La 'hierba' se queda atrás en España

Alemania es el último país de Occidente en sumarse a la legalización del consumo de cannabis para los mayores de edad, mientras España sigue con importantes restricciones incluso para su uso terapéutico

La 'hierba' y España. Imagen de la planta cannabis.

Alemania ha sido el último país en aprobar, bajo determinadas condiciones, que dentro de sus fronteras los mayores de 18 años puedan fumar marihuana de manera recreativa. Ahora, en el país germano, con la nueva legislación, cualquier ciudadano puede consumir, transportar e incluso plantar ‘hierba’, eso sí, siempre bajo determinadas condiciones. Holanda, Canadá, varios estados de EE.UU., es un goteo el número de países que se van sumando a los dos usos posibles de los derivados del cannabis, tanto terapéutico como recreativo.

Llama poderosamente la atención que un país como España, con una legislación avanzada en numerosos temas sociales, el uso del cannabis sea prácticamente tabú y esté muy por detrás de otros países occidentales. Incluso en lo que se refiere al uso terapéutico de la ‘hierba’, España está por detrás. El Gobierno de coalición se mueve entre el ala de Sumar, partidario de la plena libertad de consumo en todos los ámbitos de la vida, y el PSOE, que evidencia que no tiene una idea plenamente definida sobre esta cuestión y oscila entre la plena libertad que muestran algunos de sus líderes en privado o a título personal y la consideración, en línea con la ONU, de que los derivados del cannabis son equiparables a la heroína, aunque pueda parecer increíble. El PP, casi huelga decirlo, está totalmente en contra de la legalización.

Es curioso, porque el debate sobre la hipotética legalización del hachís y la marihuana lleva abierto en España más de cuarenta años. ¿Cuánto hace de aquella canción, la “del humo azul se ha vuelto blanco, ya se vende en los estancos”?... y, sin embargo, países con una deriva, en general, menos permisiva y más policial que España en lo que sea refiere a esta cuestión han ido rebasándola.

En España, muchas asociaciones y clubes de consumidores, tanto desde un punto de vista terapéutico como recreativo –por cierto, una fórmula de agrupación en la que nuestro país fue de alguna manera pionero a nivel mundial– reclaman que el Ejecutivo desatasque de una vez este tema, entre otras razones para poner fin a evidentes contradicciones como son la legalidad de auténticas plantaciones siempre que el producto vaya para terceros países mientras se sigue persiguiendo la tenencia de unas cuantas plantas para consumo personal, toda una paradoja.