El Ayuntamiento de Jerez –el nuevo gobierno del Ayuntamiento de Jerez, para ser más exactos– trata de poner cierto orden interno para afrontar, al menos con dignidad, lo que significa haber presentado la candidatura a la Capitalidad Cultural Europea 2031. Jerez lo tiene difícil frente a Granada, que además presentó antes su candidatura y comenzó a trabajar también antes, pero todavía hay tiempo para revertir la situación.
Cuando una ciudad opta a una designación de este tipo, lo primero que debe hacer es un chequeo de cómo se está funcionando, de qué se dispone y en qué se puede mejorar, empezando por su Ayuntamiento, claro, y emplazando a todas las fuerzas vivas que tengan algo que aportar. Transversalidad, porque todo, absolutamente todo, cuenta. Hay que mirar la Cultura, sí, pero también al menos los dos círculos concéntricos más próximos de dicha área.
No se trata de poner a funcionar, a siete años vista, a toda la Administración local de cara a ese objetivo, pero sí que ese objetivo esté presente cuando se repasa el funcionamiento municipal. Está muy bien ir a Fitur y utilizar este altavoz para 'vender' el proyecto al sector turístico, pero antes hay que tener la casa en orden.
A ver, por ejemplo, ¿se puede presentar una candidatura a la Capitalidad Cultural, con visos de prosperar, si el ascensor del Zoo –pionero en muchos aspectos y hoy 'reconvertido' nominalmente en Centro de Conservación de la Biodiversidad– lleva ocho años sin funcionar? Es muy probable, casi seguro, que este hecho poco o nada fuera a aportar a la designación final de Jerez, de acuerdo. Lo que ocurre es que la existencia de ese caso no deja de ser una especie de síntoma de cómo se encuentra el Ayuntamiento de Jerez tras años en los que la ruina en que indiscutiblemente se encuentra –los 1.126 millones de euros de deuda son una losa insalvable– ha sido también una especie de disculpa que ha tapado cierta abulia en la gestión, con la falta de dinero justificando hechos y situaciones que no tenían que haberse dado.