Hay que saludar que el planeta haya conseguido en 2023 que el 30% de la energía eléctrica que se ha producido proceda de fuentes renovables, fundamentalmente la fotovoltaica (solar) y la eólica. Es una buena noticia que tiene beneficios directos, como que las emisiones de CO2 a la atmósfera se han reducido del orden del 12% respecto a 2007, año en que se estima que se alcanzó el máximo. Estos datos los ha facilitado el think tank Ember, dentro de su informe Global Electricity Review presentado esta semana.
En cualquier caso, los países del mundo tendrán que apretar si se quiere alcanzar el objetivo fijado para 2030, en que se pretende que el 60% de toda la energía sea renovable, objetivo que se fijó en el transcurso de la cumbre sobre el clima COP28 auspiciada por la ONU y a cuyos acuerdos hay que recordar que no se sumaron algunas de las principales potencias del mundo, caso de Estados Unidos o China. De conseguirse ese 60% de producción de electricidad a partir de renovables, los expertos estiman que se reduciría a la mitad la emisión de CO2 y el planeta estaría en línea para alcanzar la previsión de que el calentamiento global se mantuviera en 1,5 grados.
España, por su parte, aporta datos muy positivos, es uno de los países de la propia Unión Europea (UE) que está más avanzado, ya que se estima que este mismo año podría alcanzar el 50% de electricidad proveniente de fuentes renovables, lo que, a su vez, hace que ya sea el undécimo país de la UE que menos CO2 emite por habitante.
La UE, de media, es una de las zonas del planeta que va más avanzada en el cumplimiento de objetivos, ya que actualmente las renovables suponen ya el 44% del total de la producción de su electricidad, debido, entre otras razones, a los importantes avances que se ha producido en lo que se refiere a la energía solar. En este sentido, para 2030 se estima que Europa podría moverse en torno al 70%-72% de electricidad renovable.