La COP28 sobre el clima, cumbre auspiciada por la ONU que se ha celebrado durante las dos últimas semanas en Dubái (Emiratos Árabes), ha concluido sin grandes sorpresas. Una declaración de última hora en la que se hace mención a que "el mundo debe dejar atrás los combustibles fósiles" ha servido para contentar, más o menos, a todos los países y organizaciones asistentes, toda vez que la reunión como tal concluyera oficialmente el martes sin que en las conclusiones finales se hiciera siquiera mención alguna a este tema, que se considera clave en el cambio climático y el calentamiento global.
En realidad, todas estas cumbres son muy similares, siempre parece que no va a haber acuerdo, hay reuniones de última hora con el tiempo cumplido y, al final, se logra un acuerdo que rápidamente algunos políticos y medios de comunicación adjetivan como "histórico" y las partes vuelven a citarse para el año siguiente entre sonrisas y signos de la victoria. Por el medio, dirigentes de todo el mundo se acercan para hacerse la foto y explicar sus pequeños logros en materia del cambio climático.
En esta ocasión, se vende como triunfo que por primera vez se haga referencia a los hidrocarburos como parte del problema climático e incluso la Unión Europea valora que esta declaración es "el principio del fin" del uso de esta energía. Con menos optimismo se muestran los ecologistas, que a bote pronto ya han advertido de que las soluciones que se proponen en el documento final son de muy difícil implementación.
Se trata de acuerdos que, en general, se van cumpliendo por parte de la Unión Europea y Japón, pero cuyo cumplimiento deja mucho que desear por parte de grandes potencias industriales, caso de EE.UU, China, India y Rusia, que se mantienen –en el caso de EE.UU parcialmente– al margen de los acuerdos, unos por negacionismo y otros porque entienden que este tema no debe interferir en su desarrollo.
Bien... dentro de un año la cita es en Azerbaijan, a la espera de otro 'acuerdo histórico'.
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