De audaz cabe calificar el movimiento realizado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de adelantar las elecciones generales, inicialmente previstas para diciembre, al 23 de julio, a tenor de los malos resultados obtenidos por el PSOE y por la izquierda en general en las elecciones municipales y autonómicas en doce comunidades del pasado domingo.
Si el movimiento de Sánchez además resulta brillante eso lo dirá en su día el electorado. Con el adelanto, Sánchez reconoce que tiene una importante vía de agua, sobre todo por el resultado de las autonómicas, y quiere movilizar ya a su electorado y al del resto de fuerzas progresistas que apoyan su Gobierno. Entiende que medio año hasta las generales se le iba a hacer a su partido –y probablemente a algunos de sus socios- muy largo, con el PP reclamando el adelanto electoral continuamente.
Con esta decisión cierra de golpe el 28M y pretende abrir un nuevo período justo cuando comenzaban los análisis sosegados del día después de las municipales… pero lo cierto es que no podrá evitar imágenes en su momento como la del PP tomando posesión de todas las grandes alcaldías de Andalucía (Jaén está en el aire) o comunidades hasta ahora socialistas como Aragón, Valencia o Extremadura, por no hablar de la alcaldía y la comunidad de Madrid.
Insólito resulta convocar unas elecciones de esta importancia un 23 de julio, con el verano y las vacaciones tan metidos de lleno. Es época de viajes… y época también de trabajos de temporada que a veces obligan a vivir fuera, no se nos olvide, así que es un hecho que va a haber ciudadanos para los que, la celebración de comicios en estas fechas, va a ser objeto de molestia. Por no hablar de las elevadísimas temperaturas que suele hacer en comunidades de España como Andalucía, la más poblada.
Otra derivada a tener en cuenta es cómo se reorganiza el esapacio a la izquierda del PSOE. Se da por hecho que Sánchez habrá consultado o al menos comunicado su decisión a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y que la dirigente e impulsora de Sumar le habrá dado su visto bueno, aunque está pendiente de definición cuales van a ser las relaciones entre Sumar y Podemos. Por parte de la formación morada, su dirigente Ione Belarra ha dado a entender su disposición a alcanzar en los próximos diez días (no hay más tiempo, ahora desde un punto de vista estrictamente legal) el acuerdo con Díaz que llevan meses postergando.
Pero también cabe recordar que le corresponde a España la presidencia de la Unión Europea durante el segundo semestre, una presidencia en la que Sánchez tenía intención de llevar buena parte de su agenda social y, de alguna manera, utilizar esos seis meses con los focos de Europa puestos en su gestión como aval para las elecciones que se iban a celebrar en diciembre. Ya no será así e incluso podría darse el caso de que Sánchez estuviese en dicha presidencia solo unos días en julio si pierde las elecciones.
Por último, puede hacerse un breve comentario de corte personal. Es evidente que Pedro Sánchez, como tantos estadistas a lo largo de la historia, piensa que tiene ‘baraka’, una buena estrella, en árabe, que le ha acompañado a lo largo de su vida política, tanto en las luchas intestinas del PSOE, los acuerdos para el desalojo del PP, la victoria electoral. Esa ‘baraka’ tendrá una prueba de fuego el 23 julio.
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