Un análisis de los resultados de las elecciones europeas desde Andalucía tiene tres puntos fundamentales en los que detenerse: la victoria del PP, qué va a hacer el PSOE y el 'fenómeno Alvise'.
Tras la mayoría absoluta de Juanma Moreno en las autonómicas de hace dos años, el PP ha echado abajo el último muro electoral que le quedaba, que era obtener la victoria en las elecciones europeas, en las que nunca había ganado a los socialistas. Además, con 5,6 puntos porcentuales, el PP ha ganado a los socialistas con mayor holgura que la media del Estado, que ha sido del 4%.
El PSOE se encuentra ante varias disyuntivas, comenzando por cómo valorar unos resultados que la pasada noche electoral se veían de una manera –hay fotos, por ejemplo, de la sede de Jerez, quinta ciudad andaluza, con bastante alegría– y probablemente el lunes por la mañana han comenzado a verse de otra. En el PSOE-A es evidente que tienen que empezar a pasar cosas si quiere competir en las autonómicas de dentro de dos años. Lo cierto es que el PP-A no puede estar más cómodo: tiene mayoría absoluta en el Parlamento y gobierna en las ocho capitales andaluzas, más Jerez, Algeciras y Marbella y no parece que las elecciones del domingo se puedan valorar precisamente como el inicio de la remontada socialista. Es verdad que el PP ya no aumenta su ventaja, pero es que se mueve en el 38% de los votos, y eso con Vox en el 11% en Andalucía... y con el 'fenómeno Alvise' superando otro 6%.
Es difícil explicar el éxito del sevillano Alvise Pérez y su candidatura Se Acabó la Fiesta. ¿Ultraderecha sin más? ¿Antisistema? Lo cierto es que ha obtenido más de 800.000 votos en toda España (3 diputados) en una candidatura que carece propiamente de programa electoral, aunque su ideología se desgrana de las opiniones –y el tono– de su líder sobre Pedro Sánchez, la inmigración, la agricultura europea, etc. Alvise Pérez es un poco el Ruiz-Mateos o el Jesús Gil de la era digital. Incluso, como el primero, ha dicho sin tapujos que persigue el aforamiento al que le dará derecho el acta de eurodiputado para 'blindar' (no es tal que así) legalmente su actividad de denuncia, que ha encontrado un importante hueco en un voto joven y desencantado.