Dice Félix Bolaños que es un placer negociar con personas que piensan distinto, a propósito de la controvertida ley de amnistía que pone alfombra roja para el retorno del fugado Puigdemont a España. Otra cosa es la acción de gobierno, donde al que pertenece a otro partido se le ve como enemigo y no como adversario con, quién sabe, otras perspectivas y cosas que aportar.
Hay una causa común en la política actual: el partidismo más descarnado e impúdico. Da igual las siglas, todos juegan a lo mismo, a confundir permanentemente lo ideológico y orgánico con lo institucional. A trabajar por las siglas que representan antes que por los representados, hayan votado o no esas siglas. Lamentablemente, no queda otra en este caso que generalizar. Y a las pruebas de esta semana nos remitimos.
La visita de la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, a la provincia de Cádiz —una de las que tiene mayor tasa de paro juvenil de Europa, por cierto— ha estado restringida a los ayuntamientos "donde gobiernan los nuestros" —como se suele emplear en el argot político— y a un par de actos celebrados por la propia organización en la que milita, como ha sido la inauguración de la nueva sede de IU en Chiclana, donde hay cogobierno con el PSOE de José María Román.
Este pasado miércoles ha acudido al bastión de IU en la provincia, Trebujena, y más tarde, a Puerto Real, donde gobierna IU. Allí la oposición se ha quejado de no haber sido invitada con suficiente antelación a la visita institucional al Ayuntamiento. Ya este jueves Rego ha saltado de la Bahía la Costa Noroeste para mantener un encuentro, en visita institucional, con la alcaldesa de Sanlúcar, Carmen Álvarez (IU) —que cogobierna con el PSOE de Víctor Mora—, que ha reclamado todo tipo de mejoras para una zona especialmente desprotegida y desfavorecida de la provincia.
La agenda de la visita de Sira Rego a Sanlúcar ha concluido con un encuentro con cargos públicos de Izquierda Unida del Bajo Guadalquivir, "donde esta formación política es una de las fuerzas predominantes", reza una nota remitida a los medios.
Está claro que en la agenda figuraba que venía a Cádiz como ministra, pero la realidad es que bien podría decirse que su visita ha estado más marcada por la agenda del partido. Un clásico lamentable que va de ultra izquierda a ultra derecha, indistintamente, en unos tiempos donde la confusión entre lo orgánico y lo institucional es permanente.
En todo caso, que una de las escasas incursiones de ministros del Gobierno de Pedro Sánchez en esta nueva legislatura a la provincia haya tenido este perfil deja a las claras que los dimes y diretes de la conversación pública forman más parte del teatrillo de la lucha por el poder que de un interés real por cambiar las cosas y transformar territorios como la provincia de Cádiz, a la cola de todo, que soporta años implorando precisamente un cambio en estas políticas.