Diálogo de sordos. Cordial, eso sí. De esa manera se puede calificar la reunión en La Moncloa entre Pedro Sánchez y Juanma Moreno. La cuestión es que no había orden del día y cuando no hay orden del día en una reunión política hay dos opciones: o se habla a calzón quitado, valga la expresión, o cada uno lleva una lista de las cosas de las que quiere hablar y, al final, en propiedad, más que un diálogo, por muy cordial que sea, se queda en una sucesión de monólogos... de negociación ya ni hablamos.
Eso es lo que se puede decir del encuentro mantenido por el presidente del Gobierno y el de la Junta. Cordialidad y buenas palabras en caliente que, con el paso de las horas y los días, irán dando paso, sin duda, a ir haciendo hincapié en las diferencias. Pedro Sánchez estaba interesado en celebrar un encuentro claramente bilateral con Moreno, que, por su parte, tenía ante sí la responsabilidad de mantener la disciplina en la línea de trabajo formal acordada en el PP, en el sentido precisamente contrario, defender la multilateralidad de cualquier decisión, preferiblemente mediante la convocatoria de una conferencia de presidentes autonómicos.
Bien... qué Moreno se negara a hablar de financiación específicamente para Andalucía –vamos entrando ya en el tema– le va a suponer, a buen seguro, ser en los próximos días objeto de críticas por parte del PSOE autonómico, que confía en salir ileso (o casi) del desaguisado del acuerdo del PSOE y ERC para Cataluña en que se consiga finalmente una mejor financiación para Andalucía.
Por último, no hay que pasar por alto las 100 medidas para Andalucía que Moreno ha presentado –y entregado físicamente– a Sánchez, un documento en el que, por cierto, el presidente de la Junta deja ver una cara menos centrista y más liberal que en otras ocasiones en temas, como por ejemplo, la inmigración, cerrando filas con su jefe, Núñez Feijóo, que no en vano viene de entrevistarse esta semana con la presidenta del Gobierno de Italia, Giorgia Meloni...