de alarma, todo será a partir de ahora a sangre y fuego.
No debiera extrañar que MA Rodríguez acabe ascendiendo en el organigrama de su partido. Así, el hombre de Bannon en Madrid se puede convertir en el de España y quizás también en el hombre de Bannon en Europa.
El peligro que corremos es que en la otra orilla, en las izquierdas, los otros gurús, Iván Redondo y compañía, pretendan competir con sus mismos métodos al darse cuenta de que ganan elecciones. Eso significaría el final de nuestra democracia, o al menos de la democracia tal y como la entendemos los viejos del lugar.
La ética, la honradez, la honestidad de comportamiento, incluso la buena educación, quedarían sustituidas por la mentira, la manipulación, el todo vale con tal de lograr apoyos, empleado por Ayuso y que tan buen resultado le acaba de dar.
Kontuz izquierdas, cuidado.
Hoy duele Madrid, pero quizás mañana duela España y quizás pasado Europa.
Un nuevo tiempo comienza a partir de ahora y me temo que va a ser más oscuro e indecente que el anterior.
Veremos……
Pdta.: Adiós, agur, adeu Pablo Iglesias, fuiste un revulsivo para la izquierda pero en los últimos tiempos te habías convertido en una rémora. Que te vaya bonito.