Corren tiempos en los que se pone altavoz a la opinión de todo el mundo. Obviamente, todo el mundo tiene derecho a opinar, faltaría más, lo que pasa es que las redes sociales, sus altavoces, crean con mucha frecuencia un ruido de fondo que no lleva a otra cosa más que a enturbiar el debate político, bien por las opiniones que se vierten de un lado, bien por el sesgo que se da a dichas opiniones desde el otro. Y viceversa, claro.
El último caso –y es de los que se puede tildar 'de manual'– es el de las críticas que desde determinados ámbitos de la derecha –no de todos, vaya por delante– han vertido hacia el jefe del Estado, el rey Felipe VI, por su decisión de solicitar al candidato socialista, Pedro Sánchez, que intente sumar apoyos para formar Gobierno, una vez constatado el fracaso, en el sentido exacto de la palabra, de Alberto Núñez Feijóo, para lograr dichos apoyos.
“Borbones traidores”, “misión fallada… España se va a la mierda” o “cuando quieran abolir la monarquía no contéis con mi ayuda” son algunos de los comentarios que desde el martes están en redes sociales. Por su parte, desde la izquierda, como es lógico, no se ha entrado a valorar la designación de Sánchez, que se daba por supuesta, sino precisamente las réplicas antimonárquicas que dicho nombramiento ha suscitado y que se pueden resumir en “fachas ejerciendo de republicanos… ¡Glorioso!”, también publicado en la red X.
Bien… parafraseando a Miguel de Unamuno, no vamos a entrar en los posicionamientos de ‘hunos y hotros’, algo tan propio de las redes sociales, en las que cualquier punto de encuentro brilla por su ausencia, pero es evidente que el jefe del Estado no ha hecho nada más que lo que tenía que hacer, cumpliendo fielmente lo dispuesto en el artículo 99 de la Constitución Española, que es proponer un candidato a la presidencia del Gobierno previa consulta con los grupos políticos con representación parlamentaria. Y no hay más, ni para unos, ni para otros.
Se puede cuestionar la naturaleza y pervivencia de una institución como es la monarquía, por qué no, pero en este caso concreto no hay mucha materia. Es más, cabe preguntarse qué hubiera ocurrido si el rey, en vez de seguir con la tradición de encomendar formar Gobierno al candidato de la lista más votada –no está escrito en ninguna parte–, se hubiera decantado por el candidato socialista, que desde un momento ha exhibido mayores posibilidades de lograr los apoyos necesarios. Qué no hubiera salido de (algunas) filas de la derecha. Mejor dejar la ucronía para otro día…
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