Cuatro días después de que el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla, anunciara en una entrevista en RNE, en Madrid, escala previa a su participación en un mitin del PP en plena campaña de las autonómicas de Castilla y León, un Plan de Refuerzo para la Atención Primaria se ha demostrado que tras ese anuncio, una vez más, solo había una espesa humareda. El encargado de tragar saliva para salvar los muebles al jefe ha sido una vez más el consejero de Salud, Jesús Aguirre, que no ha tenido forma de explicar ante la prensa cuál era la novedad de un supuesto documento que ni siquiera figuraba en el orden del día del Consejo de Gobierno celebrado este mismo martes. Y es que la novedad del no documento es que no hay novedad, como ya auguraron los sindicatos un día antes —Aguirre ha llegado a decir que el plan está basado en un acuerdo de diciembre pasado—.
Es decir, los responsables del Servicio Andaluz de Salud piensan seguir reforzando la sanidad pública andaluza a costa de sobrecargar aún más las doloridas espaldas del personal sanitario —que doblen turnos, propone el SAS— y a costa de tensar aún más la paciencia de los sufridos pacientes, que ven como se ha vuelto casi imposible que les vea un médico si no es por urgencia. Eso sí, ahora prometen “reordenar” el servicio de Salud Responde para que “atienda todas las llamadas”. ¿Es que hasta ahora no las atendía? “Sí, pero al 97%”. ¿Y por un mísero 3% hay que reordenar el servicio? ¿No será que Salud, en un porcentaje amplio, no responde?
Al final, el Plan de Refuerzo de Atención Primaria, como muchos otros que han ido anunciando en estos años de pandemia, ha quedado en un titular para tratar de disimular ante la opinión pública la clamorosa ausencia de Moreno Bonilla del debate sobre la sanidad que forzó la oposición en el Parlamento andaluz el pasado viernes, mientras él decía sentirse “como en casa” en tierras del Norte. Aun así, peor que la calamitosa puesta en escena del no plan del presidente, han sido las declaraciones, este mismo martes, del vicepresidente Juan Marín.
El político que considera “estúpido” buscar acuerdos para aprobar un Presupuesto en año electoral, ha dicho que la sanidad pública no preocupa tanto a los andaluces. O como ha afirmado sin despeinarse, “no les supone un problema importante”. Ha basado su argumento en que la sanidad no está entre los principales problemas en las encuestas que prefabrica el Centro de Estudios Andaluces (Centra), el CIS de Bendodo. Unas encuestas que apenas representan el sentir de una ínfima minoría de los más de 8 millones de andaluces y andaluzas. Y unas encuestas en las que, aun así, se refleja que este problema ha pasado en apenas un año de ocupar la sexta preocupación a situarse en el podio de los tres principales problemas que atañen a los ciudadanos.
Para rematar, los datos de Hacienda demuestran que Andalucía contaba con siete veces más ingresos que gastos en noviembre pasado, lo que habría permitido, por ejemplo, mantener en el sistema de salud público andaluz a los 8.000 profesionales sanitarios a los que se les invitó a buscarse la vida, en muchos casos en el sistema sanitario catalán. Un refuerzo que sí hubiera sido real para la sanidad pública y para el conjunto de los andaluces, y no un pufo para calmar a la opinión pública y alimentar a la prensa servil. Una cortina de humo que, lejos de apagar los incendios, aviva la llama de una tierra achicharrada y un sistema sanitario público a la que la pandemia ha terminado de ajusticiar. Y para ser conscientes de eso basta con alejarse de Canal Sur y tomar contacto con las calles y plazas, de Ayamonte a Pulpí.