A mediados de los 90, es decir, hace casi treinta años, Antonio Reyes, por entonces uno de los principales concejales de Pedro Pacheco en Jerez y que llegó a ser viceconsejero de la Junta de Andalucía durante una de las legislaturas en las que el PSOE se apoyó en el andalucismo, hizo unas declaraciones en su momento incomprendidas por buena parte de los jerezanos. Fueron unas declaraciones mínimas, escuetas, todavía más cortas –lo decimos más que nada porque a Reyes le gusta escribir y de hecho ha publicado– que las del famoso cuento del dinosaurio de Augusto Monterroso. Reyes simplemente dijo en una entrevista “me siento Bahía”.
Tres palabras, solo tres, que produjeron, tal y como se ha dicho, incomprensión e, incluso, cierto cachondeo, pero que también sirvieron para que se abriera una reflexión en Jerez sobre el camino –que, por otra parte, ya se había iniciado– hacia la Bahía de Cádiz, rompiendo con décadas, por no decir siglos, de dar la espalda a dicho espacio. Jerez y su campiña, obvio; Jerez y la Sierra, claro; Jerez mirando a Sevilla, vale, en según qué modos, asuntos y relaciones; el Marco de Jerez, unas relaciones basadas en el negocio de la viña y el vino, que van desde Lebrija hasta Chiclana… Jerez siempre ha tenido una tupida red económica y mental de relaciones, pero algo fallaba con la Bahía más allá del tradicional embarque de sus vinos. Muchos jerezanos tienen segunda vivienda en El Puerto, está también el vino, las salidas, las amistades… Puerto Real tiene la universidad y fue incluso parte del municipio de Jerez, pero Cádiz y San Fernando siempre han cogido mucho más lejos en el imaginario que en los kilómetros que las separan de la calle Consistorio.
Durante todos estos años, desde que Jerez comenzó a “sentirse Bahía”, se ha avanzado, pero no al ritmo que tal vez se esperaba o que hubiese sido necesario. Se ha integrado en buena medida el transporte público, sí, pero tal vez lo más importante es cómo han ido cayendo, aunque no han desaparecido por completo, ciertos localismos. Hoy, cientos de gaditanos que no pueden vivir en Cádiz por el altísimo coste de la vivienda han preferido comprar o alquilar en un Jerez bien comunicado, en vez de en los alrededores de la capital; hoy, cientos de jerezanos van a Cádiz todos los días, no ya a estudiar o a trabajar, que también, sino a hacer compras o a disfrutar comiendo y tomando algo en sus terrazas…
Ahora, la Agenda Urbana que auspicia la Diputación Provincial de Cádiz quiere poner negro sobre blanco todo esto. Quiere dar una oportunidad integradora y establecer estrategias conjuntas para los 640.000 habitantes que conforman la tercera área metropolitana de Andalucía. El futuro pasa, por ahí. Jerez siempre será Jerez, pero será más en la Bahía de Cádiz y Jerez.