Polémica creciente la que se ha formado en Jerez después de que Fernando Calderón, la persona que ha encarnado la figura del rey Melchor en la pasada Navidad jerezana, tuviera unas palabras implícitamente antiabortistas en su discurso durante la ceremonia de la adoración del Niño Jesús. El mensaje que subyace en el recordatorio de Calderón a "los niños que por el egoísmo humano nunca conocerán la cara de sus padres ni la de sus abuelos y nunca nos escribirán una carta contándonos sus sueños" no ha pasado desapercibido para el colectivo Marea Violeta y después por La Confluencia (IU + Ganemos), que tiene idea de llevarlo a pleno e incluso ha solicitado a la Asociación de Reyes Magos de Jerez que se pronuncie al respecto.
Para la alcaldesa de Jerez, María José García-Pelayo, se trata de una polémica artificial y de un empeño por cuestionar "la exitosa Navidad" que acaba de vivir Jerez. Para la alcaldesa, se trata de libertad de pensamiento y de expresión... Bien, está claro que todo el mundo tiene derecho a tener su opinión sobre cualquier asunto, incluso aunque esté perfectamente recogido por la legislación, pero no parece que el foro que se ha escogido sea el más indicado, ni por la propia naturaleza del acto ni por la 'cautividad' de los niños y de sus padres y madres. No es el momento ni el lugar.
Hacer de rey Melchor significa únicamente eso. No viene a cuento, en absoluto, soltar una filípica claramente sectaria. ¿Cómo se hubiera valorado una defensa de los derechos del colectivo LGTBI o de los trabajadores frente a los empresarios?
Por eso se equivoca la alcaldesa Pelayo en no introducir ningún 'pero' en su defensa, en decir que Calderón es muy libre de pensar lo que le parezca, faltaría más, pero que se ha equivocado de sitio. Y, por supuesto, se equivoca al mantener que el cuestionamiento de este discurso persigue enturbiar la Navidad jerezana, sin razonar, además, su punto de vista.