La Navidad ya está aquí, pese a que todavía le quede una semana a noviembre. Entre miércoles y viernes será el encendido navideño en muchos pueblos y ciudades de España, caso de Cádiz, Jerez y El Puerto, sin ir más lejos; también en Madrid, mientras que el ayuntamiento de Sevilla ha decidido permanecer más 'en fechas' y se reserva para el 2 de diciembre.
Hace años, todo lo relacionado con la Navidad en noviembre se veía públicamente como algo exagerado, que estaba todavía fuera de tiempo y lugar. Casi de mal gusto. Hoy todo eso ha cambiado. No se trata ya solo de que se afronte el tema navideño antes y desde un punto de vista comercial, que también, sino que de hace unos años a esta parte son los propios ayuntamientos los que han descubierto que en la Navidad también había escondido un filón no solo comercial, sino también turístico y de promoción de la propia ciudad. Y de los políticos que la gobiernan, desde luego. Los alumbrados, que siempre marcan de alguna manera el inicio, se han adelantado siete y hasta diez días respecto a las fechas más habituales, que solían ser justo al comienzo del puente de la Constitución.
Vigo y Jerez, cada uno a su manera, son dos de las ciudades españolas que más se han significado en los últimos años. Vigo, con una iluminación espectacular –su alcalde, Abel Caballero, siempre dice que su ciudad solo compite con Nueva York–, y Jerez basándolo todo en la Zambomba, una antigua fiesta de amigos y vecinos alrededor de una simple candela para cantar villancicos y tomar una copa de anís que hoy se ha transformado en Bien de Interés Cultural (BIC) y, por extensión, en una fiesta multitudinaria que atrae a gente de toda Andalucía y más allá. Pero hay mucho más. Con el crecimiento exponencial de las redes sociales y unas televisiones ávidas de contenido fácil y barato para llenar tantas horas, cualquier hecho relativamente significativo o un tanto singular tiene eco y rápidamente encuentra difusión: el árbol más alto, el belén más grande, la Cabalgata más impresionante, etcétera.
Desde estas líneas no se va a avisar de la pérdida del hecho religioso que marca el origen de esta festividad, que cada uno es muy libre de celebrarla a su manera y de sumarse o no a las propuestas religiosas o estrictamente lúdicas que se suceden, pero sí es un hecho que casi un mes y medio de celebraciones navideñas, hasta que llegan los Reyes Magos, puede saturar a cualquiera...
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