La recuperación del lince ibérico es un claro ejemplo de éxito, fruto, entre otras razones, de la colaboración entre administraciones públicas. En tiempos como los que estamos viviendo, de continúa confrontación entre partidos, enfrentamientos que se llevan sin mayor problema a las administraciones gobernadas por fuerzas de distinto signo, como una parte más de eso que se da en llamar 'juego político', es digno de reseñar lo ocurrido con este tema concreto.
En la actualidad, en la península ibérica hay del orden de 2.000 ejemplares de lince, lo que ha motivado que la especie pase de estar técnicamente en 'peligro' (hace ya unos años que superó la etiqueta de 'en peligro de extinción') para pasar a ser considerada vulnerable, un período que los expertos estiman que será transitorio, ya que se considera que con unos 3.000-3.500 ejemplares el futuro de la especie estaría asegurado a medio plazo.
Tanto el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, como la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, han tenido unas palabras en las que hablan de este éxito y en las que, de alguna manera, barren para casa, sin detenerse a pensar que, al referirse al trabajo que se viene realizando en distintos ámbitos desde hace más de veinte años, incluyen también al partido rival, ya que durante casi todo este tiempo el PSOE gobernó en Andalucía y el PP también ha tenido su período en Madrid.
El lince se ha convertido en todo un icono en Andalucía (sobre todo en Doñana, Sierra Norte de Sevilla y Sierra Morena) ya que cuenta con aproximadamente la mitad de los ejemplares de lince ibérico que hay en la actualidad en la península ibérica, aunque el éxito de los distintos programas que se han llevado a cabo se extienden a otras comunidades de España, caso de Extremadura, Castilla-La Mancha y Murcia. Incluso las regiones del Algarve y el Alentejo, en el sur de Portugal, cuentan con algunos ejemplares, que está claro que la naturaleza no entiende de fronteras.