El número dos de la Junta, el consejero de Presidencia Antonio Sanz, ha reclamado al Gobierno central la necesidad de que lo antes posible se acometan inversiones en la AP4 y en la Nacional IV entre Sevilla y Jerez-Bahía de Cádiz.
Es un hecho contrastado la congestión que sufre esta autovía, sobre todo desde que se suprimió el peaje de Las Cabezas, hasta el punto de que cuando se da una tormenta perfecta –período vacacional, obras o accidente– los atascos que se producen pueden llegar a ser son monumentales, con las redes sociales llenas de testimonios de gente que afirma haber tardado cinco horas entre Sevilla y Cádiz, cuando en condiciones normales se tarde hora y media e incluso menos.
Acierta Sanz en sus reclamaciones, pero no del todo al fijar el objetivo. Acierta, decimos, cuando solicita un tercer carril para la AP4 y la duplicación de la antigua N-IV porque es evidente que son infraestructuras absolutamente necesarias para garantizar una comunicación aceptable entre Sevilla y Cádiz por carretera. Pero yerra parcialmente en la justificación de la demanda, que centra en el tema del turismo, en la industria del turismo, como le gusta decir al PP (una expresión, hay que recordar, que hasta hace poco los sindicatos utilizaban de manera irónica e incluso peyorativa).
El consejero de Presidencia debe ser consciente de que el turismo está muy bien, pero que dura tres meses (por cierto, debería solicitar más conexiones a Renfe con Madrid, es un hecho que se evitarían cientos de vehículos a diario), y que Sevilla y su área metropolitana sumado a Jerez y la Bahía de Cádiz estamos hablando de más de dos millones de personas (tres millones largos si contamos los habitantes de ambas provincias), que son las que viven, trabajan, estudian, se interrelacionan, van de compras y, sí, también a la playa, entre ambas provincias. Tres millones de personas merecen tener unas buenas carreteras, independientemente de los efectos que pueda tener el turismo.
Hace unas semanas escribíamos en este mismo espacio, después de grandes atascos en la autopista y también en los accesos a diversas localidades de la costa (terribles fueron los de Tarifa, con la Operación Paso del Estrecho como guinda del pastel), la necesidad de que se replanteen las infraestructuras actuales ya que se realizaron antes del estallido de Cádiz (y hasta cierto punto Sevilla) como destino turístico de primer orden. Pero no solo para favorecer al turismo, el objetivo de dicha modernización no puede ser otro que beneficiar a todos, residentes y turistas.