¿Puede ser que el 40% de los jóvenes menores de 25 años de la Unión Europea que no trabajan sean españoles? Pues ese el dato, en principio durísimo, que ofrece un estudio que ha dado a conocer esta semana la Fundación Mapfre, un estudio que en realidad no es estrictamente sobre los jóvenes, sino sobre las relaciones intergeneracionales de jóvenes y mayores y las posibilidades de fomento del empleo para unos y otros.
La tasa de paro juvenil en España actualmente es de casi el 28%, pero asciende hasta ese 40% europeo al sumar los datos de todos los países que conforman la Unión. El mercado de trabajo en España siempre ha sido complicado, como lo demuestra que la tasa de paro siempre es superior a la media europea, pero es algo que cuando se aborda el desempleo juvenil crece exponencialmente (en el sentido figurado del término, claro). Precisamente el estudio establece que los países como mercados de trabajo más dinámicos –entiéndase como tal más flexibles– tienen mucho más normalizado la creación de empleo juvenil.
En España, además se da la circunstancia de que los jóvenes que trabajan tienen que asumir que van a percibir un sueldo bajo, que no llega, de media, a los 17.000 euros anuales. Este factor es muy importante para comprender el problema en toda su magnitud, ya que, de alguna manera, resulta desincentivador. Dificultades para encontrar un empleo y bajos salarios… esto hace que haya jóvenes que decidan dedicarse a seguir con su formación, incluso quien puede permitírselo yendo al extranjero a aprender idiomas o realizar otros estudios, mientras que otros sencillamente o no tienen ninguna de estas oportunidades formativas o no les interesan y prefieren quedarse en casa, lo que hace ya cosa de una década se bautizó popularmente como ‘ninis’ (ni estudia ni trabaja).
Hay otro factor a tener en cuenta que es el de las expectativas de empleo que genera la posesión de titulaciones. Muchos jóvenes, una vez terminados sus estudios, sobre todo si son universitarios, se encuentran con que la realidad del mercado de trabajo poco o nada tiene que ver con las expectativas que la titulación ha generado en ellos. Esto es causa de frustración y rechazo, por lo que muchos de ellos tampoco están dispuestos, en principio, a estar lo que consideran infraempleados.
Por supuesto, la ralentización en el acceso al mercado de trabajo, unido al alza de los alquileres y otros factores, lleva también a que los jóvenes españoles estén entre los que más tardan en emanciparse de todo el mundo, ya que actualmente la edad media supera los 30 años.
Parece que todo lo relacionado con los jóvenes no interesa demasiado a la política. Sí, está el bono cultural (los 400 euros), las ayudas al alquiler (que tardan un mundo en tramitarse y pagarse), becas, incentivos en la contratación… pero es verdad que tal vez se echa en falta un plan de empleo joven que aborde la cuestión de manera integral porque estamos ante unos datos que, desde luego, ningún país puede permitirse.
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