El nuevo gobierno municipal de Jerez no bromeaba cuando anunció que iba a redoblar sus esfuerzos a favor del turismo navideño. El anuncio de que el alumbrado tendrá lugar el viernes 24 de noviembre, una semana antes que el año anterior, viene a ratificarlo. Pero también va en serio la Delegación del Gobierno andaluz en Cádiz, que ha remitido a todos los ayuntamientos de la provincia un escrito en el que les pide que extremen las precauciones en el período festivo que se acerca y que puede resumirse en Halloween, cotillones y en el caso de Jerez (y en menor medida Arcos), por supuesto, la Zambomba.
En realidad, se puede decir que el escrito de la Junta apunta directamente a Jerez y a los fines de semana y festivos en que tienen lugar las Zambombas. Además de la participación activa de los jerezanos, son miles las personas que esos días visitan el centro de la ciudad, sus plazas y determinados locales –especialmente las peñas flamencas, pero también bares y sitios de ocio– para conocer y participar en las Zambombas que se programan o simplemente para disfrutar del ambiente.
Esto causa con relativa frecuencia aglomeraciones que, en algunos casos, incluso han llegado a ser peligrosas. Basta recordar que el año pasado la Policía Local tuvo que desalojar las antiguas Bodegas Diplomático (en el polígono Bertola) ante la aglomeración que se estaba produciendo en el recinto debido a la venta de entradas que duplicaba el aforo permitido. Hubo varios casos de personas con problemas para respirar, sin mayores consecuencias, pero siempre es inquietante saber que las puertas de emergencia se encontraban bloqueadas.
Es evidente que los hechos acaecidos en Murcia, con el incendio que afectó a tres discotecas y en el que 13 personas perdieron la vida, pesa en que la Delegación de Gobierno recuerde desde punto y hora sus obligaciones a los ayuntamientos, con especial atención al de Jerez, que haría bien en recapacitar, echando la vista atrás, sobre el tamaño que va alcanzando la Zambomba y que no puede seguir creciendo en términos exponenciales.
Además, después de un par de años de laxitud respecto a todo el tema de bares y terrazas tras la pandemia del covid, los ayuntamientos asimismo harían bien en repasar esta política de 'manga ancha' en aras de la economía, con la proliferación de muchos locales sin licencia o sin la licencia oportuna para la actividad que realizan.
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